38. Adiós, perdedores.

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Wyatt es el primero en correr hacia Sophia, le siguen, Jack y Jeremy. Los otros miran antes a Beverly, como esperando lo peor, ella misma espera lo peor, pero no pasa nada. Se toca el estómago, como buscando una herida. No la hay. ¿Cómo es posible?

—Sophia...

Wyatt acomoda con suavidad la cabeza de la pelirroja sobre sus piernas. Como acunandola. La muerte no es como en las películas, no hay últimas palabras ni sonrisas. Solo sangre, jadeos y espasmos.

Ben, Stanley, Eddie y Beverly se acercan, aterrados y sin comprender como Beverly sigue en pie sin un solo rasguño.

Las lágrimas resbalan de sus ojos.

—Oye, resiste...— le suplica Wyatt a Sophia. Las lágrimas se deslizan libremente por las mejillas del chico.

Ella jadea. Tiene los labios ligeramente manchados de sangre, su ropa teñida de ese rojo oscuro mareador. La sangre no se detiene, como un río que corre.

—Soph...

Ella no tiene tiempo para pensar en nada en la bruma de dolor que la envuelve. Hasta que, de pronto, no hay dolor. Sus ojos se pierden en algún punto, allá en lo infinito de la cueva.

Sophia Lillis acaba de morir.

....

—Está muerta...— esas son las palabras más difíciles que Jeremy ha dicho en toda su vida. Duele. Le arden los ojos por las lágrimas.

Ella está muerta. Muerta. Muerta. Oh por dios. Oh por dios.

Decírselos a los que recién han despertado, Bill, Jaeden, Richie, Finn, Chosen y Mike ha sido la segunda cosa más difícil de su vida. La primera ha sido verla morir.

Jaeden, llorando silenciosamente, abrazaba a Wyatt por la espalda, en un intento de sostenerse mutuamente cuando ambos se derrumban.

Hay silencio. Un silencio que duele mucho más que el caos. Se siente como ese momento después de la explosión de una bomba, cuando no puedes escuchar absolutamente nada.  En algún momento, Jack ha cerrado los ojos de Sophia con manos temblorosas.

Finn da unos golpes a la pared pero, sorprendentemente, las marcas rojas de sus nudillos no aparecen en los de Richie.

—Lo conexión se acabó— murmura Mike, tratando de limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano.

Es por eso que Beverly no está muerta.

Bill se limpia sus propias lágrimas y se pone de pie, ardiendo. El cuerpo debilitado de Eso, casi muerto, sigue tirado a unos centímetros del pozo.

—Acabemos con ésto— dice.

Cuesta más que un mundo separarse del cuerpo de Sophia, pero se apoyan unos con otro para hacerlo, recogiendo los trozos de los que se han hecho pedazos.

Porque no pueden permitir que Sophia haya muerto en vano, tienen que acabar el trabajo.

Así que avanzan hacia ese maldito payaso, con los ojos brillantes de lágrimas y una determinación abominable, una última vez.

....

Miedo... Miedo... Miedo...

Bill tiene el golpe final.

Efecto mariposa | It + It cast.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora