Epílogo.

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....

Bill Skargard volvía a su casa esa noche cuando todo se torció.

El día había sido normal por donde se le mirara. Había ido a algunas entrevistas muy tenprano, hablado con el director de su nuevo proyecto acerca de las fechas de inicio de la filmación, y bien entrada la tarde había decidido darse un descanso e ir a un bar de la ciudad. Nada le había indicado rareza, no tenía ni idea de lo que estaba apunto de pasar.

Salió del bar más tarde de lo que planeaba, pero se había tomado un trago y luego había decidido esperar a que el alcohol le bajara para volver en su auto a casa. Las calles estaban desiertas. Entró en su auto y arrojó el periódico al asiento del copiloto.

«Los siete actores de It, la película de horror vivieron juntos un infierno de horror verdadero» ponía el titular.

Personalmente, él pensaba que era una mierda que los periódicos sensacionalistas usaran el accidente que esos pobres niños habían vivido, solo para subir en rankings y popularidad, pero ¿qué se le iba a hacer? Así era el mundo de la fama y la farándula, un actor lo sabía mejor que nadie.

Condujo a casa. Nunca le había gustado el silencio, así que encendió la radio. Sin embargo, le sorprendió que en todas las estaciones solo sonaba estática, como si estuviera pasando por un eterno túnel. Frunció el ceño. Había llevado su auto a revisión hace muy poco, eso no debía pasar. No notó como los focos de los faroles parpadeaban a medida que el pasaba, acercándose más a su casa.

Cuando le quedaba nada más una cuadra para llegar, tuvo que dar de golpe un volantazo por el que terminó chocando el auto contra un poste.

—Demonios— mascullo. La cabeza le latía dolorosamente por el golpe que se dió contra el volante.

Estaba seguro de que vió una persona parada en medio de la calle. ¿Qué demonios estaba haciendo allí un tipo vestido de payaso?

Se bajó del auto, aún tambaleante. Llamaría a la policía, pero primero ese maldito iba a escucharlo. Sin embargo, no vió al hombre, sino un simple globo rojo flotando en medio de la calle donde antes estaba el tipo vestido de payaso.

Tenía que ser un chiste. ¿Un fanático loco jugándole una broma? Eso ya le había pasado antes. Ignoró la sensación extraña que le surgía desde la boca del estómago, porque era tonto pensar que podía ser algo diferente a un loco haciéndole pasar un mal rato.

—¡¿Quién anda ahí?!— exclamó, claramente molesto.

Una risa macabra y probablemente alterada (ya que no sonaba humana) fue la única respuesta.

—Esto no es ningún juego, acabo de llamar a la policía— gruñó Skargard—, te demandaré.

Bu— dijo a alguien a sus espaldas, susurrándole directamente a centímetros de su nuca.

Bill saltó hacia adelante tan de golpe que cayó al suelo de sopeton. Reaccionando rápidamente, se volteó, quedando medio sentado sobre el asfalto mirando cara a cara a... ¿él mismo?

Seguro el golpe que se había dado contra el volante fue más fuerte de lo que pensó, porque ahora está alucinando.

Frente a él estaba claramente... Pues él. Vestía un traje negro y llevaba en el rostro una sonrisa manchada con algo similar a la pintura roja. Tenía las manos ocultas tras la espalda y los ojos torcidos en diferentes direcciones como él mismo sabía hacerlo.

No sabía que hacer, si huir, desmayarse o fingir que eso no estaba allí. Entonces, habló.

No hablaba como él. Al menos, no como un Skargard normal, era mas bien la voz... La voz que usó al interpretar a Pennywise en la primer película (y la segunda, ya grabada pero que aún faltaba para que se estrenara).

Soy tú y tú eres yo— río su otro yo, como si hubiera dicho la cosa más divertida del mundo.

Bill se arrastró hacia atrás, mirando a todos lados como para pedir ayuda, pero ahí no había nadie.

Lo siguiente que pasó si que lo hizo gritar.

Su otro yo comenzó a deformarse como en una horrible metamorfosis, convertido ahora en... En Pennywise.

—Esto no está pasando... ¡Aléjate!— gritó Skargard, pero era en vano—, ¡¿Qué quieres de mí?!

Pennywise saltó sobre él, se pasó una mano por la pintura roja de la boca y luego la pasó por la boca de Skargard, manchandola también. No era pintura, era sangre. Skargard volvió a gritar.

Yo soy tú, tú eres yo, y te quiero a tí— río, un montón de globos rojos comenzararon a rodearlos como formando un tornado en torno a ellos.

Bill quería vomitar, sintió que se le acababa el aire.

Somos devoradores de mundos— río—, seremos imparables y todos flotaran. Los comeremos, mmm. Oh, que delicioso miedo— su voz y su expresión se volvieron oscuras.

Abrió la boca, mostrando todas sus hileras de dientes, y de ésta salieron unas luces como azules que hicieron que Skargard dejara de gritar,  hipnotizado por esas... Luces de muerte.

Al perderse en ellas, lo vió todo. Sangre. Muerte y destrucción. Hambre. Miedo. El futuro.

Cuando el remolino de globos se desvaneció, no había nada allí más que una calle vacía y un auto sin ocupante ensartado en un poste.

....

Unos días después, la noticia de la misteriosa desaparición de Bill Skargard ocupaba todas las primeras planas de los periódicos del mundo.

Nunca lo encontraron.

....

Y con éste epílogo vuela cabezas finaliza ésta novela. Ustedes saquen sus conclusión uwu

DIOS MÍO, TERMINÓ. Wow, es la novela más larga que he escrito hasta ahora u.u Cuarenta capítulos y un epílogo, flipo.

¿Qué les pareció el final?
¿Comentarios?

Tengo que agradecerles diez millones su apoyo, hacerles algunas preguntas y hablar de un tema que me han insistido mucho en comentarios: Una segunda temporada.

Ahorita publicaré el “Agradecimientos + planes” donde les daré las gracias como se debe y hablaremos de si habrá o no segunda temporada, así que es vital que lo lean también 🐾

¡Lo amu mucho spaguettis, nos leemos allí!💕

Efecto mariposa | It + It cast.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora