Día dos: Guerra avisada no mata soldados

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Al abrir los ojos lo primero que sintió es el dolor en su espalda por quedarse dormida en el suelo de su habitación. Con un bajo gruñido se levantó del suelo con torpeza hasta tumbarse en su cama...

Silencio, la casa estaba en un profundo, gris, frío y aburrido silencio. Así es desde que se había peleado con Naruto, ninguna visita sorpresa, cita al predecible Ichiraku y visitas sin permiso de otros amigos. No había nadie a su lado preocupándose por ella y su estado de salud, solo el frío techo de concreto.

Con solo respirar sentía pequeños espasmos musculares recorrer por su cuerpo como parte del proceso de sanación. No esperaba que de pronto por haber ayudado todos se dieran cuenta que quizá, tal vez, se había dejado llevar por el dolor de la muerte que dejó Sasuke en manos de quien es su mejor amigo y por varios años sostuvo la bandera de recuperar a Sasuke, lo que trajo fue la sangre de Sasuke escurriendo de sus manos. ¿Es comprensible? Sakura no lo sabía.

Ya no importa, esa esperanza del enojo fuera disminuyendo desapareció con el paso de los meses. Poco a poco ha dejado morir sus emociones para dejar de sentir aquel profundo hueco que deja la soledad y abrazarla como parte de ella. Cansada y adolorida posó su brazo sobre sus ojos para esconderse de sí misma. Incluso ahora, la punzada en su pecho se sentía extraña y al mismo tiempo nostálgica por la fuerte emoción de dolor y tristeza que siente por Naruto.

Solo Naruto y Sasuke han sido capaz de sacar a flote sus emociones más fuertes y profundas, y esta vez no era distinto. El ver que Naruto y Hinata son novios fue más fuerte de lo que espero.

Toc, toc.

El sonido de su puerta siendo tocada sonó tan suave y distante que por un momento creyó haberlo imaginado, sin embargo al ser tocado por segunda vez con mayor nitidez no lo pudo confundir. Alguien está tocando la puerta de su casa.

¿Será alguien que me quiera maldecir? —pensó Sakura mientras se levantaba con lentitud. Aún le duele los músculos de su cuerpo.

Con cuidado bajó las escaleras haciendo eco con cada paso que daba. Al menos si es alguien que quiere molestarla no se hubiese tomado la molestia de esperar por mucho tiempo. No quería abrir la puerta pero quien sabe, ¿quizá sea algo importante?

—¿Si? —sus palabras se quedaron atoradas en el aire de sorpresa, incluso en su tono de voz se dejó ver lo sorprendida que estaba—. Ino, Sai.

Ino que ya se había dado la vuelta y era retenida por la mano de Sai en la parte inferior de su blusa morada se giró a verla y le dio una sonrisa nerviosa.

—Hola.

Sakura se quedó quieta sin saber realmente qué decirle.

—Hola —finalmente dijo.

Los tres se quedaron mirando con torpeza en el marco de la puerta de Sakura hasta que Sai finalmente habló por ellas.

—En mi libro dice que cuando aparecen visitas el anfitrión debe dejar pasar a los otros —dijo Sai rompiendo el silencio que estaba inundando el lugar.

Sakura reprimió el impulso de inhalar con fuerza. Aún sentía las secuelas en su cuerpo, cada movimiento era como un pequeño hormigueo punzante. No quería más que volver a tirarse a su cama y entrar a la inconsciencia, sin embargo, desde que le habían dado la espalda todo el mundo el hecho de que Sai e Ino vinieran a ella fue algo sorprendente. El fantasma de la voz de su madre le gritó en el oído que era de mala educación dejarlos fuera, ella no había criado a su hija para ser una anfitriona irrespetuosa.

Sin decir nada se hizo a un lado reprimiendo el quejido por sus piernas que punzaron. Inconscientemente envió chakra curativo a su cuerpo para tratar de adormecer el dolor. Esto es otra de las cosas que le ha ocultado a Konoha. Poder curarse sin usar la palma para curarse. Años de práctica e innumerables huesos rotos en su entrenamiento con los ancianos provocaron que lograse desarrollar esta habilidad.

Mi otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora