Un nuevo día, secuelas

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Desde que Sakura regresó de entre los muertos según su acta de defunción, las cosas han cambiado de gran manera tanto dentro de la organización como fuera. Gracias a la noticias que corren dentro de la organización, entre platicas ha podido reunir información de Konoha y los otros países. No había cambiado mucho el ritmo de vida allá arriba desde su ausencia, como dicen, la vida sigue y el tiempo no se detiene.

Por esa misma razón decidió mirar hacia atrás. El ver a Sasuke todos los días es un golpe duro para ella. Trataba de comer más temprano, entrenar más temprano e incluso ir a la cama más temprano, todo para no encontrarlo en el camino. Su recordatorio andante de que al final sus emociones la consumieron como las de él lo hicieron.

Su rutina se volvió tan mecánica que no necesitaba un cronograma para saber lo que vendría después, incluso los experimentos y técnicas que usaban en ella dentro de las puertas negras se volvieron un alivio para su pesado cuerpo, una anestesia que le hacía olvidar incluso el que está viva. Ni siquiera Renji que todos los días intentaba animarla lograba sacarle una sonrisa. Como una flor sin sol poco a poco comenzaba a marchitarse en este oscuro lugar.

En contraparte, la confianza en sus habilidades fue mejorando día con día, sus habilidades fueron mejorando ahora que no tenía ninguna distracción, cada movimiento y destreza lo hacía como si fuese una extremidad más. Los ancianos le ponían retos más y más difíciles, algunas veces incluso Sasuke y Renji tuvieron que llevarla a cuestas a su habitación porque tanto esfuerzo la terminó dejando inconsciente.

Tenía que fingir estar bien, fingir que no siente nada, fingir que no extraña su anterior vida, fingir fuerza, fingir estar muerta, fingir que está viva y fingir estar a gusto con Renji, Sasuke y los ancianos.

—Sakura —dijo Sasuke apareciendo en medio del campo de entrenamiento.

Sakura lo ignoró y volvió a golpear a su oponente rompiendo su nariz de paso.

—Sakura —volvió a decir esta vez con voz autoritaria.

Suspirando internamente soltó la camisa del ninja y se giró a ver a Sasuke esperando que dijese lo que tenía que decir lo más pronto posible para irse a dar una ducha.

—Los ancianos nos convocaron, tenemos una misión.


Todas las mañanas, antes de que el sol saliera por el alba, Naruto era el primero en levantarse de la cama en silencio, se vestía y puntualmente iba a la piedra conmemorativa a ver los nombres de sus dos mejores amigos ahora muertos. Hubo días que incluso se encontró a Kakashi, en silencio ambos se quedaban un largo rato hasta que tomaron caminos separados. Por más que los días pasaban el escozor en su pecho seguía tan fresco como el día que la encontró muerta en la tabla. Ahora Naruto entendía el ser el único sobreviviente del equipo siete, esta vez en su generación.

Esto era una mierda.

Se fue distanciando poco a poco, tratando de cerrar ese sentimiento vacío frente a todos y ser el mismo de siempre. Los primeros días fue imposible, los siguientes le miraban con tristeza hasta que finalmente volvió a sonreír como antes aunque no se sintiera así, incluso logró convencer a Hinata que todo estaba bien, por suerte para él, ella se ofreció a ver los preparativos de la boda porque sinceramente no tenía la energía suficiente como para eso.

Diligentemente todos los días después de estar en la piedra conmemorativa caminaba por las calles de Konoha hasta llegar a la casa de los Haruno para platicar con la madre de Sakura y revisar su estado, a veces incluso se topaba con Ino y Sai que también iban a ver cómo estaba ya que su esposo seguía en coma. La primera vez que sus pasos lo llevaron a la casa de los Haruno se quedó viendo la puerta por varios minutos hasta que esta se abrió.

Mi otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora