Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
Efesios 2:1Liz subió las escaleras lo más rápido que pudo. No había ascensor.
Era un edificio viejo y carcomido por el paso del tiempo y los pocos cuidados de los residentes o más bien, ocupas. La zona de las escaleras olía a tabaco. Liz tosió cuando el humo se instaló en sus pulmones.
Un hombre cruzó por su lado. Aunque no dijo nada su corazón latió tan rápido que sentía que se salía. Sólo había dos lugares en los que sentía miedo: en éste edificio y los barros cercanos al iglú.
—Buenas noches —saludó. Era un anciano que vivía en uno de los viejos apartamentos del edificio. Su espalda estaba encorvada y en sus manos sostenía una bolsa de basura muy grande.
—Buenas noches—respondió ella en un susurro.
Subió las escaleras más rápido y se dispuso a abrir la puerta desgastada, la mano le temblaba. La luz del pasillo titilaba a punto de apagarse.
Metió la llave. Respiró hondo e intentó girar, la luz se apagó dejando todo sumido en la oscuridad.
Ahogó un grito cuando escuchó pasos subir las escaleras. Se apresuró a abrir la puerta. Los pasos cada vez se oían más cerca y aunque giraba la llave, la puerta no se abría.
"No otra vez" pensó a punto de gritar.
Recordó con lujo de detalles aquel 10 de diciembre a los catorce años, cuando uno de sus antiguos vecinos se propasó con ella. Aquel pensamiento la hizo estremecer aumentando el esfuerzo. Abrió la puerta y cerró tras de sí con un portazo muy fuerte. Se apoyó en el marco. Respiró.
—No hagas tanto escándalo —se quejó la mujer. Su sola voz era una tortura para la joven.
—Vine cómo te dije —respondió sin sentimiento intentando dejar el miedo de hacía unos segundos atrás.
—Dame el dinero.—exigió arrugando su nariz aguileña en un gesto de asco pronunciado.
—Primero quiero...
—Tú no quieres nada. Dámelo
Rosa se acercó a ella desde la oscuridad del sofá y la chica hizo todo lo posible para mantener la compostura. El piso no tenía luz. El salón estaba alumbrado por una lámpara de pilas.
La mujer la miró de reojo, su cabello rubio teñido estaba emmarañado y sucio, llevaba un jersey gris y una sonrisa malvada en los labios finos. Su pinta descuidada indicaba claramente que hoy no pensaba salir.
—Dámelo.
La chica le entregó el dinero en un sobre, era todo lo que se podía permitir aunque la cantidad no era desorbitante. Intentó visualizar algo al final del pasillo oscuro que daba a las habitaciones. No vio nada. Las puertas estaban cerradas.
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Indeleble ©✔︎ (SGL1) [Cristiana]
Spiritual«𝐓𝐚𝐧 𝐟𝐫𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐦𝐚𝐛𝐚, 𝐭𝐚𝐧 𝐫𝐨𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐚𝐛𝐚.» Liz está al borde del abismo, atrapada en los dolorosos recuerdos que la persiguen día y noche. Su vida, marcada por las sombras de su pasado, parece dirigirse irremedia...