7. Va a llover

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♪En mi soledad,
el mañana se siente tan distante.
Sigamos así hasta el amanecer
y esta noche no nos reencontraremos.♪

Enishi escuchó una voz melodiosa entonando esa canción y supo que se trataba de ella. Tras tres semanas conviviendo juntos, cada uno se había acostumbrado a la presencia del otro, pero eso no era lo único que los hacía sentirse extrañamente tranquilos.

—¿Una canción de tu pueblo?

Enishi había entrado en la cocina, de donde provenía esa afinada voz. Como lo esperaba, se encontró a Nozomi cantando mientras revolvía el guiso que estaba preparando. Cuando escuchó esa pregunta, se detuvo un momento y esbozó una sonrisa nostálgica.

—Mi hermano solía cantármela cuando era pequeña.

Muchos recuerdos vinieron a la mente de Nozomi, pero uno en especial le provocó un suspiro casi doloroso.

—Revuelve el caldo, nee-chan. Si no, no quedará bien mezclado.

Kenshin intentaba enseñar a su pequeña hermana, de siete años de edad, algunas cosas básicas acerca de cómo cocinar. Torpemente, la niña probó el caldo hirviente para comprobar si ya estaba bien mezclado y, como es natural, recibió una dolorosa quemadura en la lengua que la hizo berrear del malestar.

—¡Nee-chan, eso no se hace! ¡El caldo está hirviendo! —exclamó Kenshin en tono aleccionador. Luego, la tomó en brazos y la acunó en medio de zarandeos para calmarla—. Ya, ya pasó.

—¡Ja! Pareces su madre, Kenshin —señaló un hombre musculoso, de cabello negro y ojos obscuros, que resultaba ser el maestro del Hiten Mitsurugi-ryū Seijūro Hiko.

Kenshin no le hizo caso y comenzó a arrullar a su hermanita con una canción.

Ciertamente, Kenshin había sido los más cercano a una madre que Nozomi había conocido. Sus padres murieron siendo ella muy pequeña, por lo que no los recordaba. Kenshin era lo único que le quedaba en el mundo. Y ahora, atrapada en ese lugar, deseaba más que nunca volver a verlo.

****

Una hora después

—¿Estás segura de esto, Nozomi-san?

—No veo otra salida. No sé a qué rayos espera Kenshin para venir a rescatarnos, pero yo no puedo quedarme de brazos cruzados mientras tanto.

Nozomi le había comunicado su más reciente decisión a Kaoru mientras ambas se encontraban en el balcón de la habitación de la primera: se escaparía de la mansión y exploraría la isla en busca de alguna ruta de huida para salir de allí. Con un poco de suerte, tal vez encontraría alguna embarcación abandonada que pudiese reparar o los medios para construir una. Todo dependía de su ingenio y del azar. Pero la kendoka estaba preocupada; ninguna de las dos conocía la isla y Nozomi podría extraviarse con facilidad.

Esperanza escrita con lágrimas de sangre y pasión [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora