14. La definición

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Nozomi observaba con marcada preocupación los preparativos que se realizaban para recibir a los "enemigos", entre los cuales figuraba su hermano Kenshin. Desde el día anterior no se había atrevido ni a hablarle a Enishi, aunque sabía que lo que estaba a punto de suceder sería definitivo. Kaoru no cabía en sí de la felicidad desde el momento en que ella le diera la noticia, pero Nozomi no se permitió ser tan ingenua; una dura batalla enfrentaría a dos hombres que amaba.

-¿No piensas volver a hablarme, Nozomi? -Enishi la sorprendió mientras se encontraba en el balcón, su mirada ahogada en el profundo océano-. Tal vez... No, seguramente no volveremos a vernos después de este día.

-Esa fue tu decisión, Enishi -musitó ella, sintiendo que las manos del joven rodeaban sus hombros. Un repentino sentimiento de culpabilidad la invadió-. No sé si puedo seguir con esto. Me acosté contigo sin siquiera estar comprometidos. Le he faltado a mi prometido, he defraudado a mi hermano y he ignorado todas las tradiciones y normas de la sociedad.

-¡Al diablo las tradiciones y las normas de la sociedad! -gritó Enishi con énfasis, agarrándola por los hombros y haciendo que se volteara hacia él-. Nada de eso importa si somos felices. Lo que dices es absurdo; no le has faltado ni has defraudado a nadie -Comenzó a besarle el cuello con ardor-. Yo no tengo ningún inconveniente en hacerte mi esposa, pero tienes que entender que solo debemos ser leales a nosotros mismos y a nuestros propios sentimientos. Si yo soy tuyo y tú eres mía, no necesitamos nada más.

-Oh, Enishi, tienes razón -suspiró Nozomi relajada, cerrando los ojos y dejándose llevar por la placentera sensación que le producían esos besos.

-Eres una bella mujer. Mi mujer -susurró el joven en un tono grave, deteniéndose unos minutos para contemplar a la chica con embeleso-. Quiero decirte esto. Suceda lo que suceda hoy, creo que el resultado será el mismo. Si llegasen a descubrir que has perdido tu virginidad, debes decir que yo te forcé.

-¡¿Qué?! -exclamó Nozomi con los ojos muy abiertos, mirándolo con treisteza-. ¡No, Enishi, no! ¡Eso sería una infamia terrible! Todo esto sucedió porque yo lo consentí -Bajó la cabeza, su tono de voz descendió-. Estoy dispuesta a asumir las consecuencias de mis actos...

-No quiero que seas repudiada por la gente a causa mía -la interrumpió Enishi en un tono firme-. Realmente no vale la pena. Ya todos deben pensar que soy un monstruo, así que una cosa abominable más que se le añada a mi lista de pecados no cambiará nada. Si dices que te obligué, sentirán pena por ti y te apoyarán.

Los amantes se fundieron en un cálido abrazo, conscientes de que podía ser el último; mas Nozomi solo deseó que el tiempo se detuviera en ese instante.

Hei-shin hablaba mil tonterías y observaba atentamente en dirección al mar valiéndose de un catalejo cuando Nozomi entró en la sala. De inmediato, supo que su hermano estaba a punto de desembarcar en compañía de sus amigos. Llevada por un paroxismo de alegría, le arrebató el catalejo al segundo al mando sin cuidarse de las protestas de este y echó un vistazo.

-¡Ya están llegando! -exclamó con euforia-. ¡Tengo que verlos!

Nozomi casi dejó caer el catalejo, que fue torpemente atajado por Hei-shin, para acudir corriendo al encuentro de Kenshin y los demás, sin reparar en la mirada triste que le dirigió Enishi.

Salió del lugar sin encontrar oposición alguna. A medio camino de alcanzar su objetivo, escuchó el potente grito de su hermano, en el cual le informaba a Enishi que había venido a por ella y por Kaoru y lo desafiaba a terminar su pelea en ese momento. Cuando arribó a la playa, todos los rostros -algunos desconocidos para ella- mostraron expresiones de sorpresa bastante comprensibles.

Esperanza escrita con lágrimas de sangre y pasión [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora