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—¡Mentiroso! —las palabras fueron como granadas lanzadas al cielo. Ninguna con una buena puntera, pero dispuestas a destruir todo a su paso— ¡Yo jamás caería bajo tus provocaciones tan inmundas y despiadadas! —el agarre se movía agitadamente.

La risa burlona del más alto se calmó un poco y volvió a verlo.

—Querías respuestas ¿no? Pues aquí las tienes: no te puedo devolver a Seoho porque ni yo sé qué le pasó después de enviar su alma al infierno —su fría mano bajó las dos del jovencito de cabello claro—; en cuanto tu súper fuerza y tu falta de memoria repentina...bueno...—le sonrió malévolamente, alzando su flequillo un poco más—...eso es porque ya no eres más un humano Hwanwoong —amabas miradas se encontraron. El más joven hubiese escapado de no ser porque unas manos más fuertes lo retuvieron todo el tiempo.

—¿De qué hablas...? —el pálido color que habia tomado el jovencito, hizo que RAVN lo atrajera hacia él y chasqueara los dedos.

—Esto te calmará, ahora cálmate.

El pecho del demonio de cabello oscuro olía a su característico perfume, era cálido extrañamente y se podía sentir como estaba bien cuidado. Hwanwoong tenía tantas emociones dentro que quería destrozar todo a su paso, y, sin embargo, estaba ahí sin hacer nada y con el rostro como el de un niño perdido.

—Quítame tu hipnosis.

—¿Así que ahora puedes reconocer cuando lo hago, eh? Eso es otro buen dato —contestó el ajeno sin verlo directamente—. Pero temo decirte que no te dejaré. Por varias razones, pero las principales son porque si lo hago; uno, me matarás o intentarás hacerlo y dos, debes procesar esto con cuidado. El cambio de ser humano a demonio, no es algo que todos sean capaces de asimilarlo.

—Cuando me saques de este trance aún te querré matar...y lo sabes.

—Estás en lo correcto una vez más, mi lindo Woongie —contestó el otro ya mucho más calmado—. Pero así son las cosas, ahora...

Cuando se dio cuenta, un cuerpo delgado y poco pesado era depositado sobre el mueble nuevamente. Sin embargo, la cabeza de este se encontraba en las piernas del otro jovencito de grandes ojos felinos.

—Esto te relajará —sonrió contento.

Los ojos de Hwanwoong se movieron por todo el cuarto, de arriba abajo y a los lados. Su mente no estaba tranquila desde que el ajeno lo hipnotizó y lo tenía como una mascota, atada hacia él.

Le dolía el corazón y una rabia rodeaba aquel sentimiento.

—Sé que puede ser difícil, pero por eso te acompañaré.

—Sabes que no te creo ¿verdad? —el más alto lo miró en silencio unos segundos antes de sonreírle tiernamente— Pierdes tu tiempo si quieres que te crea, y no quiero tu lástima —su entrecejo se hacía más pronunciado.

Una mano pasó por la cabeza del rubio y le acarició con tanta delicadeza que hizo al ya mencionado cerrar los ojos. Un suspiro se escuchó, pero en ningún momento se detuvieron las caricias.

—Hwanwoong, si no quieres creerme adelante. Pero debo decirte que si no reaccionas a esto...las cosas serán peores —ahora su rostro estaba serio y con algo de desasosiego.

—¿A qué te refieres? —su boca se movió con lentitud.

RAVN alejó el cuerpo del ajeno y se paró a un lado suyo, en donde pudiesen verse ambos claramente, donde con cuidado hizo aparecer una navaja entre sus manos al sonido de un chasquido para de inmediato pasarla para desgracia del más joven, entre sus muñecas y hacer un corte desde la muñeca hasta cierta parte alta del brazo.

Un líquido negro comenzó a deslizarse entre su pálida piel, donde un grito débilmente pronunciado hizo que el ajeno levantara la navaja de su piel suavemente haciéndola caer de igual manera.

El ya mencionado sonrió ante la preocupación del otro y bajó la mirada hacia donde varias gotas de algo parecido a tinta, se juntaba y quedaba impreso en el piso lentamente. Hwanwoong no podía creer lo que veía, pues hubiera jurado que eso tan solo era tinta o pintura negra...pero desgraciadamente no era así.

—¿Lo vez Hwanwoong? —caminó hasta estar cerca del diminuto rostro del ajeno y lo miró fijamente— Mi sangre, la sangre de los demonios no es roja, ni siquiera se acerca al rojo por más que lo intentes. Por eso debemos estar ocultos de las personas, ellas se darían cuenta fácilmente —las emociones estaban alteradas, pero conforme pasaban los segundos...su mirada se iba acostumbrando a la charla.

Asintió y luego volteó los ojos.

No quería seguir viendo.

—¿Y qué quieres probar con eso?

—Quiero probar que estoy diciendo la verdad —sus palabras sonaban demasiado bien como para creerlas. Y esto el rubio lo sabía bien, pues ni se molestó en tomarle atención.

El ajeno con la vista molesta, agarró el brazo inerte del rubio y le clavó la navaja. Un grito y un rostro adolorido fue lo que vieron los ojos del demonio...sin embargo, hubo algo más que los ojos de Hwanwoong observaron con más precisión.

Su sangre la cual era de un color rojizo, se iba trasformando lentamente en un color oscuro como el cielo de la noche. Esta se derramaba por su brazo y caía suavemente al suelo.

Estaba completamente en blanco, su vista no podía creer nada.

Todo se estaba derrumbando frente a él, y ya no tenía a quién culpar. No tenía con quién acudir, y tampoco entendía lo siguiente que iba a tener que ver antes de poder aceptarlo.

Se rehusaba a creer lo que veía, lo que escuchaba, lo que había hecho...todo, porque simplemente era demasiado para él.

Algo dentro de él ya no podía ser contenido.

Y ambos chicos lo supieron, cuando Hwanwoong levantó de nuevo la mirada y en cuanto notó un par de ojos negros viéndolo sin el menor rastro de humanidad...un líquido comenzó a bajar por sus ojos.

𝐓𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐌𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora