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Aquella voz la conocía, le era tan familiar como la suya propia.

Y, sin embargo, al mismo tiempo parecía otro quién la llevaba.

—Pero miren nada más, si no es más que el consorte —se burló el demonio de mayor altura.

El ajeno resopló con sarcasmo, para enseguida soplar cuidadosamente con dirección a su mano y hacer aparecer un látigo lo suficientemente largo como para manejarlo, pero no por cualquiera; solo por él.

—Creo que te has olvidado de un pequeño detallito Seonghwa —de inmediato el látigo comenzó a moverse a través de ellos hasta donde el ya mencionado se encontraba, aprisionándolo de brazos y piernas—. Tú no eres el que puede controlar cosas con solo el pensamiento —le dedicó una sonrisa pícara y volvió a apuntarlo con la palma extendida hacia él—. Y ahora te ha llegado tu fin. Déjalo en paz o tendrás problemas —su voz se sintió casi como un rayo lanzado con toda su potencia.

Y sin darle tiempo a reprochar, sopló su mano libre y una nube envolvió el cuerpo ajeno haciéndolo desaparecer de la misma forma que apareció.

—Eso sí que fue más de lo que habia preparado, casi se arruga este nuevo traje —hizo un ademán de limpiarse su traje perfectamente limpio, para enseguida dirigirse hacia el mueble y sentarse agotadamente—. Necesito agua.

Los ojos de Hwanwoong seguían sin poder creer todo lo que estaba viendo, tanto que no podía levantarse del piso. Su mente seguía procesando todo a un nivel que debía calmarse, así como controlar su corazón y entender el coctel de emociones que parecía en su estómago.

—Necesito agua —volvió a repetir, pero nada se movió—. Oh cierto, hoy no lo traje. De acuerdo entonces...—su mirada se movió buscando algo importante— ¿Hwanwoong puedes traerme agua? Estoy cansado. Pero ahora, porque si no podría empeorar...—no habia terminado de hablar cuando cayó en la cuenta que el contrario seguía sin moverse— O tal vez...no. Mejor más tarde.

Apenas habia terminado de hablar (mayormente solo) cuando unos brazos lo rodearon casi hasta dejarlo sin aire, siendo alejado de inmediato.

—Con más calma rubio. Cuidado ¿bien? Casi me vuelves a matar.

—Seoho, oh Seoho —sus ojos no aguantaron más—...Te extrañé mucho...pen...pens...pensé que te hab...habias ido...—sus gimoteos se hicieron más fuertes con forme hablaba.

El demonio de cabello negro lo miraba en silencio con una frialdad casi impenetrable, lo escuchaba, pero su mirada seguía igual de muerta que la última vez que lo vio.

Al cabo de unos minutos...Hwanwoong se detuvo observando como en ningún momento su amigo habia derramado una lágrima o siquiera lo habia visto con su característico brillo en sus ojos.

—Seoho...—suspiró el más joven.

—No soy el mismo Seoho, Hwanwoong. El mundo cambió, yo cambié —una mano se posicionó en el hombro del ya mencionado, dejando ver como una nueva lágrima caía por su ojo izquierdo—. Debes aceptarlo.

—No, pero...pero...Seoho...yo...—sus rodillas no soportaron más y cayó con fuerza.

La mente de Hwanwoong estaba completamente en blanco, nada de lo que habia hecho tenía sentido ahora. Se sentía cansado por sí mismo, se echaba la culpa una y otra vez internamente, no podía creer todo lo que le estaba pasando.

Teniendo en cuenta las numerosas veces que RAVN le habia repetido que se detuviera, y este obstinadamente se rehusaba siempre que lo mencionaba...Se sentía como un estúpido, como un niño que fue engañado durante toda su infancia, solo para descubrir que al final Santa Claus nunca existió.

La rabia y la tristeza comenzaron a comerlo rápidamente desde el estómago hasta todo su cuerpo, podía sentir como su mente comenzaba a darle ideas de toda índole; un total tormento y recordatorio al mismo tiempo que pese a que quería recuperar lo poco de su antigua vida...salvar a sus personas queridas...estas cosas ya habían cambiado hace mucho, sin que él se diese cuenta.

—Deja las lágrimas —habló el demonio levantando su mano y secando las gotas derramadas sobre las mejillas del ajeno—. Seguimos siendo amigos —su sonrisa era diferente; muy diferente— ¿bien? Pero debes aceptar que ya no seré el mismo que conociste la primera vez. ¡Y para bien!, porque sinceramente me habia estado perdiendo un montón de diversión allá abajo. Deberías verlo por ti mismo.

Sus palabras siempre eran acompañadas por manos moviéndose de un lado a otro o en cambio, por un tono de voz variante desde lo más aguado hasta lo más grave. Sin contar que este Seoho, se mostraba sonriente...pero era una sonrisa de alguien orgulloso y consiente del poder que posee.

El poder para destruir, tentar, apoderar, dudar, matar, vivir...todo eso dentro de esos hermosos ojos negros, que ahora solo reflejaban las llamas rojas del infierno.

—Pero yo no quiero al nuevo Seoho.

—Pero así pasa...la vida, o bueno —se burló y enseguida volvió a su posición calmada—, lo que sea que estemos haciendo ahora, pero continua y debemos seguir. No hay pasos atrás, además...¿no lo ves? ¡Mírame! —alzó los brazos poniéndose de pie y dando una vuelta de trecientos sesenta grados— Mira lo que soy, mira la importancia de ser yo, mira en quién me convertí.

Las rodillas de Hwanwoong se lastimaban, sin embargo, no tenía intenciones de seguirle el juego del que hablaba el ajeno. Seoho entonces se calló por un momento para detenerse a verlo y enseguida ofrecerla la mano.

—Hwanwoong, hace tiempo que las cosas cambiaron. Al convertirme en demonio, las cosas que conocía cambiaron, las cosas que amaba cambiaron, y sí, las cosas que odia también cambiaron. No recuerdo exactamente quién fui, o cómo era —las manos diminutas taparon la boca del más bajo—. Sin embargo, sí recuerdo cómo terminé en el infierno, así como recuerdo también la manera en la que tuve que arreglármelas para llegar a donde estoy —se alejó un poco del ya mencionado y poniéndose frente a él, levanto la mano hacia arriba soplando sobre esta—. No entendía a los demonios, era demasiado ingenuo en muchas cosas...y yo no tenía un demonio que me ayudase. Sin embargo, entendí algo importante ahí —el mapa que se habia formado por medio de partículas de polvo sobre el aire, formando una mini reconstrucción de todo lo que decía el demonio...se detuvo—. Si no puedes sobrevivir, entonces mejor muere.

El mapa cayó al suelo regresando a ser polvo, en tanto una mirada triste pero casi invisible se dejaba ver en el rostro del jovencito de cabello oscuro. Se volvió a sentar y dio un suspiro largo.

—Las cosas que vi abajo, las cosas que viví abajo...todo Hwanwoong...todo eso te cambia —sus palabras parecían poder quebrarse en cualquier momento, muy contrariamente a sus ojos que no reflejaban algo—. Ya no podía esconderme en ti, ya no podía pedirte ayuda...Me tuve que adaptar a lo que viniera, claro que no fue fácil al principio. Pero pronto me di cuenta de que, si debía caer en lo más profundo del averno para vivir; entonces daría hasta mi inmortalidad por "vivir" —recalcó con comillas en sus dedos.

Ambas miradas se cruzaron, mas ninguno abrió la boca.

—Tuve suerte de que hacia bien mi trabajo —rio por lo bajo, orgulloso de lo que decía de sí mismo—, así fue cómo terminé siendo consorte principal dentro del reino infernal. Esa es mi historia, ahora...al punto...¿Por qué me estabas buscando? —sus cejas se levantaron y casi podía jurar que habia un signo de interrogación, sobre él.

𝐓𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐌𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora