¶21¶

39 4 0
                                    

—Bien...Después de eso, recuerdo que convenció a otro demonio de que lo probase con él. Recuerdo haberme negado...o algo así, las cosas son muy borrosas...perdón —se llevó las manos a la cabeza—. Lo que vino después, no sé a detalle, pero sí que cuando amanecí...había un desastre de muerte y sexo entrando por mi nariz. Al principio pensé que era una pesadilla, pero conforme iba abriendo más mis ojos...la verdad se asomaba más cerca...—dejó caer su cabeza en ambas manos soltando un suspiro— Seoho habia matado a todos los demonios de ahí, tan solo unos cuantos de rangos igual o menores sobrevivieron, con la condición, sí, de ser sirvientes de él. Sé que suena ilógico, pero según después me contó él mismo; el látigo lo llevó a encontrar su verdadero poder. Conforme mataba a más almas, el látigo se alimentaba y su poder crecía.

—¡¿Mataba para tener más poder?! —ahora los papeles se habían invertido; RAVN enfocaba bien sus pupilas, mientras el ajeno bajaba los hombros lentamente— perdón, continúa por favor.

—Sí, ha eso voy, gracias Leedo —respondió Keonhee dejándose reposar en el respaldar del asiento—. Continuando, ahora Seoho era el propietario del nuevo prostíbulo y tenía tanto poder como los demonios que lo habitaron, pudieron darle. Pero él sabía lo que quería, él sabía que si quería una vida como la que yo aspiraba...tendría que trabajar arduamente, y eso hizo. No sé cómo lo hizo, pero una noche cuando volvía del trabajo, lo vi escapándose de mi departamento y subirse a un auto. Hice lo que cualquiera hubiera hecho, y los seguí, hasta que me llevaron al lugar menos pensado...Era Seoho, estaba abrazado del brazo de un hombre bajito y con poco cabello. Como sea, logré infiltrarme entre la gente del prostíbulo y cuando por fin vi que ambos se despedían en la puerta, me acerqué hacia Seoho. Y no creerán lo que hizo...—cruzó sus brazos, y apretó los nudillos— Me sujetó del brazo y me llevó a un cuarto vacío, uno en donde me preguntó la razón para estar ahí a esas horas...Yo como buen amigo, le dije que estaba preocupado por él, que ya no lo conocía y que comenzaba a dudar de si verdaderamente estaba tan seguro de pasear por ahí con cualquiera y teniendo tan poco poder. A lo que me contestó muy desgraciadamente: "Deja de molestar, ahora tengo más poder. Y no te necesito más".

Si los nudillos de Keonhee hubiesen tenido más fuerza, de seguro habría comenzado a sangrar su mano por la presión usada.

—Eso me dolió, pero también me molestó, así que lo reté a que me muestre su poder. Y eso hizo; su látigo habia cambiado, era más largo, más fuerte y con un simple movimiento de muñeca, destrozó la cama detrás de nosotros. Jamás habia visto algo como eso, así que no le dije nada para no preocuparlo, pero verdaderamente sabía que eso no era normal. Cuando le pregunté de dónde habia conseguido ese poder, me dijo que ese señor que habia subido al carro, era un funcionario importante y que al enterarse de que el prostíbulo era conocido por tener buena fama, decidió probar él mismo. Y que, por lo tanto, Seoho se habia encargado de él —miró su tasa una vez más, antes de mirar en lo profundo de esos ojos negros—. Y que, como pago, este le habia exigido usar su látigo en él una vez al menos como despedida, de inmediato obtuvo un "sí", y ahí fue donde aprovechó en robarle un poco de su poder. Obviamente el funcionario no se dio cuenta...y nadie lo hubiera sabido, sino hubiese sido porque unos días después de que se siguiesen viendo...el funcionario habia nombrado como cortesano principal a él, y este murió a causas muy extrañas; lo que consecuentemente llevó a Seoho a tener un lugar dentro del reino infernal...Después de eso, Seoho decidió apartarse por completo de mi lado...Lo que obviamente no quería y no quiero —hizo mayor recalque en esa última palabra—, por ende, me empeñé en apoyarlo en lo que fuese...Hasta que un día inesperado, me avisó que pensaba cambiar sus antiguos sirvientes por unos de la corte, y él quería que me presentase, obviamente lo hice y como era de esperarse...me quitó un poco de mi poder.

El jovencito que hasta ese momento de habia mantenido lo más calmado, dejó de estarlo para dar un golpe rápido en la mesa y fijar los ojos en el mencionado.

—¡¿Les quitó sus poderes?! ¡Pero qué mierda le pasa!

—No, no —negó—. RAVN, deja de interrumpir. Seoho no me quitó tanto poder como al funcionario, pero claro que no me dejo todo, ya saben, solo me dejó lo necesario. Ni poco para ser inservible, ni mucho para desafiarlo —momentáneamente dejó escapar una sonrisa—. Se habia vuelto bastante inteligente y precavido, con sus conocidos.

—¿Y eso te alegra?

—RAVN —le llamó la tensión el demonio de lentes.

—No me entristece, porque es mi amo —contestó sin titubear—; pero como individuo aparte, sí sueño con poder volver a esos días donde no éramos más que simples demonios.

—¿O sea que tú lo amas?

—En palabras simples. Sí.

—¿Pero no te das cuenta que es peligroso, y que en cuanto no le sirvas te tirará como cualquier otro? —realmente su voz sonaba más atenta, que su razonamiento.

—Eso es solo porque lo dicen ustedes. Ustedes no lo conocen como yo. Nadie lo conoce tan bien como yo, y esa es la razón por la que sigo a su lado.

—¿Pero no estabas contándonos de todo lo que pasaste para poder salvarlo antes de que sea demasiado tarde? —las manos de Leedo, se apoyaban con fuerza sobre la mesa.

—Eso fue antes...

—¿Antes?

—Sí; antes de que me diera cuenta de que Seoho no tiene malas intenciones. Tan solo quiere tener lo que desea de una manera un tanto...diferente a lo habitual, pero no es nada. Con unas palabras de aliento y cariño, de seguro vuelve a ser el mismo —en el momento menos esperado; Keonhee ya habia vuelto a estar alegre y tenía sus ojos bien abiertos.

Los dos ajenos, se dieron una mirada rápida antes de poder llevar sus tasas a sus labios correspondientes. Sus mentes trataban de comprobar las verdaderas intenciones de que Keonhee haya aceptado a dar esa valiosa información.

Ya que después de toda la historia, las palabras antes dichas por este...estaban en la cuerda floja.

𝐓𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐌𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora