El vestido

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Hace años en alguna parte de la ciudad.

Es curioso como pequeñas cosas insignificantes pueden afectarle tanto a una persona, como en el caso de Sanji Vinsmoke.

Era un niño rubio con una ceja en espiral que vivía en una mansión, todos los niños vecinos le envidiaban por el dinero que poseían pero ellos en verdad no sabían que ocurría detrás de aquellas cuatro paredes.

-¡Padre basta por favor! - Suplicaba un pequeño rubio desde el suelo.

-¡No me llames padre! ¡Tú no eres mi hijo! - El hombre le proporcionó otra patada en el estómago dejándolo sin respiración unos segundos.

-P-pero y-yo...

-¡Tú eres un asesino! ¡Mataste a mi mujer! - Le agarró del cuello estampandolo contra la pared, su mirada reflejaba una ira descomunal pero en el fondo de ella una tristeza mayor.

Su amada esposa murió en el parto por su débil estado físico, por eso no podía mirar a la cara aquel niño le recordaba todos los días de su vida que no pudo hacer nada para salvar a su esposa pero sobre todo odiaba cuando el pequeño sonreía... Ya que se volvía la viva imagen de ella aumentando su dolor.

El pequeño se pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación, por suerte comía algo porque los sirvientes le daba un poco de su comida ya que su padre no quiere ni que cocinen para él. Así que así era la vida de Sanji Vinsmoke, sufría en su pequeño cuerpo heridas de las palizas de su padre, su piel tenía un tono grisáceo por no darle la luz del sol y su estado físico era bastante bueno sabiendo lo poco que comía.
Pero aún en ese infierno el pequeño tenía su rayo de luz, los días que su padre no estaba por tema de negocios el pequeño salia al jardín de atrás donde estaba la tumba de su madre, se sentaba allí hablando con ella. Al principio no se acercaba se sentía culpable hasta que una noche soñó con ella.

En su sueño Sanji caminaba en un prado yeno de flores amarillas, blancas, azules y violetas. Al fondo había una mujer con una larga cabellera rubia, estaba sentada en medio de las flores. Sanji se acerco con cautela hasta que la mujer se giro sonriendo con ternura.

-Que grande estas mi pequeño.

Sanji se quedó inmóvil, reconoció a la mujer enseguida como no hacerlo si había cuadros de ella por toda la casa.

-¿M-madre?

La mujer asintió estirando los brazos para abrazarlo con fuerza, Sanji sabía que era un sueño pero se sentía tan real que hasta lo dudaba.

-L-o siento... Lo siento... - lloraba el pequeño en brazos de su madre.

-No fue culpa tuya, fue cosa del destino.

-¿Destino? ¿Qué es eso?

-Todos tenemos un destino, es donde se dirigen nuestras vidas a veces luchamos para cambiarlo pero lo que tiene que suceder sucederá de una forma u otra.

Sora se apartó un poco de su pequeño para coger una corona de flores azules que había hecho colocándola en la cabeza de Sanji ante su mirada confundida.

-Mi príncipe. - Sonrió con los ojos llenos de amor mirando a su pequeño y ahí Sanji entendió que no le odiaba que en verdad nunca le había odiado y su corazón se lleno de una calidez que nunca había sentido.

Por eso después de aquel sueño Sanji visitaba la tumba de su madre y en primavera le hacía una corona de flores colocándola  en su lápida.

Los años pasaban y nada cambiaba en aquella mansión lo único que cambiaba era el pequeño rubio que ya no lo era tanto, ya había cumplido 16 años, tenía carácter incluso a veces desafíaba a su padre ya que saber que no fue el causable de la muerte de su madre le dio una gran confianza. Y eso hizo que su padre se volviera más paranoico, más agresivo y para desgracia de su negocio un alcohólico que pasaba la mayor parte de las noches en los bares, ya no iba a negocios de empresa los había cambiado por botellas de ron. Una noche el hombre rubio visitó un antro que acababan de abrir no era nada del otro mundo había muy pocas sillas, mesas y bebidas pero con una le era más que suficiente.

-Vaya vaya mira a quien tenemos aquí al gran Judge. - Se acerco a él ocupando el asiento de su lado.

-Déjame Cocodrile. - Escupió con desprecio mientras tomaba un sorbo a su bebida.

-Que bajo has caído amigo mío, menos mal que Sora no está viva para ver esto.

Tan pronto como menciono el nombre de su difunta esposa se levantó cogiéndole del cuello.

-¿Qué quieres sabandija?

-Un trato. - Judge le soltó y se volvió a sentar para volver a tomar un sorbo de su bebida.

-Ya no hago tratos.

-Conmigo si porque tengo una gran idea para este local pero por desgracia muy poco dinero y ahí es donde entras tú.

-No pienso darte ni un duro.

Cocodrile sonrió encendiendo su puro para luego darle una calada.

-Si harás todo lo que yo diga.

De repente un dolor en el estómago de Judge se formó haciendo que cayera al suelo.

-Desgraciado... Que le has echado a la bebida...

-Una droga, que hace que tenga aalucinaciones

-Bastardo... - Judge noto como la droga hacia efecto enseguida empezó a escuchar susurros a su alrededor y a notar como todo empezaba a moverse, pero como su orgullo era mayor como pudo salió de allí dirigiéndose a su casa.

Mientras tanto en ella estaba Sanji, en la habitación de sus padres limpiandola un poco, cuando su padre no estaba en casa se metía en los cuartos para ordenarlos un poco y de paso cotillear ya que en algunos encontraba fotografías o cartas de su madre pero esta ves había encontrado un vestido blanco, lo observo para luego abrazarlo aún contenía la esencia de su madre podía sentirla.

Pero un estruendo le sacó de sus pensamientos sobre saltando lo, era su padre agitado bañado en sudor  Sanji por reflejo se acobardo hasta que le notaba algo raro en su padre sus ojos estaban irritados y parecía como si estuviera asustado él por verle.

-¿Padre está bien? - Preguntó Sanji acercándose a él y Judge retrocedió.

-S-sora no puede ser...¡Estás viva! - Empezó a llorar con una sonrisa que le puso los bellos de punta a Sanji.

-Padre yo... No soy ma... - Este no pudo  acabar la frase porque Judge se abalanzó sobre el para besarlo, Sanji sintió una harcada subiendo desde su garganta.

-Te echado tanto de menos cariño... - Beso el cuello de Sanji pero este pudo quitarse de su agarre para ponerse en pie.

-¡Padre no soy Madre!

Aquella noche hubo gritos, peleas y llantos pero que podría hacer Sanji siendo un chico de nada más que de 16 años contra la fuerza de su padre drogado.

Al día siguiente cuando Judge despertó y vio a su hijo en el suelo semidesnudo lleno de sangre su alma cayó al suelo, sin pensárselo dos veces salió de aquel lugar para ahocarse en el establo que había detrás de la mansión a cabo de unas horas una sirvienta lo encontró ya sin vida. Los sirvientes buscaron a Sanji por todos lados y por último en la habitación de su jefe encontrandolo sentado en una esquina de la habitación, temblando aún semidesnudo lleno de mordidas, arañazos y golpes por todo su cuerpo mientras abrazaba el vestido de su madre sin parar de llorar.

A los días en el funeral de su padre Cocodrile se presentó enseñando en un papel la firma de su padre donde le daba todo sí algún día muriera, a partir de aquel día Cocodrile convirtió el local que tenía como el club y como Sanji era huérfano y Judge le había desederado cuando aún solo tenía meses de vida se había quedado en la calle o eso pensó hasta que una siniestra idea pasó por la mente de Cocodrile y era que se quedara allí viviendo en el Club pero obviamente eso no sería gratis.
Y ahí empezó la nueva vida de Sanji Vinsmoke como esclavo sexual pero a diferencia de los otros muchachos jóvenes que aún no tenían 18 años él con 16 empezó su servicio ya que no era puro ante la mirada de Cocodrile.

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