NUESTRA ES LA FURIA | Pesada es la corona y, sin embargo, ella la usa como si fuera una pluma. Hay fuerza en su corazón, determinación en sus ojos y la voluntad de sobrevivir reside en su alma.
Ella, eres tú
Una guerrera, una campeona, una luchadora...
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— ¿Estás segura de esto? —le preguntó su padre. Luego de esa larga plática con Lady Olenna, buscó a su padre para contarle acerca de sus planes.
— Ahora más que nunca. —respondió.
Doran soltó un largo suspiro. Aquella misión que su hija planeaba era muy peligrosa, lo suficiente como para temer por su vida. Por largo rato trató de persuadirla para hacerla olvidar tal locura, pero sólo fue un intento fallido, la rabia que habitaba en su interior era más poderosa que antes.
— No puedo hacerte cambiar de idea, y tampoco puedo detenerte. Tienes todo mi apoyo. —declaró Doran— Si quieres ir a la guerra, entonces iremos contigo.
La larga despedida finalizó con una promesa de encontrarse pronto. Lena miraba hacía el frente, no sólo al largo camino que atravesaría, sino a todo lo que le esperaba una vez que llegaran a su destino.
— ¿A dónde iremos, mi reina? —preguntó Allister, en todo este tiempo a pesar de lo sucedido, nunca dejó de llamarla así.
— Ya no soy una reina, Allister.
— Lo eres para mi. —reafirmó— Así que, ¿a dónde vamos?
Ella apenas sonrió.
— Al norte.
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El anuncio de la pronta llegada de Lena Baratheon había desatado una gran conmoción en Winterfell, algo que no sucedía desde que el rey Robert llegó acompañado de los leones. El regreso de su reina daba un aire de esperanzas a sus habitantes. Nada era igual que antes, muchas cosas habían cambiado y ni siquiera ellos o los señores del norte estaban del todo de acuerdo con nueva etapa.
La pelirroja andaba por todos lados buscando a su hermano. Sansa fue quien tuvo que mantener el orden cuando todo parecía desmoronarse frente a ellos. Catelyn ya no interfería, no después de la decisión que Jon Snow había tomado tan pronto como Lena partió a Dorne.
Arya gastó horas enteras dialogando con Jon, algunas veces tranquila y otras tantas no tanto. Cualquier intento era en vano, pues siempre recibía la misma respuesta por parte de él.
— Sansa, espera. —dijo Theon tomándola del brazo para detenerla.
— Necesito a mi hermano, si lo ves dile que tengo que hablar con él.
