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Narrador Omnisciente.

Aquel salón estaba más que hace unas horas, cuándo Nicolas se encontraba allí adentro junto a una inconsciente Emma y su inestable tía.

Elsa intentó moverse, aún sin abrir del todo sus ojos, pero casi al instante los recuerdos de hace algunos minutos llegaron a su cabeza y como sus brazos estaban atados detrás de su espalda, lastimándola.

-. ¡Buenas tardes, princesa!.- alzó su voz Anna, aumentando su tono y volviéndolo más chillón.- ¿recuerdas? Así te decía mamá.

-. ¿Dónde están?.- fue lo primero que preguntó, viendo a su alrededor para descubrir que Nicolas y Emma no se encontraban en aquel cuarto.

-. Oh, ¿tú hijo y cuñada? Pensé que les gustaría reírse un poco así que los até a un candelabro.- se encogió de hombros.

-. ¿Que? Dios, Anna estás loca.- gruñó Elsa, intentando soltarse del agarre, pero solo se causaba más dolor.

-. Tal vez, pero si tú Preciado Jack no los encuentra pronto, tú hijo pasará de estar vivo a ser un budín.- se encogió de hombros riendo.

-. Nunca entenderé tu locura conmigo y con ambas empresas. ¿Acaso el dinero es todo lo que conoces?.- la miró, esperando ver algo de humanidad dentro de ella. Lamentablemente no tuvo suerte con su hermana.

Anna era todo lo contrario a humanidad. Todo para ella era dinero y aceptación. en su mente ella pensaba en que entre más tuviera, sería mejor aceptada. pero se dió cuenta que era mentira.

porque por más que quisiera, ella siempre veía todo lo malo. Cada te quiero que Elsa le daba, ella veía un inexistente tono de odio, de superioridad. Por eso fue tan fácil con Kristoff, porque él era inferior a ella y eso ni su cerebro lo podía cambiar.

-. ¿sabes?.- volvió a hablar Elsa, llamando su atención.- en serio habría sido capaz de perdonar todo lo que hiciste. Pero ahora, secuestrando a dos niños inocentes y atentando contra ellos... Solo me deja claro lo loca que estás.- murmuró entrecerrando sus ojos. Esta vez la mente de Anna no tuvo que distorsionar aquel mensaje, pues el tono de Elsa había sido claro. Lleno de odio y rencor.

Anna sonrió divertida y sin previó aviso, golpeó en el vientre a Elsa, para luego repetir la acción, pero contra una de sus mejillas.

La platinada abrió sus ojos como plato en cuento sintió el sabor metálico sobre su labio inferior. Miró a Anna y sonrió de lado.

-. Eres la única persona, que cuando le dicen la verdad en su cara, secuestra a un niño inocente y luego golpea a su hermana.- río sin ganas.- Eres débil. Admítelo

Otro golpe llegó a su mejilla y luego dos más a su estómago y vientre.

-. No deberías ir hablando así cuando la única con ventajas aquí, Soy yo.- murmuró, antes de palmear su mejilla de forma brusca y alejarse de Elsa, la cual a penas y podía respirar entrecortadamente.

El lugar no era tan grande. Había pocas habitaciones en los pisos de arriba y un angosto y largo pasillo que solo te lleva años entrada principal del lugar.

Era perfecto para el uso que el Señor Arendell y su platinada nieta le daban. Aprender a cazar y capturar algunas presas. Pero Anna solo podía pensar en lo asqueroso que era todo a su alrededor.

En el centro de la sala principal, un bello y pequeño pero largo candelabro colgaba, decorando el lugar y dándole aquel toque de clase que llamaba la atención. Pero aquello en estos momentos no era el centro de atención.

Emma y Nicolas estaban completamente lúcidos y atados arriba de este, con sus bocas tapadas para evitar algún grito de su parte, mientras el ruido de la soga intentando sostenerlos de aquel objeto era lo único que oían en aquel lugar.

Dᴇᴇᴘ ʀᴇʟᴀᴛɪᴏɴsʜɪᴘ (+18) ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora