La muerte llegó con tres minutos de retraso. Al empujar la puerta, halló a Clara
con las mejillas húmedas y los labios llenos de palabras no dichas. Un revólver
humeante y el cadáver de un mal hombre yacían cerca de ella, vestigios de su
ataque de furia.
La muerte le acercó papel y pluma mientras le murmuraba tiernamente una
advertencia: «No tienes mucho tiempo, los vecinos escucharon el disparo, así
que escribe y luego vete». La mano de Clara se deslizó sobre el papel y las líneas
se convirtieron en el mensaje que sus labios nunca pudieron formular. Se oyeron
sirenas, se oyeron neumáticos acercarse con frenesí. Clara soltó el bolígrafo y
salió del lugar. La ciudad se la tragó, la luna borró sus huellas, nadie logró
encontrarla…
*
Paula salió adolorida de la clínica, su madre le servía de soporte para caminar.
Su rostro estaba pintado de morado y los puños de su novio habían sido el
pincel. A pesar de todo, el bebé permanecía estable. Paula no dejaba de
acariciarse el vientre, murmurando promesas para el huésped dentro de ella.
Al llegar a casa, una barrera de oficiales le impidió el paso tanto a ella como a
su madre. Sin embargo, uno de ellos se dio a la tarea de explicarles la situación.
Paula casi desgarró sus pulmones luego de enterarse. Gritó el nombre de su
novio creyendo que si lo repetía suficientes veces, él se levantaría. Su llanto y
alaridos casi revientan el foco de un poste de luz. Quiso contemplar por última
vez el rostro de su novio, pero una bolsa negra no se lo permitió.
El oficial le entregó una nota de papel improvisada que habían encontrado
dentro de la casa. Paula distinguió de inmediato la letra de su mejor amiga Clara.
El mensaje decía sólo verdades, fue por eso que le pareció tan hiriente:
«Lamento no haber nacido hombre como él. Te amo. Lo hice siempre. Tú
nunca ibas a dejarlo, y un día él terminaría matándote.
Perdóname».
El papel aún tenía rastros de llanto.
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Cuentos Para Mounstros
Short Storymi vida nunca hacido muy comun dentro de la vida social