A las nueve y media de la mañana del día siguiente, llegaron al humeante pueblecito de Evergreen, Colorado, y fueron directamente a la consulta del médico.
Apenas habían cruzado dos palabras desde el día anterior, pero cuando se sentaron en la sala de espera, Harry se sintió obligado a hablar.
—No le digas al médico que estás sola y que no me conoces. Dile solamente que te caíste en el bosque, que te hiciste un pequeño chichón, que te dolió la cabeza, que tuviste náuseas y que no recuerdas nada.
Ángel lo miró perpleja.
—¿Por qué?
Harry sacudió la cabeza. Era mero instinto. Así se sobrevivía. Además, todavía daba vueltas a la pesadilla y había prometido protegerla.
—No quiero que ese tipo llame a la policía todavía. Confía en mí, ¿de acuerdo?
Ella asintió con la cabeza y sonrió vacilantemente.
—De acuerdo.
La sonrisa hizo que le temblara todo el cuerpo y que se acordara del beso. Cuando bajo el lienzo estrellado había probado lo que llevaba dos días anhelando probar; cuando había sentido lo que siempre había querido sentir: que Ángel lo deseaba. Todavía notaba su boca, suave como la seda, tan suave que se habría dejado arrastrar por ella durante días enteros. Pero el sentido del deber le había dado una patada en el trasero.
—¿La señora Styles?
La voz de la enfermera sacó a Harry de su ensimismamiento. Levantó la mirada y vio a una mujer que miraba a Ángel mientras mantenía abierta una puerta.
—Acompáñeme.
Ángel se volvió hacia Harry.
—¿Por qué me llama así? —le susurró.
—Es mi apellido —le contestó él con otro susurro.
—Vaya, muy bonito. Le has dicho tu apellido a ella antes que a mí...
—¿No podemos hablar de esto más tarde?
—No.
—Mira, siento mucho no haberte dicho mi apellido, ¿de acuerdo?
—Muy bien, pero ¿por qué se lo has dicho a la enfermera...?
—Lo escribí en el formulario cuando te inscribí—susurró Harry a toda velocidad mientras la enfermera daba golpecitos de impaciencia con el pie—. Así es más sencillo, Ángel. Ahora, deberías...
—Pero ella cree que soy tu...
—Quiero que todo el mundo lo crea. Sobre todo si realmente te persigue alguien.
Tenía que hacer algunas indagaciones. Saber si su sueño tenía algo de realidad.
Naturalmente, quería que encontrara a su familia, pero también se había comprometido a protegerla hasta entonces.
—Venga... —le dijo señalando a la enfermera. Ángel se levantó.
— ¿Estarás aquí?
—Sí.
Ángel sonrió.
—Muy bien.
La enfermera se aclaró la garganta.
—Si está nerviosa, su marido puede pasar con usted, señora Styles.
Harry le hizo un gesto con las cejas a Ángel. Después del breve encuentro en el saco de dormir, Harry no creía que fuera una buena idea verla con una bata corta de algodón y el trasero al aire. Pero si ella quería...