—Mide cerca del metro setenta y pesara unos cincuenta y cinco kilos. Tiene el pelo largo, ondulado y castaño claro con reflejos dorados y rojizos Ah, y ojos color violeta.
Harry se apoyo en la pared de la cabina telefónica y Jack Bonner, su amigo del FBI, se rio.
—Ojos color violeta, ¿eh?
—Efectivamente.
—El pelo largo, ondulado y castaño con reflejos rojos y rubios, ¿no?
—¿Estás repitiéndolo para ti mismo o para tocarme las narices un rato?
Harry estaba dispuesto a agarrarle del cuello a través del teléfono.
Jack volvió a reírse.
—Para tocarte las narices y divertirme un rato.
Se conocían desde hacía diez años e incluso habían ido juntos a la academia. Los demás policías los llamaban los inconformistas por sus métodos convencionales de perseguir a los sospechosos y enseguida hicieron buenas migas. Sin embargo, ninguno de los dos encajaba como policía y al cabo de unos años, Jack entró en el FBI y Harry se pasó al cuerpo de sheriffs. Para sorpresa de algunos, su amistad perduró. Naturalmente, de vez en cuando se creaban problemas, pero a la hora de la verdad, harían cualquier cosa el uno por el otro. Cuando a Jack le destrozaron una pierna, Harry estuvo a su lado para ayudarlo a que volviera al trabajo. Cuando Janice murió, fue Jack quien sacó a Harry de la cama después de pasar un mes hundido en la miseria.
—También tiene un acento peculiar —la comentó Harry a su amigo. — ¿Estás apuntándolo?
Jack hizo un ruido despectivo.
—¿Con quién crees que estás hablando, Styles?
Harry oyó que escribía en un papel.
—Te decía que tiene un acento peculiar.
—¿Sureño? ¿Británico? ¿De Brooklyn? ¿Qué acento?
—Británico o escocés o irlandés. No estoy seguro.
—¿Crees que viene de una buena familia?
—Seguro. Tiene unos modales perfectos, habla con corrección absoluta, no sabe cocinar, se cruza las piernas al sentarse y llevaba las mejores botas del mercado cuando la encontré.
—Las chicas ricas pueden ser una verdadera pesadilla.
—En realidad, eso es lo que no encaja en Ángel.
Se arrepintió al instante de haber dicho su nombre cariñoso.
— ¿Ángel…? —Jack arrastró la palabra.
—Tenía que llamarla de alguna manera, ¿no?
—Es muy amoroso...
—Que te den, Bonner.
Habían tardado tres segundos en volver a los diecinueve años, cuando se tomaban el pelo sobre quién tenía el mejor coche, la mejor chica o la mejor pistola.
—Me alegro de comprobar que el aire de la montaña no te ha cambiado demasiado, Styles —Jack se rio—. ¿O es la pesadilla rica, hermosa y de pelo ondulado?
—No es una pesadilla, es... la verdad es que es adorable.
— ¿Adorable…? Estás acabado, tío.
—Te juro que no veo el momento de que acabe con esto y...
—¿Me invites a una cerveza?
—Vuelve a intentarlo.