¿Se había muerto y estaba en el cielo? ¿O sería el infierno?
Harry volvió a meter la pistola en el cinturón. Cuando se dio la vuelta, Ángel ya se había alejado un poco y estaba con la espalda apoyada en la pared de roca, el pelo mojado, los ojos grandes y brillantes y los pechos le subían y bajaban cada vez que tomaba aliento.
Sin embargo, daba igual que estuviera a salvo debajo del agua o que la noche estuviese cayendo deprisa o que cuando la vio el agua le llegara a mitad del muslo. Su imagen, su piel blanquísima, sus largas piernas, sus pechos pequeños y perfectos, su cintura finísima y la curva de las caderas, se habían grabado indeleblemente en su debilitado cerebro.
—¿Vas a decir algo, Harry?
—Estoy pensándolo —contestó con un hilo de voz.
—Creo que me siento violenta —gruñó ella.
—¿Qué quieres decir con que lo crees?
—Digamos que tengo la sensación clara de que nunca había estado desnuda delante de un hombre.
Harry sintió una punzada casi dolorosa en el pecho. ¿Era eso posible? Tenía que tener unos veinticinco años. Si fuese posible, si ningún hombre la hubiese visto desnuda, ¿por qué tenía que ser él el primero?
Era un tormento absoluto y delicioso.
—No tienes ningún motivo para sentirte violenta, Ángel —farfulló con los dientes apretados.
Ella pareció más tranquila.
—¿Lo dices porque está tan oscuro que no me has visto?
Harry sacudió la cabeza con su imagen abrasándole el cerebro.
—No te he visto.
—Fantástico.
—Estabas absolutamente perfecta a la luz de la luna. Eso es lo que quería decir.
Estaba portándose como un hombre de carne y hueso delante de ella y le fastidiaba mucho. Había perdido la batalla del dominio de sí mismo. Le había dicho cuánto la deseaba, como un adolescente en celo. No podía retirarlo y tampoco podía borrar la imagen de ella.
Ángel se movió con inquietud en el agua y la visión de los pechos balanceándose sobre la superficie se apoderó de él.
—¿Absolutamente perfecta a la luz de la luna? ¿Es verdad?
Harry quiso reírse.
—Pareces intrigada.
Ángel esbozó una sonrisa pícara que golpeó a Harry en mitad del pecho y fue bajando cada vez más.
—Intrigada, no. Quizá un poco halagada.
—¿Solo un poco?
—De acuerdo. Estoy muy halagada.
Ese juego estaba volviéndole loco. Ella estaba volviéndole loco. El poder de aquella mujer lo dominaba y cada vez que la miraba sentía como si fuera una amenaza para todo lo que había levantado tan costosamente durante los últimos cuatro años. No podía permitir que le derrumbara aquel muro protector.
—Bueno, a lo mejor no tienes motivo para estarlo.
—¿Por qué?
—Un hombre puede volverse muy peligroso con esta luna. Sobre todo cuando una mujer hermosa y completamente desnuda lo está torturando.
Ella nadó hacia él vacilantemente, se paró a sus pies y lo miro con ojos cautelosos pero sinceros.
—A lo mejor me he sentido un poco violenta por que me has visto… desnuda, pero nunca tendría miedo de ti, Harry.
