5

959 65 20
                                    

Para Miriam, la primera semana dentro del internado pasó casi sin inmutarse.

Había elegido el bachillerato social, como sus dos amigas, y las primeras clases que había tenido, habían sido introductorias para conocer las bases de cada asignatura. Tenía que organizarse correctamente durante todo el curso para poder llevar todo al día, y sacar la selectividad con buena nota.

En la estantería que había colgada encima de su escritorio, Miriam contaba con un archivador para cada asignatura. Sus apuntes estaban subrayados de arriba a abajo y estaban llenos de escritos en los bordes, flechas y menciones del profesor y, aunque para cualquier otra persona que los mirase esos apuntes serían un completo caos, para ella era un completo orden de ideas.

Sus amigas sabían que cuando la gallega se sentaba en el escritorio para hacer los apuntes, era mejor no molestarla. Se concentraba tanto que en muchas ocasiones, aunque le hablasen, ella ni se enteraba. Y si la conseguían despistar, se solían llevar alguna pequeña bordería por su parte.

Y bueno, para qué mentir, a ellas también les beneficiaba tener a una amiga tan aplicada, pues Miriam era una excelente profesora particular cuando estudiaban juntas.

Casi todas las carpetas ya tenían apuntes en su interior para haber pasado solo una semana desde que empezó el curso. Casi, porque la asignatura de Educación Física todavía no tenía nada dentro. Todavía.

El Internado Privado San Juan Bautista de la Salle instauró a los de segundo de bachillerato esta asignatura para mantener a los alumnos activos durante su estancia en el colegio. Para muchos eran un palo, pero para otros, como a Miriam, les gustaba saber que dos veces a la semana, harían algo de ejercicio. Aunque también habría algo de teórica, por eso la existencia de esa carpeta.

Y ahí estaba ella, un viernes por la mañana en clase de Educación Física con Sonia, la profesora.

Lo primero que les mandó al llegar fue hacer unas vueltas de calentamiento. Así que Miriam, Julia y Mireya estaban corriendo juntas hablando, pero la primera no estaba nada pendiente de la conversación que estaban teniendo sus dos amigas.

-Miriam.

-¿Qué?

-Que no te has enterao' de na' de lo que hemos dicho. - le contestó suavemente Julia.

La gaditana, desde que se enteró de lo Sabela, iba con pies de plomo con Miriam. Veía a su amiga más abatida y despistada de lo normal y no sabía cómo actuar con ella. Cosa que ponía algo nerviosa a la gallega. No necesitaba que nadie se compadeciese de ella.

-Perdón, estaba en...

-Albacete.- contestaron al unísono las dos andaluzas.

Miriam las miró divertida.

-Vaya dos tontas. ¿Qué pasa?

- Que Agoney me ha preguntado si vamos a ir a Cala Petita como cada año.

Ostras. La fiesta que celebraban cada inicio de curso entre sus amigos, se le había olvidado completamente.

-Se te había olvidao', ¿verdad? -no pudo evitar preguntarle Mireya al ver su cara.

-No, no. -Contestó rápidamente, dejando su credibilidad por los suelos. Mireya y Julia se miraron confirmando que, efectivamente, a la gallega ni se le había pasado por la cabeza aquella fiesta. Miriam entendió esa mirada y se defendió intentando estirar de su vena de actriz. -Que no, neno. Que me acordaba. Es que me habéis pillado en blanco ahora. La podemos celebrar el fin de semana que viene, ¿no?

-Sí- contestó Julia- Tenemos que decirle a Miki que hable con su amigo Joan pa' que nos traiga las cosas al internado.

Las tres buscaron a su amigo por la pista y antes de que pudieran ir hacia él para comentarle lo decidido, Sonia les volvió a llamar para que fueran hacia ella.

Te quiero lejos, pero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora