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Lo había intentado. Durante una semana, Mimi había intentado de diferentes formas picar a Miriam, pero no lo había conseguido. No había manera. Cada vez que hacía una broma o le decía algo, la gallega contraatacaba con la más grandes de las indiferencias. Parecía que le hablaba a la pared.

También lo había intentado con Mireya y Julia, pero estas dos actuaban igual que la otra. Pasaban de ella como si de una mosca se tratase. La gaditana era la única que, de vez en cuando, las miraba con la ceja levantada, pero a los pocos segundos volvía a girarse sin decir ni mu.

A Mimi, esa actitud que estaban cogiendo esas tres le molestaba mucho, sobretodo la de Miriam. Eran unas niñas pijas que se creían superiores, más maduras o mejores por hacer caso omiso de ella. Y Mimi nunca había podido aguantar este tipo de personas.

Además, estaba claro que Mireya y Julia estaban actuando igual que la gallega, porque ésta se lo había pedido. La gaditana tenía la mecha muy corta y era la más fácil de calentar, y Mireya solía ir detrás de Julia. Así que este cambio tan repentino solo tenía un nombre: Miriam.

-¿Qué te pasa, Mimi?

Ana la sacó de sus pensamientos. La miró y sin poder evitarlo, sonrió enseguida. La veía muy guapa con sus gafas y ese moño medio caído que se hacía siempre para estudiar. Estaba realmente preciosa.

Las dos estaban sentadas encima de la cama de Ana mientras la canaria intentaba concentrar a Mimi para acabar los ejercicios que les habían enviado de geografía, cosa verdaderamente difícil.

-Nada, ¿por?

- Porque te fuiste del mundo. Te has quedado un minuto entero mirando la colcha de mi cama.- le contestó divertida. A la canaria le hacía mucha gracia cuando su amiga se quedaba empanada de esa manera.

-Pues no sé, no me pasa na'.

-No me mientas. -Le rebatió dándole cariñosamente con el boli en la cabeza.

La granadina bufó. Ana era una de las personas que mejor la conocía y la pillaba siempre.

-Pues que me da rabia la actitud de Miriam. -confesó.

-¿Otra vez estás con eso? -El tono de Ana denotaba el aburrimiento que le tenía a ese tema. Era la decimoquinta vez que hablaban de lo mismo en una semana y empezaba a estar un poco cansada de la insistencia de Mimi por hacer cabrear a la gallega.

-Es que Ana, ¿de qué va? ¿Se piensa que por pasar de mí es superior, o qué? - sus manos gesticulaban a la misma velocidad que salían sus palabras de la boca, movidas también por algo de rabia.

-¿Has podido llegar a pensar que no quiere meterse en más líos? Es que de verdad Mimi tía, déjala. Que haga lo que quiera. No entiendo este afán por meterte tanto con ella.

Es que Ana ya ni la miraba. Sus ojos estaban en los ejercicios que tenían que hacer porque no quería darle más importancia a ese tema tan absurdo. Le había aconsejado durante toda la semana que hiciese lo mismo que estaba haciendo Miriam con ella. Si pasaban una de la otra todo el mundo estaría en paz. Pero si Ana era la conciencia limpia de Mimi, al otro lado disfrazado de demonio, tenía a Nerea, que no hacía más que comerle la oreja para seguir persiguiendo a Miriam y "hacerle tragar sus palabras", como decía la catalana.

-Pues porque me saca de quicio su manera de ser. Lo chula que contesta siempre y esa pose que parece que quiere intimidarnos.

-Pues la misma que la tuya. -Chistó dando un pequeño manotazo a la carpeta que tenía encima- Además, la mayoría de veces sois vosotras las que empezáis. En el vestuario ha sido Nerea quien ha atacado a Julia primero. De verdad Miriam, os estáis pasando. A lo mejor Miriam tiene algún problema y no quiere más rollos. ¿Te has fijado que su hermana Sabela no está en el internado?

Te quiero lejos, pero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora