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Todo estaba en silencio.

Reinaba la paz en la habitación de las tres chicas que dormían plácidamente en sus respectivas camas después de pasar una divertida y larga noche.

Solo se escuchaban sus respiraciones pausadas.

Toda esa paz se resquebrajó cuando el móvil de Julia comenzó a sonar a todo volumen ya vibrar encima de su mesita de noche.

Miriam abrió los ojos bruscamente, sobresaltada y desorientada. Se llevó la mano a la sien del fuerte pinchazo que sintió en su cabeza y frunció el ceño molesta del ruido que le había despertado de esa manera. Se incorporó como un resorte buscando ese sonido, pero aún tenía los ojos aún medio pegados por el sueño.

-¿Qué cojones es ese ruido? -se quejó Mireya con la voz ronca mientras se tapaba la cara con su propia almohada.

Al cabo de unos segundos y después de frotarse los ojos varias veces, la gallega consiguió enfocar el móvil de Julia haciendo ese sonido infernal.

Julia tardó unos segundos más en despertarse y asustada por el escándalo que se estaba montando, cogió su móvil a tientas, tirando varias cosas que había a su alrededor. Le intentaba dar al botón de "detener", pero por más que pulsaba la pantalla, ese ruido no paraba.

Para Miriam estaba claro lo que pasaba; la gaditana todavía seguía medio dormida y no sabía lo que estaba haciendo. Se agachó al suelo para coger el peluche de león que normalmente reinaba encima de su cama, y ​​se lo tiró a la cara de Julia, acertando de pleno.

-¡Juls! ¡Apaga la alarma, carallo!

-Perdón, perdón.-Balbuceó Julia, acertando en el botón por fin y desplomándose de nuevo en su cama.

Miriam volvió a tumbarse y suspiró. Se pasó una mano por el pelo aun con el sueño incrustado en sus párpados. Y es que tenía la sensación de que había dormido poquísimo, parecía que solo había pasado un rato desde que llegó a su habitación con sus amigas y se quedaron dormidas. Encima, su cabeza cada vez iba a más, parecía que iba a explotar.

Miró la hora en su reloj de muñeca y comprobó que había dormido más de lo que pensaba. Era la una del mediodía, y eso significaba que dormido 6 horas.

Muy a su pesar, se levantó y se dirigió a su armario para coger algo de ropa. Necesitaba una ducha para intentar rebajar el dolor de cabeza

Antes de entrar en el baño miró a sus amigas, y aún sabiendo que se resistirían a levantarse, tenían que hacerlo. El comedor tenía un servicio de 13: 30h hasta las 15:30, pero todo el mundo sabía que a las 15 solo quedaba lo que nadie quería.

-Chicas, va, moveos. -No recibió respuesta alguna.- Venga, que tenemos que ir a comer.

-No hables de comer, Miriam. -gruñó Mireya.

-Tengo el estómago como pa 'comer na', ¿sabes? -intervino Julia también con la voz ronca.

-Eso te pasa por beber como lo bebiste ayer, chica. - Miriam se puso delante de ellas con las manos en sus caderas- ¿Os queréis levantar ya, carallo?

-Pero que pesa 'Miriam. Que todavía es temprano, chiquilla. -Mireya se echaba las manos a la cara, no soportaba cuando su amiga se ponía en plan madre.

-¿Temprano? Es la una del mediodía. - Ninguna de las dos contestaron, pretendiendo que Miriam se daría por vencida. Aunque en el fondo, tanto Julia como Mireya sabían que Miriam y darse por vencida eran dos conceptos antagónicos. Y así era, porque la gallega al ver la no respuesta de sus amigas, levantó una ceja desafiante y divertida. -¿Os levanto yo a mi manera, o qué?

Te quiero lejos, pero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora