▫ capítulo 8: 'encuentro doloroso'

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Rin corría de regreso muy apurada, sus ropas estaban mojadas ya que con el fuerte temblor no pudo evitar caer al agua, se había demorado más de lo normal ya que no picaba ni un sólo pez. Se sentía preocupada por su amado y Ao.

Abrió los ojos de golpe al ver como algunas piedras bloqueaban una de las salidas y había un hoyo donde se podía entrar por lo que más asustada aun empezó a correr hacia la habitación de seiryuu.

_ ¡ya volví! -gritó pero nadie respondió, miraba de un lado a otro pero sólo veía oscuridad, se sentó en el suelo abrazando sus piernas. Tenía frío pero quería esperar al hombre que ella amaba para comer juntos el pescado que había atrapado, se abrazó así misma para entrar en calor.

Pasaban las horas y él no aparecía, ni siquiera el sonido de Ao se podía escuchar, poco a poco le hiba ganando el sueño recostando su cabeza en las piedras para poder dormir un poco.

Y así pasaron los días, ella seguía en el mismo lugar abrazada a sus piernas, sus ojos estaban rojos de tanto llorar y llorar.

_ ¡¡seiryuu!!, ¡¡Ao!! -grito envuelta en el dolor y las desesperación, tomó algunas cosas en una pequeña mochila para irse de ese lugar que cada día que pasaba en esa oscuridad total, sola...le hacía sentir más miserable recordando todos los momentos que pasaron juntos.

Cuando salió de la cueva los aldeanos se asustaron al verla, ya que creían que ahora ella tenía la maldición cosa que enfadó a la joven. Apretó sus puños con fuerza, ¿por qué?, ¿por qué a pesar de todo le enfadaba que piensen mal de él?, ¿¡por qué!?.

_ ¿dónde...?...¿dónde esta seiryuu? -pregunto con la voz apagada.

_ se fue con una muchacha y un grupo de chicos muy raros -dijo el jefe de la aldea al ver a la chica que estaba frente a él.

Rin abrió sus ojos lo más que pudo, de ellos salieron más lágrimas cosa que la sorprendió sarcasticamente ya que pensó que no podía llorar más pero ahí estaba llorando otra vez, sus ojos ardían.

La chica se dio media vuelta para dejar esa aldea, mientras caminaba pateo algo si querer haciendo que suene un suave tintineo muy familiar para ella, baja su mirada y pudo ver los cascabeles de él, estaban llenos de polvo pero ahí estaban.

Se agachó para cogerlos entre sus pequeñas manos, mirando fijamente esos cascabeles.

Su mente le decía que lo arroje al suelo pero su corazón le decía que lo atesore como el diamante más costoso de la tierra, apretó ligeramente esos cascabeles para llevarlos a su pecho derramando más lágrimas de tristeza y enojo.

Se levantó para empezar a alejarse de esa aldea, no sabía a donde iría o que haría sólo quería dejar de pensar en él.

¿por qué la dejó?, ¿por qué se fue?, ¿que hizo mal? Todo ese tipo de preguntas se repetía una y otra vez, preguntas que no obtenía respuesta alguna.

Caminaba sin rumbo fijo con la mirada perdida, no comía a menos que tenga demasiada hambre como para poder aguantarlo lo único que hacia era beber agua para poder sobrevivir, ¿cuanto había pasado?, no lo sabía ya que todo le daba igual.

Ni siquiera podía dormir cómoda, ya que cada vez que cerraba los ojos se veía a ella misma junto con el hombre que amaba y después se veía a ella misma sola en la oscuridad total, abandonada a su suerte. Por lo cual se le veía algo de ojeras bajo sus preciosos ojos color verde agua.

Había llegado a una pequeña aldea de la tribu del fuego, tenía que conseguir más agua y algo de comida para seguir su viaje sin rumbo fijo pero no sabía donde conseguir por lo que se quedó en casi el medio mirando sin saber muy bien que hacer.

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