Uno siempre piensa que tendrá todo el tiempo del mundo y se engaña a sí mismo diciendo que no pasa nada por dejar para mañana algo que quiere o desea, porque aparentemente hay cosas más importantes que justifican esperar. Pero todo es mentira, el tiempo corre y todo se desvanece.
Acababa de cumplir 29 años y no cumpliría los 30. Tenía cáncer terminal. Eso hace pensar a cualquiera, sobre la vida, la muerte y el tiempo, contar las horas desperdiciadas y soñar con los días que nunca llegarán a ser, porque todo está a punto de llegar a su fin.
Lamentaba muchas cosas, tantas que no podría nombrarlas todas antes de que fuese demasiado tarde, pero si tenía que lamentar algo por encima de todo, algo que no podía pasar por alto, era que no tenía coraje y era lo único que me restaba intentar remediar antes de marcharme.
Sentía tanto dolor. Vivir resultaba una carga tan pesada que me preguntaba constantemente si merecía la pena seguir luchando.
Sólo la morfina me ayuda. La tomaba constantemente, mucha más dosis de la recomendada, pero no podía dejar de hacerlo. Me sentía tan bien durante unos instantes, su regusto en mis labios me era familiar, como una vieja sensación que recuerdas sin dar forma, como cuando un olor te evoca aquel día que pasaste en la playa cuando eras un niño. Me decía que eso era imposible, nunca había tomado morfina hasta haber sido diagnosticado de cáncer, sin embargo ahí estaba ese recuerdo indefinido.
¿Que si pensaba en ello? No, no demasiado. Después de todo no tenía tiempo para ello. Pasaba demasiado tiempo fingiendo; que me daba igual, que no estaba asustado por el hecho cada vez más evidente de que no sobreviviría al próximo año o que no me importara que caminar se hubiese transformado en una dolorosa tarea que requería prácticamente de toda mi fuerza de voluntad. Afortunadamente era un buen actor, porque lo que más odiaba era ver como todos sufrían a mi alrededor. Me ponía especialmente nervioso mi hermana, que siempre estaba llorando a escondidas. ¡Podía oírla, por todos los demonios, ¿por qué no se contenía?!
Necesitaba más que nada realizar el viaje que estaba a punto de emprender con mis amigos, encontrar el valor para cerrar el libro antes de que se pudriese, cuando aún me quedaba un poco de conciencia para sentir algo más allá del dolor físico y el asco que tenía a mi propio cuerpo.
Quería disfrutar de mis últimos momentos contemplando todas las cosas hermosas que había conocido hasta llegar a la playa donde todo llegaría a su fin.
Ese día había una fiesta en un pueblucho e intentaba ignorar lo ridículo que me sentía sentado en el triciclo donde me transportaban mis amigos bebiendo alcohol. A Davy no le gustaba que bebiese alcohol, obviamente porque no era la mayor combinación con la medicación, pero carecía de carácter para impedírmelo y yo lo necesitaba más que nada.
En la fiesta había cantidad de parejas bailando, pero yo no podía dejar de mirar a una de dos chicos jóvenes. Ellos no bailaban, de hecho, no hacían más que conversar, pero yo sabía que estaban juntos. Me había fijado en sus pulseras a juego. Por algún motivo siempre había sido así de observador. Me dije que si existían las reencarnaciones debía explotar en un futuro esa habilidad. Tal vez ya lo había hecho en el pasado, a veces sentía que era así. Eso no importaba entonces, solo que no podía dejar de mirarlos, y me daba cuenta de que me estaba llenando de envidia mal disimulada.
Admitir justo antes de morir que me sentía atraído por los hombres me resultó más sencillo de que pudiera parecer, tal vez porque ya no tenía sentido exteriorizarlo, pero de todas formas a uno le da qué pensar. Podía haber vivido cincuenta, cien años, y nunca haber encontrado al amor de mi vida, de todas formas, ¿cuál podría haber sido mi hombre ideal?
Estaba un poco aturdido por la mezcla de drogas, pero busqué con la mirada rasgos que me atrayesen en los presentes. La verdad es que la mayoría eran bastante feos pero mis ojos se detuvieron en una espalda ancha de un hombre de baja estatura. Sí, debía ser robusto, pero pequeño, y fuerte, pero definitivamente no debía tener la cara de ninguno de los presentes. No, él sería de rasgos dulces y suaves, nariz pequeña, labios finos y sonrisa amable. Y tener mucho carácter. Definitivamente, si alguien como él estuviese a mi lado no dejaría que estuviese sentado autocompadeciéndome, consumiéndome por mi enfermedad. ¿Qué tal un doctor? Eso sonaba muy de mi estilo. Siempre había tenido cierto fetiche por la medicina y no era en absoluto escrupuloso.
Pensar en ello me puso más furioso. No recuerdo exactamente qué hice, pero molesté a algún cabrón. Se armó una buena e intentaron pegarme, pero Davy tuvo que detenerlo diciéndole que tenía cáncer. Me sentí humillado, pero no tuve tiempo de meditarlo hasta después. Tuvimos que huir entre risas. Ni siquiera sé por qué nos reíamos. Tal vez sí había tomado demasiada morfina.
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Hacia las estrellas [Johnlock crossover]
Fanfiction"John, cueste lo que cueste, pase lo que pase, de ahora en adelante juro que siempre voy a estar allí. Siempre" Sherlock Holmes. Historia Johnlock, Kharthur y Everstrange basada en la película de "El Atlas de las Nubes". Crossover de: - Sherlock BB...