8 - Stephen Strange (2018)

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Abrí los ojos de golpe. 

Había visto miles de realidades en cientos de multiversos que se me antojaban simples sueños o ilusiones y al mismo tiempo despertaban en mí sensaciones y sentimientos ocultos. No parecían reales, mi yo racional no podía asimilar todo aquello que había visto, y sin embargo, sabía que era cierto. Lo sentía en cada célula de mi cuerpo. Aquellas vidas eran también mías y en todas ellas estaba ese vínculo. 

Nos buscábamos, aunque no siempre nos encontrásemos. Nos anhelábamos, como dos almas en pena que han olvidado su asunto pendiente, y cuando por fin nos hallábamos todo era posible. Algunas de nuestras historias eran buenas, la mayoría, terribles.

Me sentía maldito, había tanto dolor, tanto miedo, pero sorprendentemente, por encima de todas las cosas, esperanza.

Fui al baño para mojarme la cara y borrar el rastro salado de las lágrimas. Mis manos temblaban como siempre, pero en esta ocasión me resultaba incluso más molesto que de costumbre.

Tenía miedo, ya había sufrido bastante y no quería hacer mi vida más complicada y dolorosa de lo que ya era, pero no podía quitármelo de la cabeza. Cada vez que meditaba el suficiente tiempo, él aparecía. Aún podía sentir el fantasma de sus labios sobre los míos.

Desde mi punto de vista existían tan solo dos opciones: o hacía caso omiso de todo aquel conocimiento que poseía, o me lanzaba de lleno a una búsqueda posiblemente trágica de... no sabía ni qué nombre ponerle. Era , él, demonios. Simplemente él. Sin darme cuenta había tomado ya una decisión.

El destino tiene un sentido del humor curioso, pues él apareció ante mí sin previo aviso, donde menos lo esperaba, en el momento más inoportuno posible.

Lo que sentí... si lo tuviese que describir con palabras podría decir que era como mirar a un tigre a los ojos. Me hizo sentir como un animal en celo. Tan solo una mirada y ya en lo único que podía pensar era que quería perderme en ese cuerpo fuerte cuyos músculos no lograba ocultar el traje, que quería que de su boca saliesen las palabras más sucias que conociese y todo era tan extrañamente familiar, había más que deseo, añoranza pura. Si seguía observándome estaba seguro de que acabaría suplicándole y realmente lo deseaba. Si hubiese sonreído en ese entonces habría perdido totalmente la razón y me hubiera postrado a sus pies, declarando que era enteramente suyo.

Una reunión de seguridad internacional no era el mejor momento para tener esa clase de pensamientos ni tampoco para reaccionar en consecuencia. Me había puesto tan caliente que hasta la capa me sofocaba. Ella agitó el cuello para abanicarme y tuve que pararla con las manos mientras sentía el rostro enrojecer. Desde luego estaba dando un espectáculo que no había pasado inadvertido.

Él me dedicó una intensa mirada inquisitiva que no me ayudó nada, mientras fruncía el ceño. Había captado su atención, y aunque decidió volver a centrarse en la reunión notaba que de vez en cuando me vigilaba por el rabillo del ojo. Me pasé las tres horas que duró el encuentro preguntándome cómo podría iniciar una conversación con él: Everett Ross, agente de Seguridad Nacional del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Quizás parecí muy desesperado. De repente noté bastante molesto al terminar la reunión que era más popular de lo que creía. Era no desaparecer automáticamente y de repente todo el mundo quería hablar conmigo, como si algo de lo que pudiesen decir en ese entonces me pudiese interesar. Mientras yo esquivaba gente sin fijarme siquiera quién ni qué querían mi objetivo ya recogía sus cosas y salía por la puerta a un ritmo de marcha militar. Entonces eché a correr para interponerme en su camino, hasta que los dos chocamos. Su nariz golpeó con fuerza mi pecho y cuando levantó la cabeza me di cuenta de que aquello seguramente había sido una muy mala idea.

—Agente Ross. Soy...amm... — comencé a decir con bastante torpeza. No conseguía acordarme de cómo hilar las frases.

—El Doctor Strange, ya. ¿Ocurre algo? ¿Desea algo?

Su voz me hizo estremecer. Solo la había escuchado antes en otros universos y en directo era incluso más sugerente. No tenía un tono especial, pero su timbre era sencillamente perfecto. Me quedé sin palabras.

—Yo...amm...¿cena?. — dije mientras entrecerraba los ojos. Sabía que no me estaba expresando con claridad, pero Everett era un hombre perspicaz.

—Bien. — respondió, y mi error fue sonreír demasiado pronto. — Hay un restaurante a la vuelta de la esquina. Seguro que le sirven bien. ¡Buenas tardes!

Me quedé con la boca abierta, como esperando de repente por arte de magia se me ocurriese algo que decir, pero por supuesto no pasó nada y él se marchó, dejándome asimilar el hecho irrefutable de que había rechazado mi invitación sin ningún tipo de contemplación.

Había sido patético, lo reconozco, pero yo no estaba ni mucho menos acostumbrado a ligar con nadie. Ni antes ni ahora ni nunca, daba igual cual fuese el universo del que hablasemos, pero había deseado que no hiciese falta. Me había visualizado a mi mismo diciendo "¿cena?" y él respondiendo al instante "estoy hambriento", entonces me di cuenta de que solo esperaba eso porque ya había pasado antes o quizás pasaría, pero no a nadie que se hiciese llamar Everett Ross ni tampoco a nadie conocido como Stephen Strange.

Hasta entonces no me había dado cuenta de lo complicado que resultaba un conocimiento como el mío. Conocer todos tus seres en otras realidad y sentir que tú eres todos ellos y a la vez eres una persona distinta, atrapada en tu propio mundo. Sí, él y yo fuimos algo, o lo seríamos, pero eso no era suficiente. Aquí no nos conocíamos, éramos unos extraños.

No era la primera vez que me ocurría, pero esa vez, más que ninguna otra, desee con todas mis fuerzas ser normal. Si yo no hubiese sabido nunca quizás nunca lo hubiera conocido y no me habría importado, como a él tampoco parecía importarle mi existencia.

No, definitivamente no podía aceptarlo. ¡Soy un orgulloso, por supuesto que Everett Ross iba a ser mío de un modo u otro!

Hacia las estrellas [Johnlock crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora