7 - Arthur (2259)

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Estaba total y absolutamente sorprendido. Con la de cosas que me habían pasado los últimos meses pensé que había perdido tal capacidad, pero parecía no ser el caso, y eso que ya había asumido que en este mundo pasan continuamente cosas que no entiendo y no puedo explicar, del mismo modo que ya me había hecho a la idea de que habían cientos de extraterrestres pululando por la galaxia, acostumbrados a interactuar entre ellos mientras los humanos simplemente especulamos con su existencia.

Hasta hace nada, mi vida era común y corriente en la Tierra, luego la destruyeron y acabé en una nave espacial acompañado de un amigo que resultó ser un marciano, un antiguo ligue que salió mal y su novio retrasado de dos cabezas, y ahora de repente todo volvía a cambiar al caer en soledad en otra línea temporal completamente diferente. Era el momento perfecto para entrar en pánico, pero recordé las letras luminosas en contraportada de la "Guía del autoestopista galáctico": "Don't Panic". Ya, bueno, era un consejo útil, si conseguías llevarlo a término. No era mi caso, por cierto.

¿Cuántas posibilidades habían de que al pulsar el botón por el cual cualquier cosa podía ocurrir acabase solo en otra realidad temporal? ¿17.424.958.396:1? La verdad es que en ese momento, en realidad, no sabía que me encontraba en otra realidad temporal, simplemente estaba en pijama y bata en la cabina de mando de una nave espacial desconocida donde todos los tripulantes me miraban casi tan sorprendidos como lo estaba yo por haber aparecido de la nada allí.

Intenté pensar con calma y analizar la situación y me ayudó bastante el hecho de que casi todos los tripulantes tenían una apariencia similar a la humana. Eso podía ser alentador, hasta cierto punto, pero no descartaba que de repente alguno me sorprendiese con algo como una pierna que le saliese de la espalda.

El que parecía ser el capitán, ya que estaba sentado en la silla central negra, ordenó que me rodeasen para registrarme y la verdad es que ni se me ocurrió resistirme. Tampoco es como si hubiese podido hacer nada al respecto. Me abrieron la bata y me cachearon a fondo, demasiado a fondo, para mi gusto. Luego intentaron coger la toalla que tenía alrededor del cuello, pero eso sí que no lo toleré. Di un tirón para quedármela. No sabía ni para qué la quería, pero prefería tenerla cerca.

—¿Qué tienes ahí, Lone? — preguntó entonces el que parecía ser el capitán al hombre que comenzó a forcejear intentando quitarme la toalla. Yo me consideraba a todas luces un cobarde, pero en ese momento me sentía bastante belicoso y por nada del mundo pensaba entregarle mi toalla.

—Nada, capitán. — respondió confundido. — Parece una toalla normal.

El capitán hizo un gesto con la mano y aquel tipo dejó de tirar para gran alivio mío.

De una de las sillas se levantó un hombre moreno con las orejas puntiagudas al igual que sus cejas, que eran una línea fina ascendente. No es que su aspecto fuese particularmente sorprendente, casi parecía humano, y yo por aquel entonces ya había visto demasiadas cosas.

—Identifíquese, por favor. — dijo con tal seriedad, que me erguí inconscientemente de repente, casi como lo haría un militar y respondí del mismo modo.

—Dent. Arthur Dent. — dije, y viendo que esperaba algo más añadí. — De la Tierra.

—¿Y cómo ha llegado a la nave, señor Dent?

—No lo sé. — respondí con sinceridad, mientras miraba a mi alrededor esperando que de un momento a otro todo fuese a desaparecer para volver al sitio donde estaba al principio. — Pulse ese dichoso botón y pasaron cosas raras como siempre, pero nunca había acabado en otra nave sin el resto de mis compañeros. Oiga, ¿no podría decirme, por favor, dónde estoy?

Hacia las estrellas [Johnlock crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora