13 - John (2010)

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Estábamos frente al cuadro, "Ronda de noche", como de costumbre, Sherlock no quería explicarme por qué. Lo habían traído a la National Gallery por una exposición especial.

Era la primera vez que lo veía en directo y me causó una extraña sensación.

Nunca me había interesado por el arte, supongo que porque la vida me había llevado por un camino muy distinto. Ni siquiera recordaba quién era el autor, pero de algún modo me sentía conmovido, a pesar de que me resultase molesto que la imagen fuese tan oscura. No supe hasta después que los colores de la paleta en origen eran mucho más luminosos, pero el tiempo había tratado mal los pigmentos. Ante mi había solo una sombra de lo que había sido. No pude evitar sentirme triste por ello.

Con la dedicación con la que observaba cada uno de los casos que me presentaba, y al ver que Sherlock no despegaba sus ojos de la pintura, busqué lo que estaba mirando y sin duda lo encontré. Me resultó tan claro como el agua, ahí había un mensaje.

–Hay un crimen, oculto en el cuadro. – Esperé su reacción, que no tardó en llegar. Sherlock me miró totalmente sorprendido y eso me hizo fruncir el ceño. – La joven con el rostro deformado por el aceite hirviendo, el humo de las balas... – comencé a decir como si fuese lo más lógico del mundo, señalando los elementos. – ¿No me digas que no lo ves?

–Claro que lo veo, lo que me sorprende es que tú también. – por su tono de voz dramático me di cuenta de que lo que yo consideraba una obviedad debía de haberle costado a él mucho más tiempo de análisis. Reconozco que mi ego si hinchó. No todos los días uno podía sonreír con suficiencia merecida delante de Sherlock Holmes.

Él se dio la vuelta, airado, y yo permanecí más tiempo del debido hipnotizado con aquella imagen que me causaba tanta fascinación como lástima, antes de conseguir desprenderme de todo aquel amasijo confuso de sensaciones y poder ir corriendo tras él.

–¡Sherlock! – lo llamé y al ver que solo apretaba el paso con sus estúpidas piernas largas comencé a enfurecerme. El museo estaba lo suficientemente lleno como para que tuviese que abrirme paso de forma molesta murmurando disculpas mientras me tragaba maldiciones, antes de poder alcanzarlo en las escaleras que daban a la entrada principal. – ¡¿Qué diablos te pasa?! – pregunté cuando pude agarrarlo el brazo.

El muy imbécil alzó la cabeza por encima de la solapa levantada de su abrigo, apartando la mirada de mí, y yo solo podía pensar que fuese a decir lo que fuese a decir seguramente estaba a punto de ganarse un puñetazo.

–Es imposible. – dijo con arrogancia, bufando como un dragón malhumorado. Yo estaba a punto de ponerme a su nivel.

–¿Quieres una tirita para la pupa? Asume que no siempre eres el primero en todo.

Sherlock hizo una exclamación ofendida muy dramática, como si acabase de darle una bofetada con un guante de cuero. Por algún motivo no me era difícil imaginarme a mí mismo vestido de época haciendo exactamente ese delante de un montón de señores victorianos casi tan sorprendidos como el afrentado. Definitivamente estaba empezando a volverme loco y sabía muy bien de quién era la culpa.

–¡Explícalo!

–¿Disculpa?

–¿Cómo lo has sabido? ¿Qué es lo que has visto? – me exigió, incluso señalándome con el dedo. Yo lo solté y estaba muy dispuesto a gritarle la respuesta junto a un montón de insultos porque, joder, yo ya se lo había explicado. O eso creía. En la medida en la que había podido.

–¡¡No lo sé!! ¡¿Tú sabes siempre cómo llegas a todas tus deducciones?! ¡¿Te sacas conclusiones como un mago se saca un puto conejo de una chistera y yo no puedo?!

Hacia las estrellas [Johnlock crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora