#9 - Cerezo

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     Tres años han pasado, Everette y Adara se liberaron del sistema de orfandad, Everette nunca volvió a ver a Marco, Adara los buscó mas no lo encontró. Marco ahora tenía quince años y se encontraba viviendo el mismo destino de resignación que Everette y Adara le querían evitar, y eso que lo había intentado. Después de la transferencia Marco cambio su actitud, pues Adara se lo había pedido y Everette le hizo prometer que lo haría, comenzó a sonreír, a ser más abierto con las visitas, pero para Marco ya era demasiado tarde, nadie estaba interesado en un chico de doce años.

     Durante este tiempo Marco aprendió muchas cosas sobre sí mismo, pasaba la mayoría del tiempo solo, no era amigo de los demás chicos, hasta tal punto de que tenía su propio cuarto porque nadie quería compartir habitación con él. Las pesadillas volvieron, ya no había brazos ni palabras en las que refugiarse, en consecuencia, su insomnio forzado regresó.

     Una noche de desesperación, donde el sueño le vencía de forma inmensa y las pesadillas le atacaban sin reserva, lo volvió a ver, tenía tiempo sin aparecer, esa figura antropomórfica que de pequeño le seguía todos lados, esa figura alargada que lo había liberado del hospital psiquiátrico, ahí estaba, observándolo, desde una de las esquinas. La cosa, como Marco lo llamaba, era en verdad un espíritu amarrado a su alma, una figura humana alargada hasta deformarse, no se puede diferenciar las partes de su rostro, ni tampoco ver donde acaban sus brazos, a veces lo escuchaba respirar pesadamente y u voz era cada vez más tormentosa, por suerte no hablaba muy seguido. Marco sabía que él era el responsable de todo, le ayudado una vez, pero le hacía sufrir toda una vida.

     – ¿Algún día me dejaras? – Marco lo miraba lleno de ira, quería deshacerse de él, o tal vez tendría que ser al revés.

     La noche se había vuelto insufrible, pesada. Cada que cabeceaba y cerraba los ojos horrores se presentaban frente a él. Marco quería dejar de verlos, quera dejar de escuchar gritos, de ver sangre, de sentir dolor, quería dejar de existir. Le dolía la cabeza, le dolían los ojos, le dolían los oídos, quería que todo acabara. Se levantó del piso donde estaba sentado con la espalda apoyada en la base de la cama, fue al baño, ahí se encontró una cuchilla de afeitar que había dejado uno de los chicos ahí esa tarde, estaba apurado y como su compañero de habitación no parecía querer salir del baño le pidió permiso a Marco para ocupar el de él.

     Ahí estaba, brillando bajo la luz opaca, tan llamativa, tan tentadora. Marco ni si quiera tuvo la idea, fue un impulso. Tomo la cuchilla entre sus dedos, abrió el lavamanos y paso el metal por el agua mojándolo, se dio la vuelta y ahí estaba la cosa mirando desde el marco de la puerta, Marco lo enfrentó, sin miedo se acercó a él por primera vez, le enseñó la cuchilla que sostenía en su mano derecha, luego su brazo izquierdo que estaba descubierto. Sin romper contacto visual en ningún momento trazo una línea desde la parte interna de su muñeca hasta la parte interna de su codo, Marco se abrió el brazo con la cuchilla, el trazo que dejaba era rojo, acto seguido volvió a repetir el mismo movimiento otras dos veces.

     Tres líneas de sangre en su brazo izquierdo, una sonrisa en su rostro, un dolor físico que no se comparaba a su exhausto mental, y una habitación vacía.

    – Gane – Sentenció en voz alta después de ver como la cosa se desvanecía frente a él al mismo ritmo que la sangre salía de su cuerpo.

     Se dejó caer en el piso del baño y apoyó su espalda en la pared, cerró los ojos, su sonrisa se amplió porque no había más que oscuridad, tranquila, calmada, y divina oscuridad.

     Despertó al día siguiente sintiéndose renovado, las heridas en su brazo habían cerrado y ya no sangraban, sin embargo, el piso era la evidencia de toda la sangre que había perdido. La verdad es que Marco estaba medio muerto, pero él se sentía más vivo que nunca, si es que tenía que estar oscilando entre el mundo de los mortales y el limbo para sentir paz, entonces que así sea.

     El secreto de Marco era eficiente, pero pronto dejaría de funcionar, mientras tanto él vivía feliz con sus brazos y piernas demacrados y con idea de que algún día encontraría a Everette para decirle toda la verdad y vengarse de su madre. Mientras tanto seguiría viviendo en su falsa felicidad.

*~* antach *~* - 04/02/2020 2:45pm

O'CallaghanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora