La veía llorar, muchos se sentirían arrepentidos, lo único que yo sentía era lastima, lastima por ella. Sus quejas y suspiros llegaban a mis oídos pero los ignoraba al igual que ignoras a los desconocidos en la calle.
– Es tu culpa, lo sabes ¿No? – El sonido de su llanto incrementó, mire por un segundo a la pared liberando mi estrés ante la situación – Te lo advertí, te dije miles de veces, mantenía las cosas claras para evitar esto.
– Eres un imbécil. – Sus ojos acuosos encontraron los míos.
– Lo sé. – Su expresión volvió a contrariarse soltando un pequeño grito – Pero lo querías ¿No? ¿Dónde está la chica caliente del bar? ¿A la que no le importaba nada? ¿Ah? ¿Dónde está? Justo ahora eres patética.
– ¡No hables así! – Mas lagrimas salían de sus ojos, lo único que quería era que se fuera – ¿Creías que podías tratarme como lo hiciste sin que llegara sentir nada? ¿En serio lo creías?
– Hice lo que prometí – Vi en ella como se encogía ante mi mirada – Sexo, nada más que sexo, tu estuviste de acuerdo. Te dije que mientras estuvieras conmigo no podías estar con nadie más, accediste. En ningún momento, ni siquiera te insinué, que lo nuestro era una relación formal, te protegí porque era necesario, nada más.
– ¿A caso tu sientes algo? – El silencio inundó el espacio, sus lágrimas se secaban en sus mejillas, simplemente nos mirábamos – Eres frio, Everette. Frio de diez grados bajo cero.
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O'Callaghan
Novela JuvenilLos O'Callaghan son la típica familia adinerada de apariencia perfecta pero que en realidad guardan secretos y un lado oscuro. Te preguntarás: "¿Por qué deberia interesarme en un cliché más?" La respuesta es qué ni siquiera los O'Callaghan saben l...