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Apartadas de la gente, una pequeña de seis años y una chica de veintiuno, se hallaban sentadas a lo lejos de la aglomeración que felicitaba a los novios

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Apartadas de la gente, una pequeña de seis años y una chica de veintiuno, se hallaban sentadas a lo lejos de la aglomeración que felicitaba a los novios. La ceremonia había acabado hacía algunos minutos y ambas aprovecharon para ir por un helado.

—¿Te gustó el helado? Asumí que era tu favorito porque también es el mío —la pelinegro sonrió, botando ambas embolturas del helado al bote de basura a su lado.

—¡Sí, es mi helado favorito! —respondió Doyeon con una sonrisa.

La pelinegra sonrió ampliamente con ternura. Pero luego soltó un suspiro ante los miles de pensamientos que pasaban por su cabeza. Debía decirle todo a la pequeña.

—Quiero contarte algo, Doyeonnie —se mordió el labio al ver que este empezaba a temblar levemente.

—¿Qué es, Jennie unnie? —preguntó de manera curiosa, asombrándose al ver que a la pelinegra se le cristalizaban los ojos.

—A veces las personas cometen estupideces porque no son del todo maduras para pensar en las consecuencias que tendrán esas acciones en el futuro. ¿Lo sabes, cierto? —Doyeon asintió, asustada por como se estaba tornando el ambiente— Yo soy tu mamá, Doyeonnie.

Aquella noticia le cayó como una balde de agua fría a la pequeña. Ahora entendía esa extraña comodidad que sentía con Jennie a pesar de ser prácticamente una desconocida.

Pero algo le estaba generando punzadas en su pecho. ¿Aquella era la misma persona que los había abandonado a ella y a su padre cuando era pequeña? ¿La que permitió que creciese sin una madre? ¿A la que había odiado en silencio durante tanto tiempo por dejarle ese vacío en su pecho?

Doyeon empezó a soltar algunas lágrimas y se levantó lista para irse a buscar consuelo en los brazos de su padre.

Jennie se asustó de sobremanera al verla reaccionar así, si bien era normal esperarlo, no sabía muy bien cómo actuar en tales circunstancias.

—¿Por qué nos abandonaste a mí y a papá? —preguntó la pequeña con voz ahogada.

—Porque no tenía manera de que te quedaras conmigo, Doyeonnie. —argumentó Jennie, soltando unas cuantas lágrimas también— Cuando mis padres se enteraron de que estaba embarazada de ti, amenazaron con echarme de la casa si decidía tenerte a tan corta edad. Tenía dieciséis años, cariño y estaba muy asustada, pero decidí tenerte. Mis padres cumplieron su palabra y cuando naciste, se mudaron a Gwangju sin mí. Pasamos una semanas muy duras, lo poco que había ahorrado hasta que consiguiese un trabajo, se había acabado muy rápido. Ambas estábamos pasando hambre y yo estaba desesperada, no podía seguir teniéndote en esas condiciones. Así que te llevé con tu padre y me negué a quedarme, sabía que eso sólo traería problemas con sus padres. Sin dinero y con un montón de deudas, junté lo poco que había sobrado y lo que había encontrado y pedido como limozna, tomé un tren a Seúl para empezar de cero y poder aplicar para una beca en la Universidad Nacional. Afortunadamente ocurrieron dos milagros, logré una beca del cien porciento, osea que no pagué nada para estudiar en ella, y conocí a Jisoo, mi mejor amiga. Ella me dió asilo en su casa hasta que consiguiera un trabajo de medio tiempo, lo cual hice. Después de unos años, pude terminar mi carrera con varios reconocimientos, siempre fuí una chica bastante inteligente. Pero mi hija faltaba en mi corazón. Y ahora que he terminado mi carrera y he conseguido un muy buen trabajo junto con Jisoo aquí, lo primero que pasó por mi mente fue buscarte. Y es por eso que aquí estoy, cariño. Para que no busques más una mamá, porque aquí estoy yo. No sabes cuánto me dolió el que aquella chica pelirroja te tratara como a su hija, pero por eso vine: a recuperarte y que estemos juntas por fin.

Looking For Mom - Rosekook [#1] ᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora