Looking For Mom - Rosekook [#1] ᶜ

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El teléfono de Rosé sonó cuando estaban a punto de ingresar de nuevo a la habitación.

Jungkook le había dicho rápidamente y de forma casi atropellada que esa noche irían a una cena preparada por su inversionista y que debían ir al centro comercial más cercano para conseguir dos vestidos adecuados para ambas, y, sin dejarla replicar acerca de la decisión que había tomado por temor a que se negara, colgó de sopetón.

Rosé se quedó con las palabras en la boca, estaba muy indignada al respecto. Sinceramente ella no quería ir, sabía que se sentiría muy fuera de lugar en ese tipo de reuniones y no veía la necesidad de que ella asistiera. Así que tenía dos opciones, resignarse y aceptar la propuesta para seguidamente encaminarse al centro comercial a buscar un vestido adecuado o llamarlo para insistirle el que no deseaba ir a la cena. Y la respuesta resultaba muy clara para ella.

Después de seis llamadas al teléfono de Jungkook y que este no contestara, recibió un solo mensaje a su teléfono, haciendo que frunciera el ceño de inmediato.

Jeon Jungkook:
Deja de llamarme, sólo sigue la orden que te di.

Así que no tuvo otra opción que resignarse y comentarle los planes de su padre para esa noche a Doyeon, la cual reaccionó de forma eufórica. Una de sus mayores fantasías era la de ir de compras con su madre y no podía dejar de pensar que aquella situación se asemejaba. Cuando su padre le dejaba dinero a las niñeras para que se hicieran cargo de su ropa, siempre se quedaban con más o menos la mitad de lo que les daba Jungkook y terminaban eligiendo ellas mismas el vestuario que comprarían, sin ni siquiera tomar en cuenta la opinión de la pequeña. Así que desde que se quejó con su padre, éste no volvió a dejarle a las niñeras el cargo de comprarle cosas a su conejita, pero esto no había resultado del todo bien, ya que ahora era su padre quien la acompañaba al centro comercial para comprar su ropa, pero casi nunca tenía tiempo para hacerlo, por lo tanto, su guardarropas había disminuido considerablemente. Pero sabía que Rosé era diferente, ella no abusaría de la confianza de su padre.

—Yo no sé usarla, —avisó la pequeña, entregándole a Rosé una tarjeta de débito que le había dado su padre y que siempre llevaba consigo— pero supongo que mi papi te dijo que compraríamos la ropa con esta tarjeta, así que toma.

Se la extendió a la mayor, mientras ésta sonreía con ternura.

—¿A dónde quieres ir primero? —preguntó Rosé, mientras seguía de cerca a la pequeña.

—Humm —posó su manita debajo de su mentón, echando un vistazo a sus alrededores —¡Allí! —señaló una colorida tienda con su dedito y corrió hasta ella, dejando atrás a su niñera.

—¡Espera, no corras! —exclamó Rosé, mientras corría detrás de Doyeon.

Recorrieron por lo menos unas diez tiendas antes de que a Doyeon se le iluminaran los ojos al visualizar una sección llena de vestidos pomposos.