SIN RAZÓN

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                Era 28 de septiembre; veníamos de regreso de la ciudad de Mérida, no teníamos ni idea lo que pasaba. Cuando vamos pasando frente al hospital de Santo Domingo, vemos gente conocida, las risas cesan, y al acercarnos visualizamos a nuestra familia; inmediatamente cambió el curso, y nos paramos a preguntar qué sucedía, era algo complicado, Yan estaba enfermo. La primera impresión fue de duda, para después darnos cuenta, que aun siendo mi madre una doctora de confianza, ellos no nos dijeron nada. Preguntamos el diagnostico, parecía algo simple, un absceso, algo que parecía tan común, pero que irónicamente lo estaba consumiendo.

               El día siguiente era mi cumpleaños, la pasé muy bien, de igual manera pensaba en él, esperaba que estuviera mejor. Lamentablemente fue referido al IHULA; "bueno, ahí estará mejor atendido" pensé. Esa misma semana comencé 3er año, llegué como era costumbre, nuevamente entré a un salón, saludé a mis conocidos, y no fui nombrado; otro cambio de sección, esta vez la "A" al menos no fui el único, y junto a mi cambiaron a otras personas, entre esas, a la compañera que me apoyó, y unos allegados que me hacían sentir seguro, a pesar de que estaba acostumbrado, no era fácil. Mi primer día era duro, un recibimiento algo extraño; unos gritos por parte de unas personas que no querían que estuviera ahí, ya que habían cambiado a sus amigos. A mí me dio risa, y supe que esa sección estaba conformada por gente extraña, algunas personas muy tímidas, otras muy alocadas. Más enseñanzas sin saberlo...

             Cuando tuvimos oportunidad fuimos a visitarlo; estaba hospitalizado en planta baja, pero estando ahí, fue trasladado a piso 8. Ahí le asignaron una cama con todo lo necesario, y fue tratado por especialistas, los cuales determinaron que para recuperarse debía tomar medidas extremas, medidas que nunca pensé escuchar, como lo eran el hecho de que debido a la zona del acceso el cual era cerca de la parte rectal, era muy propenso a infecciones, por ende, debía dejar de lado totalmente la comida, su alimentación se realizaba mediante una vía sanguínea; además, de estar ahí hasta que su nivel de plaquetas y leucocitos en sangre, llegara a ser estable, ya que estaba muy muy bajo. La primera vez que lo vi estaba un poco nervioso, bastante confundido, intenté hablar con él, pero fue un poco difícil, de igual manera le demostraría que él era mi amigo, estaría con él hasta que se recuperara.

            Tuve que regresar a Pueblo Llano por las clases, estas eran normales, diferentes, pero no me parecían nada difícil. Todo iba muy correcto, tanto que me extrañaba; una mañana nos notificaron que la profesora de matemáticas iba a ser la de 2do año, ahí sentí la calma, siempre va a existir eso tétrico. Todos los viernes viajábamos a la ciudad, y visitábamos el hospital viernes, sábado y domingo; la segunda vez que lo vi, estaba más recuperado, bastante blanco, pero estaba con un DS y esto lo distraía bastante, ese fue nuestro siguiente encuentro de juegos, ya que no se podía levantar a jugar, yo jugaba junto a él ahí. Se veía bien, iba progresando lentamente, pero iba adelante; recuerdo preguntarle cómo se sentía y que me respondiera:       

               | Bien, aquí dicen que hace mucho frio, y yo les digo "frio hace donde yo vivo" ¿Verdad que allá hace más frio?

Yo afirmaba, y le decía que ahí hacía calor comparado con su casa...

             Nuevamente tuvimos que regresar, yo daba lo mejor de mí para que todo saliera bien y pudiéramos ir el fin de semana a Mérida; las clases no me preocupaban mucho, realmente no era tan difícil, podía contar con algunas personas, era conocido entre todos, mis notas eran razonables, y mi manera de ser iba tornándose cada vez más elocuente. La tercera vez que lo visitamos, le llevamos unos de mis carritos, lo saludé e inmediatamente comenzamos a jugar en el DS, él me contó que conocía a un niño, que lo visitaban mucho, y que lo había venido a visitar un payaso, que a él no le parecía muy divertido, pero se reía para que el payaso no se sintiera mal. Aun estando enfermo, daba su apoyo a los demás; la comunicación era un poco diferente, era difícil poder sentirse a gusto en ese lugar, yo admiraba su fuerza para no comer, y el hecho de no darse por vencido nunca.

           Esto se repitió un par de veces, visitarlo, jugar un poco, generalmente ir con otros familiares, él responder lo mismo a todos, sentir frío, sentirse agotado en ocasiones, y soñar, nunca dejaba de soñar, siempre diciendo que al salir quería realizar una fiesta, que no se tomara licor, que se gastara en comida, quería una bicicleta, quería ir a clases; un niño común, pero con una mentalidad que rompía esquemas.

              Una de esas visitas fue diferente, lo vi un poco molesto, bastante desanimado, de igual manera di todo de mí para verlo feliz, no lo logré del todo, pero al menos cambió su mentalidad. Al día siguiente me dijeron que sus plaquetas no subían, que había un problema mayor; nadie me dio una explicación lógica, y yo tampoco la pedí. Parecía simple, ser trasladado a un área más privada, donde no recibiera tantas visitas, ni estuviera en contacto con tantos agentes patológicos. Esta era una parte oncológica prácticamente; ahí noté algo, su madre, abuelo y familiares allegados, andaban dudosos, ellos sabían algo que los demás no. Para la primera visita en ese lugar debimos comprar tapabocas, ya que esto era obligatorio para entrar ahí; teníamos uno cada quien, yo entré después de mi mamá, solo podía estar 1 persona con él. La habitación era cómoda, habían solo 2 pacientes, él y un niño que sinceramente no recuerdo qué tenía; al verlo este sonrió, estaba feliz de verme, me dijo que me esperaba, que no podía pasar un nivel de un juego, que lo ayudara. Debido al lugar, solo estuve unos minutos, después nos fuimos.

             Ese mismo día escuché que posiblemente necesitaría un trasplante de medula, que esto solo se realizaba en los Estados Unidos, y otro montón de cosas así. Que él tenía un problema grave, que se le debían colocar quimioterapias, que ese era el primer paso. Me alteraba la situación, mi familia se centraba en cuestionar esto, unos hablaban de los otros, parecían no aceptar ese hecho, pero como un buen hijo, no dije nada...

              Estas visitas eran algo monótonas de alguna manera, se estaban volviendo costumbre; él me hacía caso en todo lo que decía, confiaba en mí, sin embargo, me costaba cada vez más hacerlo reír, y no era para menos, estaba aburrido de todo eso. Le ofrecí traerle películas, y se las llevé una tarde, juntos vimos Cars; mientras él veía el televisor, yo lo veía a él, podía notar que estaba delgado, que su cara se veía cansada, que de verdad quería salir de ahí, pero se le estaba haciendo imposible...

             Referente al 3er año, yo seguía dando todo por el todo, me había vuelto algo solitario, sin embargo, seguía disfrutando los días, me seguía estresando matemáticas, me daba sueño biología, y me aburría inglés. Contaba con personas que me apoyaban, que me hacían reír y motivaban a seguir luchando para terminar esa etapa. Ya era el último año con franela azul, era el cierre de una etapa, y la mayoría lo disfrutaba.

           Como es común, mi grupo de amigos era pequeño, no confiaba del todo en ellos, pero les daba interés. Entendí que no tenía muchos amigos, que el liceo estaba lleno de lindos rostros que sonríen de corazones enfermos, no de manera mala, sino en el hecho de que no eran sinceros, la mayoría hablaban mal de los demás, y eran totalmente hipócritas. Resumidamente, un montón de risas, gente inmadura, falsedad, buenos momentos, malos momentos, miedo y ganas de salir adelante; eso era la infraestructura mental del liceo, y sobre todo en mi sección.

YANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora