EN CADA MARCA QUE DEJASTE

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            Las cosas parecían tener un sentido aparente, todo llevaba poco a poco a momentos que siempre temí, como el de separarme de mi hermana por primera vez; ella siempre ha sido uno de mis pilares fundamentales, siendo la persona que más me conoce, y a que puedo expresarle mi sentir sin recibir una desaprobación irrelevante. Habíamos pasado toda nuestra vida juntos, y debo aceptar, gracias a ella muchas cosas se volvían más fáciles, con sus ideas, ayudas e incluso coreografías, todo tenía una solución; se podrán imaginar el llegar de clases, con un montón de cosas por decir, y solo comentar la mitad de estas, pues las demás no la entenderían. Ella estaba comenzando su nueva etapa, esta era algo estresante, pues ahora debía luchar más solo; los primeros días fueron los peores, llegar de clases, hacer lo que habían mandado el mismo día, estudiar, limpiar mis cosas, luego bañarme y sentarme frente a una computadora, abrir el buscador de google y esperar que algo se me ocurriera; esto me trajo cosas buenas, como conocimiento general de muchas cosas, pude fomentar mi cultura general y conocí canciones, poemas y libros, que nunca pensé que existieran...

            Esta rutina me hizo pasar los días bastante rápidos, la navidad pasó volando, recuerdo muy pocas cosas, las cuales repetían lo mismo del año pasado, y no me parecían nada relevante, sin embargo, me divertí bastante, aunque desde el primer día que tuve vacaciones, el pensamiento que debía mejorar no se separó de mí, lo que produjo que no me relajara del todo. Cuando llegó el momento de reanudar las clases, ni siquiera pensé en prepararme psicológicamente, pues parecía ya estarlo; llegué con la misma mentalidad, y esta se mantuvo en todo momento. Entre la presión de ponerle total atención a matemática, biología y química, y el hecho de llegar a casa y sentirme solo, se me pasaban los días volando; no me daba cuenta de lo que era YO en esos momentos, simplemente entraba a clases, daba el todo, salía al recreo, no me sentaba en ningún momento, generalmente practicando algún deporte, o caminando sin rumbo fijo, luego volver a clases, hacer lo mismo, salir de clases y continuar con esta consumidora rutina.

             Los problemas no faltan, al igual que las soluciones, mi madre llevaba meses sufriendo de cálculos renales, y debía ser intervenida quirúrgicamente para extraerlos, esto hacia que estuviéramos en constante movimiento en la ciudad, mi hermana regresó a casa, ya había terminado lo que estaba haciendo, las cosas parecían estar en su lugar. Un nuevo ciclo de protestas se llevaban a cabo, todo con el mismo sentido, tratar de salir de esta crisis que nos hunde a la desgracia, muchos daban el alma, jóvenes luchando contra sus propios hermanos, palos y piedras, contra bombas y balas; la cifra de muertos subía rápidamente, la locura y vandalismo se juntaban produciendo que se hiciera más daño, lo que nos atrasaba cada vez más. Yo en lo personal, pensaba que esa era nuestra salvación, y apoyo esa decisión de no ser sumisos y alzar nuestra voz, pero no se logró más que demostrar el horror que vivimos, y que en este país la muerte y la vida, se juegan las almas como si fueran fichas de póker. Es impresionante como DIOS nos ha mantenido estables, si no fuera por él, estoy seguro que ya hubiéramos muerto todos. En fin, este suceso nos ponía las cosas lentas, y comenzamos un nuevo sufrimiento, el de operar a mi madre en el hospital Sor Juana Inés de la Cruz, con la situación del país, los conflictos, las escases de medicamentos y alto costo de la vida, nos sentíamos luchando con los ojos tapados, pero íbamos ganando la batalla. En pocos días, y sin pensarlo en ningún momento, tuve que enfrentarme a la soledad plena, al estar solo en la casa, cumpliendo mis responsabilidades, mientras mi familia luchaba en la ciudad para que se diera la cirugía; un día sin darme cuenta, llegué de clases, en casa no había nadie, llamé, pero el problema de las redes dificultaba todo, por ende, almorcé y esperé que se manifestaran; hice lo que siempre hacia, se llegaron las 6 pm, y no sabía nada, ahí la preocupación se hizo grande, pero en unos minutos se comunicaron, me dijeron que no se podían regresar, que debían estar en la ciudad, por esto, debía estarme solo en casa. Todos estábamos haciendo sacrificios, eso era lo de menos, así que sin pensarlo, estaba conmigo mismo; muchos pensarían en llamar amigos y disfrutar la libertad, pero yo no, yo cerré todas las puertas, cené y me acosté a dormir, tratando de no darle chance a mi mente que se manifestara...

YANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora