Gal II

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Shanga brincaba por la pradera. Llevaba largo rato intentando cazar un pequeño jilguero que estaba consiguiendo diezmar el orgullo del tigre. La intención de Shanga no era comérselo, ni mucho menos, solo quería demostrar que era capaz de cazar a un pequeño y escurridizo pájaro; y su ego siempre crecía cuando sabía que Arien le observaba.

La elfa esta subida en un árbol, comiendo una manzana. Su mirada estaba puesta en Shanga, pero sus pensamientos estaban mucho más alejados de la pradera en la que se encontraban. Hacía cuatro noches había tenido un sueño que la perseguía desde entonces, incluso por el día, llegando a repetirse todas las noches desde entonces. Las imágenes no eran muy claras, de hecho lo único nítido era una voz que no dejaba de llamarla. A veces la daba la impresión de estar caminando por un bosque oscuro y tenebroso, que la helaba la sangre; y luego, de pronto veía una luz que venía de entre los árboles haciéndose cada vez más grande. La voz oscura parecía comenzar a apagarse y una nueva, clara y luminosa la hablaba sin que ella pudiera escucharla. Lo que sí sabía era que la alejaba de ese bosque siniestro; a pesar de no llegar a ver nunca quién hablaba.

Con todo esto en su cabeza, dio otro mordisco a la manzana. Se preguntó cómo seria ser igual de libre que Shanga, sin preocupaciones, sin darle vueltas a sueños perturbadores; simplemente saltar entre las hierbas intentando cazar un pájaro.

Arien sonrió viendo a su amigo darse por vencido.

- A tu favor diré que ese pájaro no merecía tu atención

El tigre solo bufó moviendo la cabeza, algo que la elfa sabía bien que significaba que dejara de meterse con él.

Arien bajó del árbol de un salto y se acercó a Shanga. Rascó su cabeza haciendo que el tigre ronroneara, y siguió por el cuello hasta detrás de las orejas, el punto débil del tigre. Shanga se dejó caer al suelo del gusto que él daba que Arien supiera cómo hacerle sentir mejor. Se tumbó boca arriba, y la elfa riendo le arrancó la tripa.

-¿Algún día dejarás de comportarte como un cachorro? - Shanga ronroneó arrastrando la cabeza contra el suelo. Arien agarró su cabeza y juntó su frente con la del tigre- Yo espero que no lo hagas nunca. -Shanga la pegó un lametón obligándola a soltar una carcajada. - ¡Para! Normal que mi madre se enfadara cada vez que jugábamos si siempre volvía hecha un bardal.

Arien se levantó sacudiendo sus pantalones, e intentando que los pelos de su trenza siguieran trenzados. Un crujido lejano, apenas perceptible, hizo que la elfa mirar con desconfianza a su alrededor. Últimamente, se sentía observada cada vez que ponía un pie fuera de los muros de Edoras.

- Volveré esta noche, ¿te portarás bien? -Shanga ronroneó- Así me gusta

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- Ah, Arien, ya estas de vuelta- Aland le saludó al verla acercarse entre la gente.

- Así es, ¿alguna novedad?

- Hemos despachado solo un par de ovejas en toda la mañana... Parece que este año se venden mejor los gorrinos.

- Creo que parte del problema es que Bronson no sabe vender vuestro producto...- dijo señalando al hombre, que sentado en una banqueta hurgaba su nariz.

- ¡Pero porqué te metes conmigo!- preguntó el molesto y limpiando su dedo en su blusón al ver que todos le miraban

- Tiene razón- la apoyó Ricker- no es que des muy buena imagen de nosotros. ¡Haces que la gente se espante!

Aland y ella observaron entre risas como los dos hermanos comenzaban una batalla de insultos entre ellos.

- Disfrutas demasiado haciéndoles rabiar

The Things We Lost In The FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora