10. Fantasmas del pasado

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─¿Y, Jia?

«Jia. Ese será mi nombre de aquí en más. Vale recordarlo».

─¿Qué te parece? ─preguntó la señora -que respondía al llamado de "mamá"- al presentarle su dormitorio.

En lugar de contemplar la habitación, Juny observó a la mujer de pies a cabeza. Sus rasgos faciales le recordaban a su gemela, y la sonrisa, debía admitir, era parecida a la suya. Sin lugar a dudas, era la madre biológica de ambas, y había decidido quedarse con Jia.

─Bien ─respondió al cabo de un quejido de inquietud.

─¿Notas algo diferente? ─La señora pasó de largo el estante de trofeos y se detuvo debajo de la canasta de baloncesto que colgaba de la pared. Juny tardó en reconocer que era un muy elaborado reloj.

─Tu entrenador lo envió de parte de todo el equipo. Te extrañan, Jia, y esperan que regreses pronto a la cancha.

Juny suspiró. «No sé jugar baloncesto. ¿Se supone que debo aparentarlo? ¿Cómo haré, si apenas logro encestar la ropa sucia en el lavarropas?»

Tranquila, será sencillo. Estás en mi cuerpo, tienes mis habilidades físicas. Responderás automáticamente a las técnicas del juego.

─¿Te gusta? ─Seguía insistiendo la madre.

La niña asintió.

─Me alegro. Iré a preparar la cena. Cuando termines de instalarte, baja que la familia te está esperando. Te quiero y estoy muy orgullosa de ti. ─Le besó la frente.

Juny quedó sola en su nueva habitación. Debía admitirlo, no estaba nada mal. Era espaciosa, contaba con una cama doble y un televisor plano y gigante. Se acostumbraría fácilmente a ese estilo de vida.

Espera, necesitamos hablar, le dijo Jia

«Descuida, me siento excelente».

¿Acaso no te preguntas por qué estás aquí?

«No, mientras el televisor sea de alta definición».

Oye...

Revoleó los ojos. «Bien, escucharé».

Estoy muriendo.

Juny agachó la cabeza. No quiso pensarlo, pero lo intuyó.

Tuve que haberlo hecho en el hospital, pero quise resolver un asunto pendiente antes de partir. No quiero irme sin antes hacer algo que honre a mi familia y los haga sentir orgullosos de mí. Para eso, necesitaré tu ayuda. Será temporal, lo prometo.

"Temporal". Esa palabra, aunque se suponía que debía aliviarla, le dolió a Juny. Cuando ese tiempo caducara, también lo haría Jia.

***

La señora le sirvió más té a Dyn. Ya había sido la quinta vez, pero cero palabras. Él se asomó a la taza y se sorprendió al descubrir que su reflejo no se dibujaba en la superficie de la infusión. «El reflejo del ideal es el terrestre», recordó luego y miró a la mujer.

Otros minutos de silencio pasaron. El invitado cubrió la taza con la palma de su mano cuando la anfitriona arrimó la pava de porcelana nuevamente. El té no saciaría sus dudas.

─Georgia. ─Por alguna razón desconocida, Dyn acertó el nombre.

Ella sonrió con las cejas arqueadas.

Idealidad: El retorno al origenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora