20. Perder el control

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El viaje se prolongó demasiado y Georgia ya comenzaba a inquietarse. Había caído la noche y aún seguían en marcha. El plan de llegar antes del atardecer no resultó y, puesto que manejar a oscuras estaba fuera de discusión para Jin, se vieron obligados a buscar un nuevo motel, no sin antes ir por la cena.

Lo más cercano a un restaurante que encontraron fue un local de comida rápida vacío que entusiasmó a las niñas y desagradó a los adultos, pero terminó convenciéndolos por sus precios accesibles. Cuando recibieron su pedido, comprendieron a qué se debía tanta generosidad.

─Hace años que no comía en lugares como este ─admitió Jin y descartó una patata frita verdosa.

Georgia masticó la hamburguesa gomosa y terminó tosiendo para expulsar el pedazo que se atoró en su garganta.

Mientras tanto, Rina devoraba la cena sin dar lugar siquiera a una bocanada de aire. Juny, por lo contrario, masticaba lenta y sigilosamente; entre cada mordisco, le echaba una ojeada a Georgia, hasta que su nerviosismo le impidió otro bocado más. Dyn estaba sentado entre ambas, mirando las bandejas servidas sobre la mesa con disgusto. Lo que antes era su comida favorita se transformó en un conjunto de grasas que no lo tentaron ni a mirar.

─¿De dónde vienen? ─preguntó Jin y tomó un sorbo de su gaseosa tibia.

Georgia hundió la mirada en el envase de patatas.

─Del norte ─mintió.

─¿De qué ciudad?

«¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio?», se enfureció la mujer.

─Es un pueblo diminuto. Estoy segura que no lo conocen. ¿Podrías pasarme un sobre de mayonesa?

Jin le alcanzó uno.

─¿Y cuál es el motivo de su viaje?

─Vacaciones.

─Nosotros también. Vivimos tiempos difíciles recientemente y necesitamos despejarnos. ¿Cuándo piensan regresar?

«Nunca», pensó Georgia, pero en su lugar contestó:

─No sé. Lo definiremos más adelante.

─¿Pero qué hará la niña con la escuela? Estamos en plena temporada de clases.

«¡Que hombre entrometido!».

Retomará luego. Oportunidades de aventura como esta no deben desaprovecharse. ¿Por qué mejor no nos cuentan sobre ustedes? ─le pidió a Jin.

─Es una historia larga. Jia estuvo internada durante las últimas semanas y...

─¡Más! ─saltó Juny, agitando su vaso.

─Hija, compórtate.

─¡Más!

La niña se levantó, corrió al mostrador y siguió gritándole a su padre. No le permitiría revelarle su vida a una presunta criminal.

Jin suspiró y fue tras ella para comprarle una segunda gaseosa.

─Patatas ─agregó Juny.

─Aún no comiste las que tienes.

Pero ella insistió. Tenía que ganar tiempo.

Él, finalmente, desistió, y cuando le dio la espalda a la mesa para pagar el pedido, Juny lo sujetó del brazo, procurando que se mantuviera quieto durante los minutos de espera.

─Peligro ─susurró ni bien el empleado ingresó a la cocina.

─¿Qué dices?

Juny miró de soslayo a sus dos acompañantes que seguían sentadas en la mesa.

Idealidad: El retorno al origenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora