Una pierna fracturada. Rotura de ligamentos en la rodilla izquierda. Dos costillas partidas. Bazo desgarrado. Lesión en la columna vertebral. Un diente caído. Pero el corazón seguía latiendo.
Juny estaba herida, pero lúcida como nunca antes. Le habían enyesado la parte inferior, su espalda estaba sujeta por un corsé ortopédico, y le inyectaban anestesia cada par de horas porque el malestar no la dejaba dormir.
El médico señaló lo afortunada que había sido al sobrevivir a un choque, considerando su historial clínico. La familia celebró que sus plegarias fueron escuchadas una vez más. En el barrio, Jia ganó el apodo de "inmortal", pero Juny se sentía mortificada por el destino.
La madre de Jia estaba sentada en el borde de su camilla, alimentándola a cucharadas, con lágrimas espesas y gordas rebalsando por su nariz. La niña no pudo evitar preguntarse si la reacción de esta mujer hubiera sido igual si ella misma, Juny en su máxima plenitud, estuviera en riesgo. Después de todo, también era su madre biológica. ¿Por qué, entonces, concentró toda su energía en una sola hija? ¿Por qué renunció a ella?
Todos las injusticias que creyó irrelevantes en las últimas semanas, prorrumpieron en su interior como una alarma de advertencia: roja, titilante y persistente. De poder elegir, les preguntaría solo una: ¿por qué tenía que sacrificarse por Jia y su familia, si ellos nunca se sacrificaron por ella?
Tuvo que guardarla para otro día. Su cuerpo no estaba en condiciones para hacer el escándalo que merecían sus reclamos. Esperaría al momento indicado, cuando lograra reunir el coraje para formular una frase completa que describiera su furia y no diera pie a respuestas vagas o excusas absurdas.
El médico llamó a la mujer para charlar con ella en privado.
─Solo le explicaré el procedimiento a seguir ─le aseguró ante el temblor desamparado que la atacó apenas lo vio.
Un tanto insegura de dejar a la niña sola, salió de la habitación pactando con el doctor que la charla fuera breve para regresar lo antes posible.
«Quiero volver», le dijo a su hermana en sus adentros. «Por favor, Jia, déjame ir...»
Pero esta no contestó.
─Jia...
Juny supuso que debía estar metida en su cabeza, revolviendo el subconsciencia en busca de un buen motivo por el cual debería quedarse. Esperó que se le ocurriera una respuesta convincente que justificara sus minutos de silencio.
Pero esos minutos se hicieron horas, y esas horas completaron días. A medida que iba sanando con el correr de un largo reposo, Jia seguía sin aparecer, y Juny fue perdiendo las esperanzas de volver a escucharla.
Eso no era parte del trato.
***
Mireya apareció al día siguiente en la puerta de la casa de Alanis con un canasto de verduras.
─¡Día ideal para hacer una rica ensalada!
Alanis, sorprendida por su visita, siguió parada en la puerta, bloqueando el paso, por lo cual la recién llegada tuvo que entrar por el hueco entre su brazo y el marco.
─Quería disculparme por lo de ayer ─dijo, mientras se acomodaba en la cocina─. Estaba muy cansada y quería irme a dormir temprano. Sin rencores, ¿verdad?
Alanis se sentó en la mesa del comedor y extendió sus brazos sobre ella.
─Claro que no.
─Después de todo, ya no quedaba nada que hacer ayer.
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Idealidad: El retorno al origen
Fantasy¿Qué sacrificarías para tener una vida perfecta? ¿Salvarías a tu mayor enemigo? ¿Te enfrentarías a los fantasmas de tu pasado? ¿Te someterías al mismo daño que le has generado a otros? Cuatro jóvenes aceptaron el desafío para obtener una recompensa...