¡Se había ido! Esteban miró la almohada vacía junto a él. Aguzó los sentidos en busca de algún sonido en el baño, en la cocina, en el resto de la casa. Pero no se oía nada. El silencio de una casa vacía envolvió su cuerpo como un manto frío.
Tan solo se escuchaban los cantos de los pájaros mientras los últimos rayos de luz se colaban entre las ren¬dijas de la cortina del dormitorio.
Alargó una mano. Las sábanas estaban frías. ¿Dónde estaría? Se incorporó sobre la cama y se asomó al suelo, pero sólo reconoció su ropa desperdigada.
Repentinamente despierto, se levantó y se cubrió con un batín, ajeno a su maltrecho espíritu. Comprobó la cocina y el cuarto de baño. Se sentó en el sofá del salón y miró a través de las cortinas hacia la calle. Pero no vio nada extraño, aparte de su propio coche que no había encerrado en el garaje la noche anterior.
Se levantó consternado, y recorrió la habitación en busca de algún mensaje o alguna nota. No había nada. Además, cuando fue a comprobarlo, todas sus cosas habían desaparecido de su dormitorio.
María y cualquier rastro de su presencia habían desaparecido. Se derrumbó en el sofá. En algún momento, en pleno día, se había deslizado fuera de su cama y fuera de su vida de nuevo.
¿Cómo podría volver a superarlo?
El sonido insistente del teléfono, lo sacó de su pesar.
¿Sería ella?
¡Oh, Dios, que así fuera!
_ Papá tenemos que hablar_ Era Héctor. Pero su voz ¿Parecía rota, cargada de dolor? Esteban se estremeció_. Mis hermanos y yo hemos recibido una carta de un tal Luciano Cisneros, y
Esteban gimió de sufrimiento.
Aún no habían pasado los tres meses que ese hombre le había dado para preparar a sus hijos para la fatal revelación.
¡Diablos, si ni siquiera había pasado una semana!
Esteban abrió los ojos desmesuradamente ante la idea. Había jugado con él. Lo había planeado todo. Se había vengado vilmente por lo que ella creía que él había hecho deliberadamente.
_ Héctor yo Ella María ha hecho todo esto para vengarse de mí. Nos está utilizando a todos. Ella quiere arrebatármelo todo.
_ ¿Es cierto? ¿Victoria, María es mi madre?_ oyó Esteban que le espetaba su hijo por el teléfono_. Dime, papá. ¿Es cierto que nos mentiste sobre la muerte de nuestra madre y que nos ocultaste la existencia de nuestra hermana dejándola abandonada a su suerte?
¿Pero de qué demonios estaba hablando ese muchacho?
_ Soy culpable del primero de los cargos, y ya os aclararé mis motivos para hacerlo_ comenzó a decir Esteban nerviosamente_. Pero esa chiquilla no es vuestra hermana. Por lo menos no de padre y madre. Ese abogado, el que os ha mandado las cartas, es
_ El mejor amigo de María. Sólo eso. Está a punto de casarse con una tal Laura Romero. Socia ejecutiva de la cadena de joyerías que mi ma madre y ella poseen, y que tiene sucursales repartidas por todo el mundo. ¿Te suena de algo Nuevo diamante?
¿La famosísima cadena de joyerías Nuevo diamante era de María?
Pero entonces ¿Para qué necesitaba la mitad de sus pertenencias? ¿Para qué las quería?
Cada vez estaba más y más claro
¡Represalias! ¡Pura y dura venganza!
_ Está bien_ se rindió Esteban_. Si queréis apartaros de mí por un tremendo error del pasado que ni siquiera fue enteramente culpa mía, no seré yo quién os lo impida. Pero, lo de esa niña no podéis echármelo en cara. Yo no soy el padre de Ana María.
_ ¡Oh Dios! No lo sabes, ¿verdad?_ suspiró Héctor, comprendiéndolo todo_. Será mejor que vengas a casa de Estrella ahora mismo. Tienes que leer una de estas cartas inmediatamente._ Estoy muy preocupada, papá_ apuntó Estrella, haciendo entrar a Esteban, rápidamente al interior de la casa_. Ana María se fue a primera hora de la mañana. María mi madre se la llevó sin soltar prenda del como mi el porqué. Yo aún no sabía nada sobre Bueno, sobre lo que hay escrito en esta carta. Pero ahora que lo sé todo, mi hermana
Hermanastra la interrumpió Esteban_. Y no es necesario que te preocupes tanto por ella. Al fin y al cabo, apenas la conoces y
Estrella lo miró con pesar. Estaba claro que su padre iba a sufrir mucho cuando se enterase de toda la verdad. Pero era necesario que lo hiciera.
_ Será mejor que entremos en el despacho de Greco. Él, mis hermanos y mis cuñadas nos están esperando allí.
_ ¡Valla, reunión familiar!_ exclamó Esteban. Y aunque quiso sonar sarcástico, su voz reflejó todo el dolor contenido_. ¿Cuál es el precio que voy a tener que pagar por disfrutar de algo tan inusual últimamente?
Estrella lo miró compasivamente, adivinando a la primera, que su padre no se sentía tan bien como fingía aparentar.
Dándole un beso en la mejilla, quiso confortarlo.
_ No vas a tener que pagar ningún precio para conservar el respeto y el amor de tus hijos, grandullón. Los tres hemos entendido que tendrías tus motivos para secundar esa mentira que inventó la mente perversa de tía Alba. Héctor y yo ya tenemos un hijo, y el de Ángel está en camino. Todos haríamos lo posible y lo imposible por ahorrarles un dolor tan innecesario e intenso como es el enterarnos de lo que le ocurrió a nuestra madre. Pero Aunque todos sigamos queriéndote de igual modo o más, es necesario que leas esta carta.
Ángel le entregó un sobre cerrado que sacó del bolsillo interior su la chaqueta.
Esteban lo abrió y, sentándose en uno de los sillones comenzó a leer el papel doblado, que sacó de su interior.