Esteban aún no entendía porqué tenía esa sensación tan rara en la boca del estómago desde que se despertó por la mañana y puso el primer pie en el suelo.
Era extraña e intrigante, pero no dolorosa. ¿Estaría incubando algo?
Esperaba que no. Por la noche tenía su cita con la mujer que tenía la voz más relajante y melodiosa desde que conociera la de
María
¡Otra vez aquella sensación! Extraña Incómoda Expectante
Una sensación que permanecía en él desde que terminó la estúpida conversación que tuvo con Victoria la noche anterior. Pero es que se parecía tanto a la que mantuvo con María el día que se conocieron personalmente«Ella atendía la centralita de las oficinas San Román desde hacía varios meses. Hacía bastante tiempo que deseaba saber como era el rostro de la mujer que poseía aquella voz tan dulce e intrigante.
Apenas había hablado directamente con ella en un par de ocasiones, pero el viejo Servando le había insinuado ya varias veces que la chica que se ocupaba de la centralita era preciosa y encantadora, y que a pesar de ser un hombre mayor, solitario y sin ilusiones, aquella jovencita lo devolvía a la vida cada día con su maravillosa sonrisa.
Aquella mañana, no había podido soportar más el deseo de conocerla, y la llamó personalmente a la centralita.
_ ¿María?
_ Dígame, señor San Román.
Lo había reconocido enseguida, como siempre. Aquello le gustaba.
Esteban sonrió.
_ ¿Cómo sabe que soy yo?
María suspiró y contestó con otra pregunta.
_ ¿Qué desea?
Un corto silencio.
_ Conocer de una vez a la mujer preciosa e inteligente que se esconde detrás de este dispositivo.
_ ¿Y cómo sabe que soy preciosa e inteligente?
_ Porque tiene una voz maravillosa. Ninguna mujer con esa voz extraordinaria, podría ser fea o estúpida. De hecho estoy seguro de ello, por eso deseo invitarla a comer a la hora del descanso para el almuerzo.
_ ¿Y si realmente lo fuera? _ María deseaba intensamente conocerlo. Desde que se cruzó con él, un día al bajarse del ascensor, la figura de aquel hombre se había apoderado de sus más sueños eróticos.
_ ¿El qué? _ Prosiguió él. ¿Le tenemos dando largas?
_ Fea y estúpida_ contestó María siguiendo con aquel juego_. ¿Seguiría interesado en conocerme solo por el timbre de mi voz le gusta?
_ Vamos, señorita Fernández Lleva trabajando para mí desde hace seis mese y aún no sé como es. Siempre he creído que la mejor forma de dirigir mi empresa es conociendo a cada uno de mis empleados. Sólo será una comida, se lo prometo. Después la traeré de regreso a las empresas sana y salva.»Así comenzó todo Pero ¿Cuándo acabaría?
Esteban entró en el pequeño comedor de OBBOS que se encontraba abarrotado. Por suerte, su secretaria había podido conseguir una reserva para las diez, gracias a que había habido una anulación inesperada. Tenía el corazón acelerado debido a las intensas evocaciones que le inspiraba aquel sencillo lugar.
María y él se habían hecho asiduos de ese pequeño restaurante desde que comenzaron a salir juntos.
Estaba cerca de las empresas, y se trataba de un lugar tranquilo y no demasiado caro. Se habían acomodado a ir allí por que María, en un principio, no permitía que pagase solo él. Todo lo que emprendían juntos, tenía que ser abonado a medias. Y aquella decisión, por mucho que a él le disgustase, la mantuvo hasta el día que se casaron tres meses después.
La sensación que durante todo el día había sentido en la boca del estómago se acentuó inexplicablemente, mientras el encargado lo conducía hacía la mesa que le habían reservado. Al recordar la voz de Victoria, sus terminaciones nerviosas se contrajeron y cada vello de su piel se erizó.
Aquella voz le resultaba tan familiar
¿Dónde la habría escuchado antes?
¿Pudiera ser que?
_ ¡Oh, Dios, María!_ exclamó en voz alta, sin darse cuenta de ello.
Como si la hubiera invocado con su nombre, las puertas del pequeño restaurante se abrieron y ella apareció ante sus ojos como si de un ficticio espectro se tratase.
Mudo, sordo y ciego. Su mente se negaba a asimilar la presencia de la mujer que lo había significado todo para él en su vida.
Porque si aceptaba que la mujer que había conocido apenas unas horas antes, en la casa de los suegros de su hijo, era María y no Victoria, también tendría que aceptar que había sido de otro hombre en algún momento de aquellos últimos dieciséis años y, ahí estaba Ana María para demostrarlo.
Pero ¿Por qué? ¿Y cuando?
Debió suceder poco tiempo después de pedirle que no volviera a verla. Muy poco tiempo después de que le pidiera el divorcio
¿Así que se trataba de eso?
Mientras él se devanaba los sesos intentando sacarla de la prisión, y su corazón se hacía añicos al no conseguirlo, ella se había enamorado de otro hombre.
Pero ¿Quién y como?
Encerrada como estaba en una prisión, ¿quién diablos?
_ Hola, Esteban_ Dijo María, intentando sonar lo más fría posible mientras el camarero que la guió hasta la mesa, le sujetaba la silla, dejaba dos cartas sobre la mesa y se marchaba_. ¿No vas a saludar a tu ex esposa?
Al ver el total ensimismamiento en el que permanecía el hombre sentado frente a ella, María se apresuró a decir:
_ Estás dando un espectáculo, Esteban. Será mejor que cierres la boca, o en unos momentos comenzarás a babear.
_ ¿Qué qué haces tú aquí?_ consiguió balbucir Esteban, finalmente_. ¿Cómo conseguiste salir de la?
_ Luciano me sacó_ lo cortó ella. Estaban rodeados de demasiada gente. Ningún extraño tenía porqué saber sobre su vida. Para proseguir, bajó la voz_. Hace diez años que consiguió demostrar mi inocencia.
Diez años Las singularidades de la vida. Exactamente el tiempo que hacía que habían desaparecido tía Alba y Servando Maldonado.
_ ¿Saliste libre hace diez años?
_ Exactamente Diez años, tres meses, veinticinco días y seis horas ¿Quieres también los minutos y los segundos?
_ No. No es necesario_ se apresuró a decir él_. ¿Y llevas todo ese tiempo aquí en México?
_ No. Mi hija y yo llegamos a la capital hace dos meses_ le aclaró ella, enfatizando intencionadamente la palabra hija.
Esteban sospechó molesto. ¿Lo que castigando por algo?
_ Tu hija ?? ¿Y quién es el padre de esa jovencita? _ Inquirió Esteban, sarcásticamente_. Porque en el lugar en el que te encontrabas no existen muchas posibilidades.
A María le dolió mucho su sarcasmo. Tanto, que estuvo a punto de decirle la verdad.
_ Eso no es asunto tuyo, Esteban. Pero puede que algún día te lo diga.
Pero Esteban, hizo sus propias conjeturas.
Era que ser así. No podrías ser otro.
_ No es necesario que lo hagas. Sé perfectamente quién es el padre de tu hija.
María lo miró con recelo. ¿En quién estaría pensando?
_ ¿Estás seguro de lo que afirmas?
_ Totalmente.
María perdió el hilo de la conversación, al ver a un hombre que acababa de entrar y que le hacía gestos con las manos.
¡Luciano!
¿Qué hacía él en México?
¿Y quién le habría dicho donde encontrarla?
Ana María
El abogado se acercó a la mesa donde Esteban y ella se encontraban. María se puso en pie para recibirlo, y él la estrechó entre sus brazos.
_ Oh, María María No sabes cuanto te he extrañado.
¿Pero qué le ocurría a Luciano? ¿Por qué no la soltaba?
María se reclinó hacia atrás y miró a Luciano de forma interrogante.
El abogado le guiñó un ojo con complicidad.
He llegado hace escasamente un par de horas habló finalmente Luciano_, y mi princesa me dijo donde encontrarte.
María empezaba a comprender.
_ Has ido a ver a Ana María_ dijo ella devolviéndole el guiño_. Y ella te ha contado
Todo la cortó Luciano antes de que ella metiera la pata. Ana María y él, habían trazado un plan, del que María aún no sabía nada. Estaba claro que tendría que improvisar, y esperar que ella lo siguiera.
_ ¿Absolutamente todo?_ insistió María, a pesar de que estaba segura de que la inteligente y rápida mente de su mejor amigo ya se había puesto a funcionar sin su permiso.
Total mente le confirmó el abogado, sonriente.
¿Qué estarían tramando él y su peligrosa hija?
Un carraspeo por parte de Esteban para recordarles su presencia, los hizo abandonar su posición y acercarse de nuevo a la mesa.
_ ¡Oh, disculpa!_ se apresuró a decir Luciano, afablemente_. Tú debes de ser Esteban San Román. El ex marido de María. ¿No es cierto?
No. No lo era exactamente. Pero aquel no era ni el lugar ni el momento para sacarlo de su error.
Justamente mintió Esteban, estrechando la mano que el oreo hombre le ofrecía_. ¿Y usted es?
¿Por qué aquel hombre, a pesar de no conocerlo de nada despertaba en él sus peores instintos?
Luciano Cisneros dijo el abogado apretando fuertemente la mano de Esteban_. Abogado y prometido de María.
¡Por eso! ¡Lo sabía! ¡En cuanto observó como miraba a su esposa, supo que era él! ¡Aquel era el padre de Ana María! Tenía que haberlo adivinado cuando la llamó su princesa.
María estaba tan sorprendida como Esteban. ¡Su prometida! ¿En qué estaba pensando Luciano? Como no tenía ya bastantes problemas que solucionar con Esteban
_ Luciano. Yo
_ Un momento, cariño_ la cortó Luciano nuevamente_. Enseguida hablaremos con Esteban de lo que nos interesa. Tan sólo déjame que saque unos papeles, que he preparado para la ocasión, de mi maletín.
Luciano abrió el maletín que antes había puesto sobre la mesa, sacó tres sobres cerrados, los depositó delante de las narices de Esteban, cerró nuevamente el maletín y lo depositó en el suelo junto a su silla.
Esteban los miró a ambos y después a los tres sobres.
_ ¿Qué es esto?_ dijo, sin saber que era lo que estaba ocurriendo_. ¿Es para mí?
Luciano sonrió con aquella sonrisa característica de él, cuando las cosas salían tan bien como había previsto.
No exactamente. Le comunicó el abogado.
Esteban seguía sin entender nada de nada.
_ ¿Y?
_ Esas cartas son una para cada uno de sus hijos, en el caso hipotético de que usted se niegue a la proposición que María y mi princesa quieren hacerle_ aclaró finalmente Luciano_. Todas son iguales. Y en ellas se explica que; María Fernández Acuña, madre biológica y legítima de Héctor San Román Fernández, Estrella San Román Fernández y Ángel San Román Fernández. Esta viva y reside actualmente en la ciudad de México DF. También están inscritas, su dirección, lugar de trabajo y el nombre de las cinco joyerías repartidas por toda la ciudad, que son propiedad de la susodicha y dónde pueden encontrarla cuando deseen. Por supuesto, explica el verdadero motivo por el cual mi prometida desapareció de sus vidas y he incluido pruebas de su inocencia, los nombres de los verdaderos culpables de aquel asesinato y los documentos que demuestran la culpabilidad de ambos. Un certificado de vida de María y otro de su puesta en libertad sin cargos, por parte de las leyes de Aruba. Además de la detallada explicación que me dieron Alba San Román y Servando Maldonado de que usted les dijo a sus hijos que su madre estaba muerta sin ser cierto, y que en caso de dudas, deberían preguntarle a su padre o a su tía Carmela, en la que confían plenamente.
Esteban se quedó desorientado, y María Ni qué decir queda.
_ ¿Y? ¿Cuál es esa petición?_ consiguió decir Esteban. ¿O lo balbució?
_ Que María y Ana María se trasladen a la mansión San Román_ comenzó a explicar Luciano_. Y, si en un plazo de tres meses, sus hijos aún no saben toda la verdad, será ella misma la que se la revele. Además, como cuando se solicitó el divorcio, María aun estaba en la cárcel, no pudo optar a reclamar la mitad de sus vienes. Esos vienes era gananciales, o sea, que de lo quered tenía en ese momento, la mitad le pertenece a María y deberá dárselo antes de vuelva a abandonar la casa familiar.
¿Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Cómo se había enterado María de que sus hijos la creían muerta?
¡Héctor!
Él y María Habían desaparecido juntos en algún momento de la fiesta de carnaval de los Sousa.
_ ¿María?_ se atrevió a decir_. ¿Héctor no?
_ ¡No!_ le aseguró María adivinando así lo que a él le pasaba en esos momentos por la cabeza_. Héctor aún no sabe que yo soy se madre. Quedó convencido de que ye era una íntima amiga del pasado de ambos.
Esteban suspiró aliviado. Poco después, volvió a contener la respiración al recordar la extrema situación en la que se encontraba.
_ Si hago lo que me María y su hija sugieren, perderé el respeto de mis hijos de todas formas_ dijo suspiró Esteban desalentado. Sabiendo que era su única protección, miró a María_. ¿Serías capaz de hacerme eso, María? ¿Serías capaz de hacerle algo así a nuestros hijos?
¡Idiota! ¿Por qué la hacía sufrir tanto el desconsuelo de Esteban? ¿Por qué su corazón se desgarraba con cada gesto de dolor de su rostro si había decidido odiarlo para el resto de su vida?
¡No! No iba a permitir que la subyugara. Él se lo había buscado.
_ No seas vulgar, Esteban_ dijo ella, de la forma más fría que podo fingir_. Yo no le he hecho ni haré nada malo a mis hijos. Tú solito te has metido en este lío. Yo sólo pretendo que mis hijos sepan la verdad.
_ Tú verdad_ le espetó Esteban, que a pesar de querer sonar mal humorado, sonó desesperado.
No objetó tranquilamente María_. La única y auténtica verdad, Esteban. ¿O acaso pretendes que nunca más pueda estar con mis hijos?
_ No. No es eso_ en realidad, no estaba seguro de lo que quería_. Sólo que tú ya tienes una hija y yo
_ No tengo una hija, Esteban_ protestó ella, y esta vez si que estaba enfadada de verdad_, tengo cuatro hijos maravillosos y quiere disfrutar del cariño y el amor de los cuatro. ¿Te resulta eso tan difícil de entender?
_ Sí, cuando el que tú los recuperes signifique que yo los pierda para siempre.
María resopló indignada. ¿Era aquel el mismo hombre, comprensivo y bondadoso que conoció hacía casi veinticinco años?
_ Ese no es mi problema, Esteban_ dijo, a pesar de que no lo sentía. Estaba segura de que si conseguía que sus hijos la aceptaran de nuevo en sus vidas, haría todo lo posible porque perdonaran y comprendieran a su padre_. Además, si todos son la mitad de comprensivos y cariñosos que Héctor, estoy segura de que entenderán tus motivos sean cuales fuesen.
Esteban perdió los estribos. Algo que no pretendía. Pero es que se jugaba tanto
_ ¡No podía decirles que su madre estaba encerrada en una prisión, acusada de asesinato!_ no quiso gritarlo, pero su auto control se había ido al garete al comprender que estaba a punto de perder todo lo que había conseguido durante años de sacrificio y de amor por sus hijos.
Varios rostros sorprendidos los miraron atentamente. María se encendió, ofuscada y avergonzada.
_ Vámonos de aquí, tesoro_ le dijo Luciano, tirando de ella hasta levantarla de la silla, y poniendo un brazo protector sobre sus hombros_. No tienes porqué soportar que este hombre te abochorne delante de extraños_ María apoyó su cabeza en aquel hombro amigo que Luciano le ofrecía. No quería que Esteban se diera cuenta de lo que sus palabras le habían dolido y de que estaba apunto de llorar. Luciano tomó su maletín y antes de sacarla de allí se dirigió nuevamente a Esteban_. En dos días, María y su hija se presentarán en la mansión San Román para quedarse allí durante tres meses. Espero que sean bien recibidas, o yo mismo me encargaré de que lo lamente, Esteban San Román.Continuará........