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Mel's POV:

Sería un fantástico fin de semana, palomitas, nachos con queso, tacos y mucha agua de jamaica. Sería genial, Netflix es mi mejor amigo y no necesito a nadie más.

Y si, no es que no tenga más amigos para compartir mi tarde del sábado, pero simplemente necesito esta tarde para despejarme a mí misma, para poder olvidar a Alan, o para por lo menos desenamorarme de él... A quien engaño, la verdad es que no tengo más amigos, mi única compañera es la señorita Petunia, mi perrita que ya tiene 10 años y bota pelos por todas partes. Y al parecer es la única amiga real que no me abandonará ni dejará de quererme.

Desde que Jessica dejo de hablarme he estado muy sola, antes solía llamarla cada domingo, ese era nuestro día para poder conversar de todo lo sucedido en la semana desde que me cambie de colegio. Siempre solía responderme emocionada y preguntándome si ya había conseguido a alguien, y yo le repetía que ni loca volvía a estar con alguien después de que el idiota de Steve me rompiera el corazón.

Ella siempre me dijo que debía olvidarlo, sacarlo de mi mente y de mi vida, que simplemente eso no me dejaba avanzar y que salir y conocer a otros chicos me aliviaría de ese dolor. La verdad, es que nunca fui de esas personas que para olvidar a alguien necesita encontrar otra relación, soy más de las que dejan cicatrizar la herida hasta que deje de doler.

Steve fue mi primer novio y hasta ahora el único que he tenido, aún recuerdo como nos conocimos, en el patio del colegio mientras yo comía mi almuerzo con Jessica, nosotras nunca habíamos salido a almorzar en el patio, pero era uno de esos días de verano donde estar en los salones cerrados ya no era tan buena idea, pues se fue la luz y los ventiladores no funcionaban. Entonces con Jessica decidimos salir, pues era mejor soportar el calor de afuera que morir asfixiadas allí adentro.

Recuerdo que con Jess nos sentamos bajo un enorme árbol de aguacate que había en mi colegio, ese árbol nunca había dado un fruto en su vida, por lo que siempre pensé que era inútil, pero en ese día de extremo calor nunca estuve tan agradecida de que ese árbol estuviera allí. Y fue entonces cuando lo vi, debajo de ese árbol de aguacate, estaba sudoroso y extremadamente cansado por jugar fútbol con sus amigos, me miro, y yo al ser tan tímida aparte la mirada, pensé que me lo había imaginado ¿Como un chico como él me podría estar mirando? Pero lo sentía, su mirada era tan penetrante que no podía quitármela y regresé a ver, y sonrió, se acercó a mí y me dijo que le parecía linda y que si le daba mi número, nerviosa no sabía que responder y Jessica me empujaba disimuladamente para que reaccionara, se lo di y el regreso corriendo con sus amigos a seguir con el segundo tiempo de su partido.

Y fue así, no hubo ni un choque inesperado con libros, ni un encuentro extremadamente especial con lo que lo conocí, fue como algo totalmente normal que sucede en los colegios, cuando un chico busca a una chica porque le gusto. Simplemente yo no me lo podía creer, y de alguna forma siempre pensé que lo nuestro fue especial pues, todo había coincidido a mi favor, ya que justo ese día él había salido a jugar con sus amigos, y también se había ido la luz y hacia un calor terrible, sino hubiera sido así quizás con Jessica no hubiéramos salido a comer y nunca lo habría visto. Después de meses de hablar con él por fin me lo propuso, me pidió ser su novia justo bajo el mismo árbol de aguacate en el que nos habíamos conocido. Yo estaba en las nubes me pareció el gesto más romántico del mundo y por supuesto dije que sí.

Me enamoré como una idiota, para mi Steve era el chico más perfecto sobre el planeta, no tenía ni un solo defecto, era caballeroso, gentil, amoroso, y honesto... Pero como todo cuento de hadas se termina después de decir acepto.

Fue en San Valentín, muy poco auténtico la verdad, él me llevo flores y chocolates al colegio, escribió una carta muy hermosa, que poco después descubrí que ni siquiera la había escrito él. Sino había obligado a un chico ha hacerla por 2 dólares y una buena amenaza. Me había enamorado de un manipulador, mujeriego y un completo imbécil. Pero eso yo no lo quería ver, estaba tan cegada en las trampas del enamoramiento que a cualquiera que me hablara mal de Steve lo repudiaba.

En esa época hasta me aleje de Jessica porque pasaba todo mi tiempo junto a Steve. Y fue en ese San Valentín cuando todo salió a la luz quizás demasiado tarde. Después de nuestro almuerzo que él había reservado en un restaurante no tan elegante pero relativamente bonito de la ciudad, me propuso ir a su casa para ver una película, acepte pues había ido muchas veces a su casa antes, a su mamá le agradaba y a su padre nunca lo conocí pues era un hombre de negocios muy ocupado. Steve siempre sufría por eso pues su padre nunca estaba en casa, y cuando llegaba lo hacía demasiado cansado como para prestarle atención a su esposa o hijo. Steve siempre tuvo un problema con la falta de aceptación, él quería agradar a todo el mundo todo el tiempo según su psicólogo, y esto me lo conto su mamá. Steve quería agradar pues así llenaba el vacío emocional de su padre. Por eso no me sorprendió lo que hizo al final.

En fin, fui a su casa, pero esta vez a diferencia de otras sus padres no estaban, me enojé con Steve por no habérmelo dicho, pero el me mintió diciéndome que no lo sabía que cuando llegamos su mamá le había escrito diciéndole que se iban a pasar San Valentín en la ciudad y que regresarían muy de noche. No quería enojarme con él pues todo el día había sido muy romántico y dulce, así que decidí ignorar eso y ver la película, pero Steve comenzó a besarme, cada beso era más apasionado que el anterior y sus caricias iban cada vez más lejos. Sabía bien lo que él quería pues no era tan ingenua como muchos pensaban, lo sabía perfectamente y yo al estar tan enamorada simplemente acepté. Y si lo hicimos, fue muy tierno y algo que aunque después trajo mucha tristeza en mi vida, en su momento fue especial, y quiero guardarlo como eso, aunque muchas de las veces no pueda hacerlo.

Después de ese día Steve se portó diferente conmigo se volvió más frío, no me respondía los mensajes y algunas veces llegó a ignorarme en el colegio, hasta que un día me cansé y lo confronte, le pregunté que le pasaba, porque era así conmigo. Y ahí me lo contó, me dijo que yo había sido un juego que había hecho con sus amigos, el reto era acostarse con una chica virgen y contarles a los demás. Y como ya había cumplido pues estaba harto de fingir. Me negué a mí misma a creerlo, me engañaba diciendo que no era cierto. Pero lo fue, después de que terminara conmigo comenzaron los rumores en el colegio, y mi vida se convirtió en esa típica película de adolescentes o en los episodios trágicos de la rosa de Guadalupe.

Pero no quería terminar así, no quería ser la zorra del salón, no quería terminar como Hanna Baker o cualquier otra chica que se dejó llevar por los malos comentarios. Y más que nada nunca lo entendí. Pues porque no puede una mujer vivir tranquilamente su sexualidad sin que sea considerada una chica fácil o una zorra. Nunca lo entendí y nunca podré hacerlo. Era tan injusto pues a él nunca lo vieron mal, pero a mi si, yo era la repudiada, la pecadora, la chica fácil y ahora presa de cualquier chico estúpido con las hormonas alborotadas.

No lo soporte, y le rogué a mis padres que me cambiaran de colegio para comenzar de nuevo. Empecé a ir a terapia y poco a poco lo fui superando, mi reputación dañada, mi corazón roto y más que nada pude perdonar y estar en paz con alguien a quien algún día amé y termine odiando.

Pero lo que nunca aprendí es volver a dejar entrar el amor a mi vida, pues el miedo de que me volvieran a lastimar de esa manera simplemente me paralizaba.

Sin embargo, aquí estoy, en un sábado por la noche comiendo hasta reventar y mirando el estúpido celular a ver si se ilumina con un mensaje de la única persona que ha vuelto a hacerme reflejar esa sonrisa tonta en mi rostro.

¿Crees en el amor a primer choque?   (#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora