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Mels' POV.

¿Han sentido la sensación de que no saben qué rayos están haciendo? Como si estuvieran encerrados en su cuerpo, pero sin estar allí realmente. Pues yo sí. Es como si fuera una pricionera en mi propio cuerpo, donde no puedo hacer nada excepto observar. Y eso es lo que estoy haciendo en este preciso instante.

Mis pies están caminando hacia Alan que está junto al estante de golosinas. Él al percatarse de mi presencia deja de comer su algodón de azúcar y me saluda con la mano que tenía libre.

— Ehm... Buenas tardes Al... Digo... Hola ¿cómo está todo, en esta noche de luna obscura?—. Me doy una cachetada mental ¿qué rayos fue eso? ¿Buenas tardes? ¿En esta noche de luna? ¿Qué soy ahora? ¿Una clase de viejita poetisa?

— ¿Noche de luna obscura? Vaya, nunca lo había pensado así Mels.— Sonrío mostrando el trozo de algodón de azúcar que aún llevaba en los dientes, a lo que yo me reí solo un poco para que no se sintiera mal. — Por eso me caes bien Mels, siempre tan original con tus cosas locas.— Se acercó a mí y rodeo mis hombros con su brazo derecho llevándome hacia el otro lado de la feria.

Entonces los latidos empezaron de nuevo.— Si... Ya sabes. Como la luna está oculta tras las nubes, y pues... ¿Esta oscura no?— La sangre empezó a subir por mis mejillas, no sabía él porque estaba diciendo esas cosas. Yo nunca diría algo así, pero mi corazón empezó a latir a mil por segundo y yo sólo tenía miedo de que me diera un paro cardiaco allí mismo. Puse un mechón de mi cabello sobre mi mejilla para que Alan no notará mi sonrojo, que ardían como fuego.

— Pues creo que si... ¡Ey! ¡George! Qué gusto de verte hermano.— Fije mi vista en el chico de tez morena delante de mí. Tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras saludaba a Alan con un choque de puños. Fijó su vista en mi, sus ojos color avellana trasmitían amabilidad. Sonreí.— Ella es Mels, mi compañera de química y mi mejor amiga.

No se porque, pero la última parte me dolió un poco, sin embargo me sorprendió.

George me estiro su mano.— Un gusto en conocerte Mels. Yo soy George aunque eso creo que ya lo sabes — sonrío—. Alan y yo estamos juntos en el equipo de basketball ¿sabías que es el mejor tirador de triples y tiros libres de la historia? ¡Este chico nos hará ganar el campeonato!

— No exageres George, que tú eres el mejor defensa de esta zona.— Dijo Alan y abrazo a George por encima del mostrador que nos separaba.

—Pero bueno.— dijo Georgeo— ¿Desean participar? Solo cuesta un dólar por persona, y sabiendo lo buen tirador que es Alan de seguro ganan algo.

Entonces es cuando me fijé que George era el encargado de manejar el puesto de tiros. Detrás de él se encontraban tres aros de baloncesto en filas y a los extremos habían un gran cantidad de premios, la mayoría eran peluches. Y fue en ese instante cuando me di cuenta de algo, yo no conocía a Alan de nada, no sabía; que clase de películas le gustaban, ni qué música, ni que era el mejor jugador de Basketball ¿cómo podía ser yo su mejor amiga si ni siquiera sabia cosas así? Entonces a pesar de que ya nos llevábamos conociendo por varias semanas me di cuenta que quería saber más sobre Alan Walker.

— Lanza tú primero.— susurro Alan en mi odio y me puso en la mano una pequeña pelota de Basketball. La verdad es que yo nunca he sido buena para los deportes... Pero ¿qué pierdo por intentar no?

Al parecer perdí mi dignidad. Perdí los tres intentos que se nos otorgaban y ni siquiera uno logró pegarle al aro de la pared. Me sentí tan mal en ese instante que solo quería desaparecer.

— ¡Ey! Tranquila Mels, yo ganaré algo para ti.— Dijo sonriendo Alan frotando mi hombro en forma de consuelo, cosa que fue una mezcla de enojo, frustración y agradecimiento por mi parte.

Alan, como era de esperarse anotó los 3 tiros a la primera, así que tenía derecho de llevarse el premio mayor.

Y adivinen qué. ¡Ere un maldito oso panda gigante!

Alan sonriendo me extendió el oso gigante y yo no podía hacer nada más que verlo anonadada.

— Es para ti.

—No creo que yo... Yo no... No debería aceptarlo Alan.

— Vamos Mels, sé que es tu animal favorito además siempre has querido tener un oso gigante ¿recuerdas? Así que tómalo, es para ti.— dándome por vencida tome el oso y lo apreté entre mis brazos con una gran sonrisa—. Y los regalos no se devuelven.

— Gracias— es lo único que pude decir.

— De nada... — Entonces sucedió, en ese instante donde me sentía tan feliz sucedió. Alan se quedó mirando a un punto en específico. Yo al principio no lo note, solo me parecían muchas personas caminando por aquí y por allí sin un rumbo en particular. Pero había algo en especial en su mirada y en la forma en la que Alan sonrío al mirar en ese lugar que hizo, me diera cuenta. No eran las luces ni las sonrisas de las personas tratando de ganar premios, ni siquiera una situación graciosa que lo hiciera sonreír. Era ella, una chica de largo cabello azabache rizado y ojos obscuros, delgada y aparentemente atlética, la que lo hizo sonreír.— Ehm... Ya regreso Mels... Tengo que... Tengo que ver a alguien. Te lo cuento todo luego ¿si? Quédate con George, se llevarán bien.

Y sin más se fue detrás de ella, le tocó el hombro en forma de sorpresa, ella se volteó y con una enorme sonrisa colgate, lo abrazó. Y permanecieron así, abrazados mirando los puestos.

— ¿Con qué Ericka eh? No sabía que a Alan le gustaran las morenas.

Sonreí débilmente y baje el peluche gigante, lo coloque justo al lado del puesto de George y dije:— yo tampoco.

Y fue así, como sentí que algo dentro de mí se rompía, no sabía que era, ni porque. Pero quería salir de allí. Me voltee porque ya no quería ver a Alan y me despedí rápidamente de George.

Corrí, corrí, corrí.

Corrí sin rumbo, lugar o sitio donde me esperarán. Entonces entendí porque era así con las personas que conocía.

La verdad es que no tenía muchos amigos por esa misma razón, porque tengo miedo, miedo a que me lastimen más de lo que ya lo han hecho.

Llame a Jessica y no contestó, golpee la puerta de mi casa y las luces estaban apagadas. Subí a mi habitación y me recosté.

Otra vez completamente sola.

¿Crees en el amor a primer choque?   (#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora