«Al final del arcoíris es donde todos tus sueños se hacen realidad» Aquella historia infantil era la favorita de Aurora Garti, una adolescente con un pasado traumático que dejó secuelas imborrables en su vida. La actualidad para ella no era nada mej...
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AURORA GARTI
Todo está sumamente oscuro, si no fuera por las luces de la calle estoy segura de que tener los ojos abiertos sería lo mismo que cerrarlos. Después del incidente en la casa de Fátima, Axel y yo nos fuimos en su auto. Lleva manejando desde hace una hora sin detenerse y ninguno de los dos hemos hablado sobre lo ocurrido.
No se donde estamos, solo veo árboles rodeándonos y algunos postes de luz. Estamos subiendo la colina de una montaña eso es seguro, abrí la ventanilla y saqué mi mano para sentir el viento contra mi palma y el olor a naturaleza me reconforta de cierta manera.
Unos quince minutos después, Axel se estaciona en una orilla de la carretera, lo miré extrañada pero el no perdió tiempo en bajarse del auto e hice lo mismo desconcertada. Dio unos cuantos pasos y se paró en la orilla del acantilado, por un momento me tensé porque pensé que se iba a tirar de la montaña, pero hizo algo totalmente diferente.
Grito con todas sus fuerzas logrando que su voz resonara varias veces con el eco; se ve eufórico y molesto a la vez, parecía desahogarse con esa simple acción y tras unos segundos me animé a posicionarme a su lado y gritar con la misma intensidad, liberando toda la rabia que sentía.
Siento mi garganta desgarrarse, pero es tan satisfactorio que no me interesa y una vez terminada la euforia, sólo se escucha el sonido de nuestras respiraciones agitadas.
Y tras unos segundos, nuestras miradas se encuentran y ambos comenzamos a reírnos sin sentido, solo se que me siento mucho mejor y agradecí de que este chico, haya aparecido y se mantenga junto a mi en estos momentos, sobretodo por salvarme la vida, ya que si él no hubiera aparecido quien sabe como estaría ahora.
El silencio llegó a nosotros por unos minutos, y posamos las miradas al frente, gracias a la altura la vista es hermosa y las luces de la ciudad se ven pequeñas desde aquí, luciendo como estrellas en el cielo.
La temperatura comenzó a bajar, poniendo mi piel de punta al instante, así que me abrace a mi misma para brindarme algo de calor. Él tras unos segundos se percató de que temblaba y se quitó su sudadera holgada para dármela y la acepté sin ninguna objeción, apenas me la puse su perfume se hizo presente y es un aroma muy agradable
— ¿Qué es este lugar?— le pregunté mientras lo miraba de reojo.
El seguía con su vista al frente— Es mi lugar de descanso— dice tan tranquilo e indefenso, que no parece que acababa de dejar inconsciente a alguien.
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