Kira nunca fue una persona que pudiera mantener sus sentimientos controlados. Eligió las peores maneras para mantener su paz mental, si es que eso era lo que estaba haciendo.
ᵖʳᵒʰⁱᵇⁱᵈᵃ ˡᵃ ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒ́ⁿ ᵒ ᶜᵒᵖⁱᵃ ᵖᵃʳᶜⁱᵃˡ ʸ ᵗᵒᵗᵃˡ ᵈᵉ ᵉˢᵗᵃ ʰⁱˢᵗᵒʳⁱᵃ
ʟᴏs ᴘᴇʀs...
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Kira's PoV
Mirio estacionó el auto a dos calles de donde era la fiesta, ya que las otras estaban llenas de autos, lo que prometía que la noche iba a ser divertida o agobiante, dependiendo del tipo de persona que vaya.
Realmente nunca fui mucho de salir. Recuerdo que mis amigas del instituto me invitaban a fiestas o simples reuniones de gente que ellas conocían, y mi respuesta era siempre la misma. Me solía aburrir mucho en esas ocasiones. Me costaba mucho socializar y mi fuerte no era bailar, para nada. Pero el año pasado tuve la suficiente edad para que me dejen entrar a un club. Las fiestas que se hacían a fin de año, para los alumnos que egresaban y se integraban al mundo universitario, estaban abiertas para todos los que tuvieran una entrada. Cada instituto hacía su fiesta, a veces habían dos o tres institutos que la hacían juntos. Y con la cantidad de escuelas que había en el distrito donde yo estudiaba, habían dos fiestas cada semana, durante dos meses. Siendo mi último año en un instituto normal, decidí que era una oportunidad que no podía desaprovechar. No era muy buena bailando, pero sentía que si estaba con mis amigas, con lo inquietas que eran, iba a poder moverme un poco y divertirme. Eso y porque antes de ir al club se hacia una "previa"¹, y en estado de embriaguez lo que menos iba a tener era vergüenza.
Para sintetizar un poco, terminé yendo a, al menos, una fiesta cada semana. Y lo disfruté como nunca. Tal vez fue por la madurez que había adquirido en poco tiempo, el alcohol que empecé a tomar una vez tuve la oportunidad y la sensación que recorría mi cuerpo al bailar con otra persona y coquetear.
Muchos dirían que este es el comienzo de una vida arruinada. El corrompimiento de una pobre niña. Yo le diría, el descubrimiento de la emoción, el placer. Simple diversión.
Lo hermoso que se me hacia poder bailar pegada junto a un chico o chica, sentir su cuerpo. El besarnos y mirarnos, para luego sonreír. Porque nos gustaba.
Todo eso me hizo enamorarme de este ambiente.
Por más agobiante que suene, la música taladrándome los oídos, el sudor que se pegaba a mi cuerpo por el acumulamiento de cuerpos, me hacía sentir un calor en el pecho que me encantaba, haciéndome adicta a todas esas cosas.
Y casi sin darme cuenta, empecé a asistir a todas las fiestas o reuniones a las que me invitaban.
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