Kira nunca fue una persona que pudiera mantener sus sentimientos controlados. Eligió las peores maneras para mantener su paz mental, si es que eso era lo que estaba haciendo.
ᵖʳᵒʰⁱᵇⁱᵈᵃ ˡᵃ ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒ́ⁿ ᵒ ᶜᵒᵖⁱᵃ ᵖᵃʳᶜⁱᵃˡ ʸ ᵗᵒᵗᵃˡ ᵈᵉ ᵉˢᵗᵃ ʰⁱˢᵗᵒʳⁱᵃ
ʟᴏs ᴘᴇʀs...
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OmniscientPoV
Volver a casa fue... peor de lo que pensaba.
Las cosas estaban en su lugar habitual, el aroma del difusor seguía siendo el de vainilla y todo seguía igual de silencioso.
Ni una puta alma. Bueno, podría contar la de ella, pero en este punto comenzaba a dudar si seguía teniendo una. Empezaba a preguntarse si Darwin¹ era solo pura palabrería o solo tenía que esperar un poco más.
No lo entendía, no se entendía. Tendría que estar feliz, tendría que estar orgullosa, saltando de rincón a rincón. Había pasado los días más horribles de su vida pero se había podido tirar a su estúpido y atractivo profesor. Fíjense el orden de sus prioridades.
De todas formas tampoco fue tan grandioso. Bueno, había sido bueno en el momento, disfrutó mucho, pero al finalizar se siguió sintiendo igual de mierda que cuando la sacaron de ese pozo del terror. ¿Qué carajos había pensando que iba a pasar?¿Que Shota la iba a abrazar con cariño?¿Que la iba a sostener en sus brazos hasta que se quede dormida?¿Que la haría quedarse todo el tiempo que pudiera porque tenía algún tipo se sentimiento positivo hacia ella además de tenerle ganas?¿Que era su deber consolarla cuando solo sentía que se desmoronaba?
Tonta. Tonta e ingenua. Estúpida, estúpida por creer que se lo merecía después de hacerlo renegar como si ella fuera una niña pequeña. Se daba asco al pensar que lo único que había hecho por él era rogar. Y él vino, y cayó, y ella iba a robar cada pedazo que Aizawa le ofrezca. Lo suficiente como para alimentar la necesidad biológica de su cerebro, seguir viva.
Kira se tiró al suelo, en el medio de todo el salón, ya sin importarle nada, con energías agotadas. Miró a un lado y luego al otro, como esperando que el tiempo pasara, que algo la hiciera levantarse cambiando su humor para encontrarle un sentido a su inútil existencia.
El teléfono vibró en su bolso. Un mensaje.
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Ver a alguien ahora solo la iba a hacer sentir como la mierda. ¿Qué pensarían de ella? No podría soportar la lástima en sus ojos o el excesivo cuidado. Sentía que iba a vomitar.
