Sensei | 𝐴𝑖𝑧𝑎𝑤𝑎 𝑆ℎ𝑜𝑡𝑎©

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 27

Capítulo 27: El interludio de los problemas.

Kira's PoV

Mi cuerpo entumecido era arrastrado por el suelo, mi rostro estaba sucio, mojado por las lágrimas y sangre, la ropa se estiraba y rompía aún más de lo que estaba. Los sollozos rebotaban gracias al eco de los pasillos.

Sentía que me desvanecía de a ratos, no tenía fuerzas, me había inyectado con un sedante pero aún así podía ser un poco consciente. Mi respiración se aceleraba y sudaba por el esfuerzo de mantenerme despierta.

El hombre paró de caminar y me dejó en el suelo como un trapo. Me obligué a levantar la cabeza y observar la habitación en la que fui dejada.

Largué un gemido lastimero y asustado. Había contenedores llenos de Nomus gigantes y conectados a cientos de cables, pero entre toda la oscuridad y asquerosamente limpio y puro laboratorio se encontraba Pixie-Bob, inconsciente, con al que llamaban "el jefe" a su lado.

—¿Qué le vas a hacer? —Mi voz salió temblorosa y adormecida.

—Oh, le hice lo mismo que te estoy haciendo a ti. Aunque solo te debilitaré. Tendrás mejor uso si juego un poco con tu mente y te vuelves leal a mí.

El hombre parecía tener su don todavía activado. Cada vez me sentía más débil.

Lágrimas que pensé que se habían acabado empezaron a salir de mis ojos, ¿qué pasaría si de pronto despertaran todos esos monstruos y me pusieran como objetivo?¿Aquel hombre abriría mi cabeza?¿Me torturaría?

¿Moriría hoy?

¿Y Pixie-Bob?

¿Me verían como una inútil al no poder hacer nada para salvarla?¿Para salvarme?

¿Por qué de pronto siento todo este peso sobre mis hombros que me hace quedarme quieta y me arrebata la energía?

Maldije. Maldije por todas esas personas que me adularon y me hicieron creer que valía algo, que mi quirk era casi un milagro y una bendición. Maldije más por creérmelo. No me lo merezco, por favor, saquenlo de mí y desenlo a alguien que sepa usarlo. Llámenme inútil, undanme en miseria o lo haré yo misma.

No recuerdo cuanto pasó, no tenía noción del tiempo.
Tampoco recuerdo cuando empecé a escuchar explosiones y gritos, o cuando aquel hombre abandonó el lugar. Pero sí recordaba el momento en que la luz iluminó mi rostro y la sangre se secó.

Es casi lo único que había quedado en mi memoria, porque no quería ser salvada.

Creía que lo mejor para mantener mi dignidad y que no vean la vergüenza que era y lo maltratada que estaba era simplemente morir en ese instante. Entonces no se fijarán en nada de eso sino en que ya no estoy y que tendrán que enterrar a una niña de dieciséis años.