Capítulo 4

674 91 89
                                    

Megan caminó de un lado a otro mientras parloteaba con voz más chillona de lo normal, lo que le hizo acordar a Jason la noche en que la rescató

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Megan caminó de un lado a otro mientras parloteaba con voz más chillona de lo normal, lo que le hizo acordar a Jason la noche en que la rescató.

—Y entonces el ruido del disparo me hizo acordar a un hombre que...

—¡Espera! ¿Qué carajos dices?— La interrumpió.

Paró de caminar y se cruzó de brazos, levantando una ceja en el proceso.

—¿Acaso no me estabas escuchando?

—Sí, pero no se te entiende lo que dices.— Se apresuró a decir— Estabas hablando muy rápido y chillón, como una ardilla.

—Las ardillas no hablan.

—¡Las de una película si!

Dick alzó una ceja al escuchar que la conversación se había tornado un tanto bizarra. Se acercó un poco, aún estando en el techo de un pequeño edificio, lo cual asustó a una paloma que salió volando del lugar.

Al percatarse del vuelo del ave, Red Hood y Megan pararon de discutir.

—Mejor hablemos en "casa".— Megan asintió con la cabeza, notando la sutileza y precaución con que el antihéroe había dicho esa frase.

Tomó el casco del suelo y se lo colocó para luego subirse a la moto junto a Red Hood y dirigirse a toda velocidad a su escondite secreto.

Al llegar al primer piso del lugar, en donde siempre entrenaban, Red Hood corrió a cerrar las ventanas luego de percatarse de que nadie los haya seguido.

—Cuenta.

—¿No crees que sería mejor curarte eso?— Señaló la herida de bala en la pierna de Red Hood.

Este bajó la mirada hacia donde la joven le había señalado para encontrarse con una notable mancha de sangre en su pantalón.

—Tú solo habla, yo escucho.— Ordenó cuando se sentó luego de encontrar el botiquín para poder comenzar a quitarse la bala.

Megan asintió con la cabeza y se dedicó a caminar por toda la habitación, semejante a un león enjaulado, cosa que hacía casi siempre para aliviar sus nervios.

—Es raro, cuando disparan los demás, aparte de asustarme, no hay ningún efecto en mi. Pero hoy, cuando sostuve aquella arma en mis manos y disparé tres veces seguidas, algo extraño pasó dentro de aquí.— Señaló con su dedo índice su cien.

—Además de saber apuntar a la perfección.— Acotó.

La joven asintió con la cabeza y siguió con su relato.

—Fue como que si una imagen azotara mi mente, pero se sintió familiar, ¿Sabes? Era como un recuerdo, o bueno eso es lo que pienso. Había un hombre, rubio cenizo si no me equivoco, y me enseñaba a usar una pistola. Cuando disparé, la bala fue a parar directo a un jarrón, luego de eso apareció una mujer y dijo algo que no entendí.

Red Robin and Alcatraz [Tim Drake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora