Feng Xin y Mu Qing se habían quedado asombrados por el comportamiento del príncipe, no esperaban que reaccionara ante aquella manera por sus palabras. Xie Lian se acercó a la multitud que gritaba enojada y trató de llamar la atención, y no le resultó muy difícil, pues su porte elegante resaltaba entre los demás pueblerinos. Las personas a su alrededor comenzaron a murmurar y a hacerle preguntas.
—¿Es el Príncipe Heredero?—
—¿En serio es él?—
—¿Ha descendido para ayudarnos?—
Esas eran las dudas que se decían los capitalinos, mientras observaban al joven con recelo.
—Soy el Príncipe Heredero y he bajado del cielo para ayudarlos, ¡Voy a ayudarlos a terminar esta guerra y a traer paz!— Gritó Xie Lian lo más fuerte que pudo para que todos escucharan sus palabras.
Fué una frase corta, pero llenó de esperanza a toda la capital, haciendo que todos gritaran y aplaudieran alegres. Sus dos amigos iban con él mientras saludaba a la gente, asegurándose de que nadie intentara hacerle algún daño a su alteza, y también que no fueran tan bruscos, después de todo, se había formado un mar de gente por todas las personas que querían acercarse al príncipe.
Al terminar de saludar a la multitud, Xie Lian divisó una pequeña flor blanca algo pisoteada en el suelo, que aún después de ser arrastrada entre tanto polvo, seguía conservando algo de su claro color.
Xie Lian solo comprendió lo duro que era gobernar un país cuando comenzó a ser parte de las discusiones reales sobre el bienestar de la nación. Pues había vuelto al castillo para hacer las paces con su padre, aunque de vez en cuando tenían algunos roces, se llevaban medianamente bien la mayor parte del tiempo, y eso hacía muy feliz a la reina.
En cuanto a Mei NianQing, no había mencionado mucho acerca del descenso de Xie Lian, en realidad ni siquiera se notó sorprendido al volver a ver al príncipe normalmente de nuevo. Era como si el Sacerdote Principal ya supiera la decisión que tomaría.
Xie Lian quería participar en las batallas contra los refugiados de Yong An, pues debía apoyar a su gente. Antes de que se alistara junto al ejército muchos le advirtieron de un fuerte y valiente hombre que luchaba sin miedo alguno. Sin duda estaban hablando sobre Lang Ying, se sentía tenso cuando recordaba a ese hombre.
La primera batalla en la que Xie Lian participó resultó victoriosa, y toda la capital no podía estar más alegre. Vitorearon a los luchadores cuando volvieron, era la vez que habían tenido menos pérdidas, y sin duda un motivo para celebrar. En menos de una mañana planearon una fiesta y en la tarde ya muchos de los soldados estaban ebrios de tanto alcohol. Celebraban y comían a montones festejando que el Príncipe Heredero estaba de su lado, y que gracias a eso vencerían la guerra. Estaban demasiado confiados, y Xie Lian sabía que solo por estar él presente en su bando, no significa exactamente que ganarían, y lo carcomía el hecho de que la sequía algún día iba a llegar también a la capital, y la situación sería igual o peor que la de Yong An.
Quizás le estoy dando demasiadas vueltas al asunto
Pensó. Se había alejado del salón de la fiesta para retirarse a una pasillo más alejado. Estaba sentado en el borde de un amplio ventanal mientras observaba los árboles desde su lugar. Se sintió algo aburrido por lo que decidió aclarar algunas dudas que tenía respecto a su sistema.
Umm, ¿sistema?
[ Dígame, querido usuario]
¿Cuántos puntos tengo ahora?
[ El usuario Xie Lian dispone de 1500 puntos en total ]
Se sintió algo sorprendido, no recordaba que tuviera tantos.
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(Cancelada) El Sistema del Dios de la Desgracia
Fanfiction《Éste fanfic ha sido cancelado, no tendrá continuidad》 Xian Le es un fiel lector de "La Maldición del Oficial Celestial", sin embargo, no puede evitar sentirse agraviado al leer la naturaleza cruel de el protagonista, quién es el príncipe de un rein...