Cierta idea se había metido en su cabeza, sin intención aparente de dejarlo en paz, y esta no tenía que ver sino con su amigo y compañero restante, Feng Xin.
¿Qué haría si Feng Xin lo abandonaba?
El día anterior había despertado empapado en sudor frío, después de tener un sueño sumamente terrible en el cual el azabache se enojaba con él por alguna razón, y terminaba gritándole mil razones de por qué siempre había sido un mal amigo y príncipe, para después marcharse sin señal de querer volver algún día.
Y se preguntó:
¿Feng Xin realmente pensará eso de mí?
Le dolía imaginarlo, y lo destruiría si la respuesta fuera afirmativa.
Decidió ahondar un poco en Feng Xin, y en su puesto como su oficial y colega.
Se puso en su lugar.
Él, a diferencia de Mu Qing, jamás había hablado sobre una madre o un padre, por lo que dedujo, no tenía un hogar al cual volver. Luego, ser el oficial celestial de un Dios, era todo un honor, pero éste Dios era desgraciado y de mala suerte, era una deshonra, sin embargo seguía ahí por su cuenta, por su lealtad. ¿Era la lealtad lo que lo ataba a estar junto a Xie Lian y sus padres? Probablemente sí, la lealtad y el respeto lo eran todo para Feng Xin desde que lo había conocido, claro, aunque Mu Qing lo sacara de sus casillas.
Mu Qing, su relación nunca fue buena con él. ¿Qué habrá pensado cuando éste decidió cruzar un camino separado? ¿Qué habrá sentido?
Rabia, enojo, cólera, quizás algunas pinceladas de tristeza y melancolía, por perder a su compañero, y a pesar de todo, a un amigo.
¿Tiene Feng Xin algún interés amoroso? Era complicado decirlo con certeza, pues éste parecía asustado de toda mujer que se le cruzara en el camino.
¿Quizás era...? No, no es posible.
Simplemente no había demostrado ninguna intención romántica hacia nadie en específico, ni siquiera expresaba una mínima atracción, así que probablemente no le interesaban ese tipo de cosas.
Ya que aparentemente no tenía ni padres, ni una familia a la cual alimentar, no tenía una razón para irse, ¿cierto? Y se quedaba con él y con su familia por el hecho de que, a diferencia de Mu Qing, él no tenía a ningún lugar al cual volver.
Estaba solo, y solo lo tenía a él.
Se sintió terrible, por que se alegró de ese hecho.
Le habría gustado dejar su mente despejada para pensar en otros asuntos, después de terminar de analizar la situación de Feng Xin, pero el repentino descubrimiento de la enfermedad de su padre no había estado en sus planes, es más, ni se le cruzó por la cabeza la posibilidad de que alguno de los dos enfermara.
Caminaba absorto, al lado de su amigo, en busca de una casa de empeños que se viera interesada en aquella espada tan espléndida.
Entraron a dos sitios, sin embargo en estos no ofrecían una cantidad que realmente valiera la pena por el arma, y claro, al ser ésta espada tan especial para Xie Lian, jamás la empeñaría por un precio tan bajo.
Finalmente encontraron una buena oferta en el mercado, en la armería de una anciana, que se vio interesada en la espada.
Ofreció un precio razonable, y ambos aceptaron sin rodeos, para proceder a su siguiente parada, una farmacia.
A su pesar, los síntomas como toser sangre no eran simples, y necesitaban de un estricto tratamiento y control. Lo ideal sería llevar al rey a un doctor, pero no querían arriesgarse a que su identidad fuera descubierta, así que debían conformarse con unos pocos medicamentos.
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(Cancelada) El Sistema del Dios de la Desgracia
Fanfiction《Éste fanfic ha sido cancelado, no tendrá continuidad》 Xian Le es un fiel lector de "La Maldición del Oficial Celestial", sin embargo, no puede evitar sentirse agraviado al leer la naturaleza cruel de el protagonista, quién es el príncipe de un rein...