Capítulo 14: Rostros

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Para la sorpresa y placidez de toda la capital, y especialmente del ejército, la gente de Yong An no había atacado sino unas tres veces, y se rumoreaba entre el pueblo que, después de la última batalla, éstos atacantes se habían quedado sin suficientes recursos para atacar más seguido, por lo que las preocupaciones y angustias de todos habían cesado temporalmente, y eso era un alivio para el príncipe, que era el más acongojado.

Ese día, estaba haciendo un tiempo maravilloso, el cielo azulado estaba despejado, pintado únicamente con algunas pintas blancas en algunos sitios, y el viento soplaba sereno. Xie Lian decidió que sería una lástima desperdiciar aquel ambiente tan lindo, por lo que decidió salir a tomar el aire por unos momentos.

Fué a lo que se había convertido en su lugar favorito, a los alrededores del palacio, un riachuelo cruzaba un costado de éste, con aguas cristalinas recorriendo la tierra fértil. Había también un sauce llorón muy grande y majestuoso, que se robaba la atención del paisaje, pero no completamente, pues los pequeños peces de colores en el agua resultaban bastante curiosos para cualquiera. El lugar estaba algo alejado de todo lo demás, por lo que Xie Lian decidió descansar bajo el cuidado del sauce, no porque estuviera realmente cansado, sino por pura ganas de sentir el suave pasto picando en sus manos y haciéndole cosquillas en la piel.

Cerró sus ojos del color de la miel y descansó un poco. No sabía cuánto le hacía falta darse un respiro hasta que lo hizo, quizá debería hacer aquello más seguido, o al menos cuando no hubieran demasiadas responsabilidades por cumplir en su día a día.

De pronto se sintió observado, como si hubiera alguien de pie cerca suyo, con el único propósito de mirarlo fijamente. Sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo y abrió los ojos, pero no había nada ni nadie, volvió a cerrarlos pero no consiguió estar tranquilo nuevamente, por lo que se paró y se dirigió al pequeño puente de madera que conectaba un extremo del riachuelo con el contrario. Se detuvo en medio de éste para apoyarse en el barandal, y así contemplar los bonitos peces saltando y nadando, sin preocupación alguna, simplemente disfrutando de sus pacíficas vidas.

Escuchó el rumor de un pequeño pueblo que se encontraba a unos pocos metros del río en el que se encontraba, le hacía feliz ver a su gente tan animada, ¿hace cuánto que no se escuchaban tan contentos?

En eso oyó un ligero chapoteo en el agua, fué un ruido tenue, casi imperceptible, pero Xie Lian lo notó, y se volteó rápidamente, encontrando a un joven que recogía una pequeña florecilla blanca del agua, ésta le despertó un fugaz recuerdo, pero no pudo ubicar cuál.

Fácilmente reconoció a esa persona, pues no era ni más ni menos que el soldado que le había estado apoyando en su travesía la semana pasada, y que había arriesgado su vida por ayudarle.

— ¡Ah! ¡Hola! — Saludó Xie Lian entusiasmado, le había dicho a Mu Qing que buscara al chico para instruirlo un poco, pero su amigo le había dicho que no pudo encontrarlo por ninguna parte. — ¿Estás en el ejército, cierto? ¡Hay algo de lo que quiero hablarte! —

El azabache lo miró con el ojo que no estaba cubierto por vendas, y mostró un poco de tristeza en su expresión.

— En realidad... — Comenzó a decir, haciendo una corta pausa, como si lo que fuera a contar le afectara mucho. — Yo... ya no estoy en el ejército —

El príncipe no escondió su asombro, ¿como era posible que alguien tan talentoso no fuera parte del ejército? ¡Era un desperdicio!

— ¿Porqué? — Preguntó desconcertado.

— Me echaron, la semana pasada — Contestó el muchacho, esta vez algo confundido, él creía que había sido el mismo Xie Lian quien había mandado la orden de su expulsión, pero parecía que no era así, eso lo hizo sonreír esperanzado. — ¡Pensé qué...! —

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora