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Nuestra primera cita va de maravilla, nos pedí platillos de todo un poco, porciones pequeñas, por supuesto, acompañado por el mejor vino del pequeño lugar.

No tengo idea de cómo pasó, pero en algún momento de nuestra comida pasé de estar frente a Jimin, a sentarme en la silla al lado suyo, alimentándonos mutuamente de la manera más cursi y linda que jamás imaginé protagonizar.

Maldición, estoy tan feliz y relajado que cuando encontré a Seokjin escondido detrás de una maceta jugando al paparazzi, sinceramente me dió igual.

Una vez terminamos de comer, pagué dejando una generosa propina y caminamos tomados de la mano a un parque cercano al restaurante, siempre con mis hombres siguiéndonos el paso a una distancia prudente.

Seguimos hablando de nuestras vidas, omitiendo ciertos temas, compramos helados a un señor que vendía en una esquina, y tal como sucedió en el restaurante, los compartimos importándonos nada las pocas horas que llevábamos de conocernos, todo se dió tan natural que con cada minuto que pasaba yo caía más y más por mi fresita, todo de él me fascina, desde su tierna y decidida forma de ser, hasta sus pequeños deditos y diente chueco que lo único que logran es hacerme derretir más por él.

¿Es que este omega no tiene piedad a mi corazón?

Justo ahora nos encontramos en la cima de una de las torres más altas de Busan, que casualmente resulta ser de mi propiedad, por lo que no hubo problemas para subir y reservar el lugar para nosotros todo el tiempo que queramos.

- Esto es hermoso.

Dice mi fresita embelesado por la ciudad llena de luces siendo abrigada por el cielo estrellado que esta noche nos acompaña.

- No más que tú, Bebé - lo abrazo por detrás olfateando su rico aroma a fresas y sintiendo como se tensa por unos segundos, para después relajarse, y con inseguridad recargarse contra mi pecho.

Es aquí, en este preciso momento que lo tengo entre mis brazos encajando perfectamente, que me doy cuenta de que ya no hay vuelta atrás, no hay manera en el infierno en que lo deje separarse de mi ahora.

Sin dejar de ver el paisaje, y sin pensarlo ni un segundo, simplemente suelto - Ven a vivir conmigo.

Jimin se tensa aún más, y sin girar el cuerpo, toma mis manos que se encuentran en su estómago y voltea la cabeza recargándola en mi hombro de manera que puede ver mi cara desde una perspectiva un poco rara. - Yo... - carraspeo - sé que no nos hemos conocido bien, maldición esta es la primera vez que hablamos con más de tres palabras, pero, de verdad me gustas, no, no me gustas - sacudo mi cabeza - me encantas pequeño, no sé qué es esto que siento, simplemente no puedo dejar de pensar en ti desde aquel día en el centro comercial, y ahora que te tengo aquí, en mis brazos, sé que eres el indicado, yo, simplemente lo sé - hago que deje de recargarse en mi y lo giro con una mano como si de un vals se tratara - mi madre solía contarme historias sobre los predestinados, y Seokjin me hizo recordarlas el día en que le conté sobre ti, ahora más que nunca sé, que si las historias son ciertas, tú eres el mío y yo el tuyo - junto nuestras frentes notando las lagrimas retenidas en sus ojos y lo abrazo por la cintura logrando que él coloque sus manos detrás de mi cuello - quiero conocerte tanto o más de lo que me conozco a mí mismo, quiero poder abrazarte todos los días, hacerte muy feliz y llegar a formar una familia contigo, mi Fresita. - digo al mismo tiempo que beso sus rechonchas y rojas mejillas con lagrimas corriendo sobre ellas - Soy una persona importante, mi trabajo es peligroso y en cuanto sepan que estás conmigo será cómo ponerte un objetivo sobre la cabeza, lamento tanto esto, Bebé, pero no pienso arrastrarte a este mundo sin poder protegerte como se debe, y la mejor manera es tenerte en mi casa, conmigo y un montón de mis hombres dispuestos a protegerte con su vida. - me separo un poco de él dispuesto a dejarlo ir si él así lo quiere, aunque me duela en el alma. - Si no quieres entrar a mi mundo, este es el momento de irte, Fresita, aunque me duela, respetaré tu decisión y jamás me acercaré de nuevo, pero si decides quedarte, quiero que sepas que no hay marcha atrás, porque no te dejaré ir jamás, maldición, ni siquiera sé si podré ser capaz de estar mucho tiempo separado de ti, Amor ¿qué dices? ¿Estás dispuesto a compartir nuestras vidas?

Lo veo tener una batalla consigo mismo sin apartar sus llorosos ojos de mi.

- ¿Es... necesario ir a vivir contigo?

- Si, Bebé, necesito protegerte y no hay lugar más seguro que ese.

Podríamos dormir en cuartos separados, si es lo que te preocupa.

Solo, piénsalo muy bien, por favor- doy la vuelta dispuesto a salir del lugar y dejarlo solo para pensar un rato - yo... estaré en el piso de abajo, no quiero presionarte, elige la mejor opción pensando en ti, no en mi.

Comienzo a caminar hacia el elevador, pero no doy más de tres paso cuando siento sus brazos al rededor, y su pequeño cuerpo completamente pegado al mío.
¿Qué significa esto?

- P...por favor no te vayas, no te vayas jamás. - todo su cuerpo tiembla y yo no reacciono ¿a caso, me eligió? - Yo... yo también lo siento, me refiero a ese sentimiento que mencionaste, no puedo dejar de pensar en ti, tu aroma me persigue por todos lados - siento húmeda mi espalda, mi fresita está llorando, pero no me deja dar la vuelta para abrazarlo - T-tengo miedo de que te aburras de mi y me dejes, como todos.

Comienza a llorar más fuerte.
No soporto escuchar como sufre.

Separo sus brazos que me impiden dar la vuelta e inmediatamente lo abrazo colocando su cabeza en el hueco entre mi hombro y cuello, donde mi aroma es más intenso, y comienzo a susurrar palabras bonitas de amor directamente en su oído.

- Bebé, te puedo asegurar que eso no va a suceder, voy muy en serio, si no fuera porque ya estoy siendo demasiado intenso pidiéndote mudarte conmigo, en este momento te estaría pidiendo matrimonio - digo logrando una risita cortada por el llanto - Eres el omega más hermoso y tierno que he visto jamás, y no me tienes miedo ¿cómo crees que te voy a dejar ir? Eso no pasará, nunca, primero me muero antes de dejarte solo, Amor.

- N-no digas eso - dice con la voz cortada por el llanto - No quiero que mueras.

Me abraza con más fuerza y yo no puedo hacer más que abrazarlo de vuelta y besar su cabello, sabiendo muy bien que morir es algo altamente probable en mi estilo de vida.

Nos mantenemos así un buen rato hasta que mi fresita corta el silencio.

- ¿M-me puedo llevar a mi gata Mochi a tu casa?

No puedo evitar reír ante su pregunta.

- Nuestra, nuestra casa, Bebé. - que bien se escucha eso - Incluso podemos adaptar todo un cuarto para ella, con cosas para rascar y colgantes por todos lados.

- Sí, eso le gustará.

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A veces se me olvida que se supone que es un AU de mafia súper poderosa. 😂

Dulce como helado de fresa  (kookmin) 🍓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora