Tira y Afloja |Tyrus|

II

—Esta hamburguesa no tiene buena pinta.

Concluyó después de examinarla bien y confirmar, la primera mala impresión, que esta le había causado, era evidente que estaba en mal estado, y que sólo un idiota que tuviera cero aprecio por su vida, se atrevería a probarla. Y es que con sólo verla se le quitaba de inmediato el hambre.

Y como bien, pensó sólo conocía un idiota capaz de probar aquel veneno, que la cafetería de su escuela, se atrevía a llamar comida, y como pensó que pasaría, Jonah Beck, fue el único en aquella mesa que se atrevió a comer aquella hamburguesa con todo gusto, cómo si estuviera de lo más deliciosa, lo que provocó que inevitablemente, hiciera una leve mueca de asco ante lo que veía, y aunque sus demás compañeros no imitarán su gesto, todos estaban de acuerdo con ella. Lo que seguramente los llevaría obligadamente a comer una vez que salieran del colegio, y por suerte no faltaba mucho para ello, sólo era cuestión de unas dos horas, mientras tanto sus estómagos debían conformarse con un poco de agua y unas galletas, que obtendrían de la máquina expendedora. Lo cual aunque era una solución, no dejaba atrás el hecho de que deberían que morir de hambre por los próximos 120 minutos.

Buffy, observó las demás mesas de la cafetería, y la mayoría estaba en las mismas condiciones deplorable que su grupo, a excepción de unos pocos, que como su extraño amigo, comían sin problema o porque el hambre era superior o porque por más absurdo que pareciera, hablan probado cosas peores.

Tomó entonces, lo único que estaba en condiciones de ser consumido, de su bandeja que era nada más y nada menos que un zumo, y sin muchas ganas lo bebió. Peor era no tener nada ¿Verdad? Se intentó convencer, estando ya molesta, y es que el hambre a veces te ponía de mal humor.

Entonces su buen amigo Marty, que siempre solía preocuparse por ella, le obsequió la manzana que su madre, le había guardado en su mochila en la mañana, y es que no tenía problema en esperar un poco más para comer algo decente.

Y degustando ahora, aquella sabrosa fruta, observó cómo su amigo, Cyrus, se tocaba el vientre, mientras que se sujetaba de la mesa para no caer sobre el suelo, dado que era evidente que no encontraba bien y su rostro totalmente enrojecido así lo hacía ver, de inmediato quiso socorrerlo, pero este le advirtió que en verdad no era necesario, que estaba bien, que sólo iría hasta la enfermería para buscar algún medicamento ya que su estómago había comenzado a doler y sostenía que no era precisamente de hambre, pero pese a que intentó oponerse un millón de veces, su amiga lo acompañó hasta dicho lugar mientras que sus demás amigos se quedaron preocupados por su salud, aunque él alegó que era algo sin verdadera importancia.

Una vez que llegaron a la enfermería, y en aquel cuarto no había nadie que pudiera socorrerlos, su amiga de cabellos ondulados se molestó ¿Qué le pasaría a uno en un caso de emergencia en ese lugar? Moriría seguramente.

Dejando a su amigo sobre la camilla con un vaso de agua en mano, se fue a buscar al encargado del lugar, estando aún furiosa por la ausencia de este.

Y cuando ella desapareció de su campo de visión, Cyrus pensó que moriría ahí mismo sin remedio. Y es que por más que lo intentaba con todas sus fuerzas, sentía que no resistiria por mucho.

Y aunque podía por cuenta propia ponerle fin a su sufrir, no se atrevía a hacerlo. Y cuando pensó que terminaría por quedar inconsciente sin más remedio, ya que nadie aparecía para socorrerlo, el capitán del equipo de básquet, de su colegio, y del cual su amiga era parte, apareció ante sus ojos.

Y sus ojos se llenaron de lágrimas, ya no podía resistirlo más, era demasiado.

Ya no resistía más, con su rostro echo un desastre entre lágrimas y un color tomate, que dejaba ver su mal estado, intentó ponerse de pie, para suplicar por ayuda, pero dado que sus piernas estaban temblando, y el estar de pie era demasiado para su persona, terminó cayendo, quedando de rodillas sobre el mismo suelo.