XI

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—¿Estás bien? 

En realidad no lo estaba pero tampoco podía confesarlo, debía contenerse aunque se le fuera el aliento en ello, por lo que acentó con la cabeza pero su amiga no parecía convencida, por lo que tuvo que hablar aunque a duras penas podía hacerlo.

—...estoy bien.

Buffy dudó, porque él no se veía como manifestaba y a veces con tal de no estorbar no era capaz de decir cómo en realidad se sentía.

—¿Seguro?
Indagar una vez más no estaba de más cuando se trataba de él.

—...sí.

Continuó dudando pero ante su negativa lo dejó en paz, ya que de todas maneras estaba ahí para poder socorrerlo.

Andi arqueó una ceja al ver lo rojo que estaba casi igual a un tomate. Era tan evidente que no se encontraba completamente bien, que por esto mismo no comprendía sus constante negativa ¿Por qué se cerraba tanto? No tenía nada de malo que ellos que eran sus amigos lo ayudarán.

Al ver, que continuaba sin probar bocado alguno, supuso que quizás estaba mal del estómago como la otra vez y que tal vez le daba pena admitirlo. Estaba segura de que se trataba de eso por lo que esperaba que pronto se animara a hablar porque no era bueno estar así por mucho tiempo. Pero su amigo a veces era muy desesperante y Buffy estaba de acuerdo con ella, era tan terco a veces, todo por no causar molestias.

Algo parecido a un gemido escapó de sus labios, y Andi lo identificó como un gemido de dolor. 

Su amigo en verdad la estaba pasando mal y ni aún así era capaz de admitirlo.

Buffy lo miró con reproche y hasta Jonah, que estaba ajeno al tema, se intimidó por su mirada. Y es que Buffy Driscoll enojada daba miedo y mucho, el problema es que ese miedo lo provocaba en todos, menos en Cyrus quien después de años de convivencia se había terminado acostumbrado a sus reproches. Ya incluso le parecían normales, pero aún así la quería como si fuera una hermana para él, esa hermana que nunca tuvo pero que le hubiera gustado tener. 

Pidiendo disculpas se marchó, alegando que iría a la enfermería, y que podía valerse por sí mismo para llegar a la misma, fingiendo estar ofendido ante la mirada acosadora de su amiga para que esta no terminará por seguirlo, y cuando estuvo a punto de hacerlo, la campana que les avisaba que debían volver a clases, sonó y a regañadientes ella volvió a su salón de clases, entonces él aprovechó para desviarse de su camino e ir hasta los baños, que en ese momento ya no debían tener demasiada gente habitándolos.

Cuando llegó sólo alcanzó a ver un chico salir mientras que con rapidez se metió al último cubículo del sanitario y como si sus pantalones quemaran se bajó estos y se quitó de inmediato el vibrador eléctrico de pequeño tamaño, que había estado en su interior toda la mañana.

Podría haberse negado a usarlo, sabía que podía hacerlo, él lo sabía pero los ojos verdes de TJ sobre los suyos le quitaron toda voluntad y obedeció. Sabía bien cuánto excitaba al basquetbolista que se expusiera de esa manera ¡Era un maldito pervertido! Y le fascinaba verlo llegar al límite ¡Y es que él casi se había corrido mientras estaba con sus amigos! Había estado mal pero así había sido, porque como siempre su compañero de cama, lograba sacar lo peor de él.

Y en cuanto a la culpa la dejaría para otro momento, porque ahora sentía que sus testículos iba a explotar si continuaba así. Necesitaba hacerse cargo de su cuerpo, lo necesita tanto pero sus manos ni siquiera podían proporcionarle el placer que en verdad deseaba, entonces estando completamente rojo quiso llorar de la impotencia ¿Cómo era posible que su propio cuerpo rechazara su toque? Era una locura pero así era y sólo conocía un culpable de aquello. Porque su mismo cuerpo ya ni quisiera le pertenecía. Ya no.

Estando al borde del colapso apareció su gran tormento, con una gran sonrisa en los labios, al verlo al borde de las lágrimas, desesperado por un placer que por si solo no podría jamás obtener porque lo había entrenado tan bien que ya nunca jamás podría escapar de él.

—¿Estás tocándote sin mi permiso? 

Se metió al cubículo, pero no lo cerró, no tenía tiempo para esto dado que alguien tenía que ser castigado porque parecía que se le había olvidado lo que era obedecer una orden suya.

Lo colocó de espaldas sin ningún tipo de cuidado, siendo agresivo y sin meditarlo ni por un segundo, le dio una nalgada, seguida de otra más que se acompañó de un gemido por parte de Cyrus.

TJ no supo identificar si fue de placer o de dolor pero no se detuvo y le volvió a dar una tercer nalgada, en donde otro gemido también se repitió, ya cuando por cuarta vez sus manos azotaron el trasero ajeno, Cyrus se corrió abundantemente, sintiendo aún un cosquilleo un tanto doloroso sobre su nalga derecha. Y no, no era un jodido masoquista, lo que sucedía era que había estado en su límite y el toque de TJ lo había hecho perder la cabeza, tan así que aún podía sentir sus manos arremeter sobre su blanca piel, dejando en esta marcas de su particular caricia, si es que podía llamarse a esta como tal.

—¿Dolió?

Paseó sus manos sobre el trasero de Cyrus, acariciando este. Quería tanto penetrarlo, que la erección que ahora tenía dolía.

—¿Te puedo penetrar? Seré suave.

Mentía pero a Cyrus no le molestaba su mentira porque su cuerpo lo necesitaba.

Lo último que pudo sentir fue como su compañero de cama, se bajó el pantalón, para nuevamente ser estampado contra una de las paredes del cubículo, y con un su pene estando semi rígido, su cuerpo recibió toda la pasión que TJ podía darle sin negarse ni por un segundo a esta.

Estar junto a él era la gloria.

Con sus ojos cerrados se dedicó a disfrutar de todo el placer del que su cuerpo era víctima, se dedicó sólo a sentir, gozando tanto la manera tal feroz en que era tomado.

Gimió conteniendose lo mejor posible para no sonar escandaloso, gimió una segunda vez ya más ido por el placer, perdiendo control sobre su cuerpo, usando una de sus manos para cubrir su boca, pero cuando un cuarto gemido se hizo presente terminó gimiendo realmente fuerte olvidándose de todo pudor ya que el jodido orgasmo había llegado de repente, provocando que perdiera el control.

Se sentía tan extasiado que se permitió jadear una vez más, mientras que el basquetbolista aún seguía arremetiendo contra él.

Sintiendo su cuerpo arder, sus paredes anales se contrajeron, para provocar que TJ llegará así pronto a su máximo punto de placer, entonces ante la acción involuntaria de su cuerpo el gemido casi similar a un gruñido llegó a su oído.

TJ también estaba disfrutando, quiso entonces, ver su rostro cubierto de goce, permitiéndose abrir los ojos para así hacerlo, pero cuando sus ojos color miel se abrieron, su cuerpo se puso rígido al ver como él y TJ no eran los únicos en aquel sanitario, pues aquel chico de cabellera rubia y ojos azules, estaba mirando hacia ellos, con una dolorosa erección en su entrepierna tan potente como la mirada que le dedicaba.

...la puerta del cubículo que compartia con el basquetbolista estaba abierta, este último había olvidado cerrarla y ellos habían quedado expuestos.

Su secreto había quedado descubierto, ahora alguien más sabía lo que tenían.

Estaba aterrorizado.

Debía y quería separarse de TJ, pero la mano de este rodeando su cintura no se lo permitía, lo continuaba penetrando como si no estuvieran siendo vistos, buscando su placer.

Y él gimió sin darse cuenta, pero esta vez, su boca fue cubierta por una de las manos de su compañero de cama, mientras que su rostro se ponía rojo ante tal acción, y siendo aún observado por Reed quien no dejaba de mirarlo a él ¡Sólo a él! TJ se corrió en su interior, dejándole una notoria marca sobre el cuello.

Cyrus estaba atónito ¿Cómo había sido capaz de tener un orgasmo después de saber que habían sido descubiertos? 

Tira y Afloja |Tyrus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora